Justo cuando escribo este artículo, el Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, asume a nombre de la República la Presidencia Pro Tempore del MERCOSUR.
Una realidad impensable hace una década, pero que hoy constituye el mayor desafío de nuestro país en las próximas décadas de este siglo XXI.
Ya el objetivo político se ha alcanzado con la propia incorporación como miembro pleno, dadas el conjunto de resistencias presentadas por las fuerzas que controlaban los Parlamentos de algunas naciones. En lo sucesivo, los mayores desafíos estarán en el campo de la economía, terreno en el cual se constatara que tuvo y tiene algún sentido la presencia de Venezuela en este bloque económico.
La Mundialización económica es hoy una realidad insoslayable, y su principal forma de expresión han venido a ser los bloques de países constituidos por naciones que comparten una misma geografía, y unas bases económicas que facilitan la integración productiva o comercial.
El bloque MERCOSUR ha sido dominado por Brasil, la sexta economía industrializada del mundo (hoy con una grave erupción social que la amenaza), y en menor medida por Argentina conocida como el granero de la América. El resto de las naciones que lo conforman se han debatido entre las asimetrías económicas y la lucha por el establecimiento del llamado justo mercado para poder sobrevivir.
Los esfuerzos del Presidente Hugo Chávez no solo por la integración de Venezuela al MERCOSUR, sino por cambiar la naturaleza más profunda del bloque, vino a significar un aporte decisivo en el proceso de superación de las contradicciones que acompañan a esta realidad supranacional, en procura de una relación estructural más armónica entre sus miembros.
Para Venezuela el desafío no es cualquier cosa, y se resume en el dilema de ser el mercado del MERCOSUR o ser un socio activo para desplegar sus fuerzas productivas más allá de la fortaleza petrolera. Esto implica hacer un enorme esfuerzo que no se apreciara sino en términos de una década, cuando menos, si hacemos lo que estamos obligados a hacer, para transformar nuestra economía interna.
He sostenido que este ingreso a MERCOSUR nos obliga a pensar en un modelo económico que necesariamente tiene que combinar la producción para el mercado interno y para la exportación. Atrás debe quedar el concepto que establece una línea divisoria entre ambos. Además, en momentos en que la renta petrolera es insuficiente para sostener el desarrollo económico-social del país.
Para acometer este desafío se nace necesario elevar el perfil de la política dirigida a crear un sólido sector de economía de exportación, mediante la creación de un nuevo Ministerio de Industrias para la Exportación, que concentre todas las acciones para dar un impulso estratégico programado a esta política.
Hemos asumido la Presidencia Pro Tempore del MERCOSUR, nos toca ahora hacer todo lo necesario para estar a la altura de esta nueva responsabilidad histórica.
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