La situación es propia del teatro dramático. El gobierno (el galán) es atacado por su amor a la heroína (el Socialismo). Sin embargo, el galán sufre el amor incomprendido a otra musa (el capitalismo), hace tiempo que aborreció a su antigua inspiración. Ahora su corazón palpita por entregarse al otro querer.
Nadie le cree, no se ha declarado capitalista, sigue mandando flores, (aunque marchitas) al Socialismo, no se atreve a sincerar su amor. El capitalismo le exige claridad en sus sentimientos, desprendimiento del pasado, pruebas muy duras de su pasión por el nuevo amor. Vive el drama de ser atacado por lo que no es, Socialista, y los capitalistas no terminan de perdonarle su pasado voluble, su coqueteo con los "capuletos".
En esta ambigüedad, donde se presente con cualquier discurso, con cualquier declaración, será superficial, distraccionista, irá por las ramas, sin definición, se anclará en el pasado glorioso del gobierno del Comandante Chávez, ignorará los últimos años, evitará siquiera nombrar al Socialismo.
En la oea el discurso, necesariamente, tendrá el mismo color del drama del gobierno, será ambiguo, no podrá defenderse del fondo de la agresión: agreden por haber sido Socialistas; el gobierno, este gobierno, está impedido de defenderse de esta acusación, de lo que no es, pero tampoco puede defenderse desde el capitalismo que todos los principales países del sur no le creen. Al contrario, le exigen cada vez más humillación, cada vez lo debilitan más.
Todo este teatro hace añorar la valentía de Ignacio Luis Arcaya, nuestro Canciller de la dignidad, que en el mismo escenario, la oea, agencia colonial, desatendió las órdenes del gobierno, no agredió a la Cuba heroica y renunció allí mismo. Hoy no es así, una disciplina boba obliga al chavismo a una unanimidad perniciosa que, al perder el arma de la discusión, al satanizar la disidencia, conduce al fanatismo. Hemos regresado a los días de la "república boba", cuando la vacilación, la ambigüedad, perdió a la independencia. Tuvo que venir Bolívar y su crítica del Manifiesto de Cartagena para recuperar el rumbo perdido.
No hemos perdido la esperanza, aún quedan muchos dirigentes leales a la esencia del Comandante, al Socialismo. Esos dirigentes reaccionarán, y se unirán con el corazón de los humildes allí donde se guarda lo mejor de Chávez. Los humildes, los desposeídos, sabrán que volvió Chávez el verdadero, que superamos tanto disfraz, tanta simulación. Hay pueblo humilde, hay dirigentes, hay teoría que nos dejó el Comandante en el Plan de la Patria, hay esperanzas.
Llegará el día, estamos seguros, cuando Venezuela recupere el decoro a que nos acostumbró el Comandante, cada discurso un rayo de esperanza, y una acusación al capitalismo, cada intervención una llamarada de sentimiento que será recordada siempre. Llegará el día, estamos seguros, cuando Venezuela recupere la ideología que insufló dignidad y valentía al Comandante, el día que de nuevo el faro del Socialismo desde el Cerro el Avila, desde el Pico Bolívar ,ilumine al Planeta con la esperanza en un nuevo mundo.
Mientras tanto suframos esta mediocridad.