Aquiles Nazoa... a 90 años de su nacimiento

Vaya un saludo a el último transeúnte sonreído de esta ciudad

Testigo de la agonía de una Caracas provinciana y del advenimiento de una Metrópolis convulsionada, una ciudad que perdió la ternura y encanto de sus años mozos, la evolución del entorno va haciendo al poeta, definiendo su pluma y afilando su sensibilidad. Así fue y sigue siendo Aquiles Nazoa, narrador, cronista, humorista, periodista, historiador, poeta, investigador, estudioso de las ciencias y de más disciplinas de interés humano.

“… el país con que estoy más familiarizado es con el mío, cosa rara en un venezolano”.

Identificarse con el país donde se ha nacido va más allá del nacionalismo político o el deber ser cultural. El vínculo real se establece con la instancia territorial en la que interactuamos en nuestro acontecer diario. Dado que en los últimos años en el país se ha gestado una transformación desde lo “endógeno”, es necesario profundizar al respecto en el área cultural y transmitir referentes que nos conecten con aquello que constituye nuestra cultura embrionaria, es decir, con el elemento más concreto del acontecer nacional: la vida parroquial, su pasado y su día  a día. Todo esto, lejos de la historia oficial e institucional, que rara vez involucra la opinión del ciudadano común pero se detiene los “acertadísimos” análisis de los “especialistas”, con lo cual la historia y el presente dejan de ser contadas por quienes la vivieron y la viven: los caraqueños.

Es así como la fragmentación que impone la nueva cultura global, tanto en las ideas como en lo físico, manifiesta en la disímil transformación de la ciudad, nos impide cada vez más la concreción de un legado cultural de generación en generación. Parece que la sobrevivencia en la urbe y los proselitismos nos mantienen tan ocupados, que no nos damos cuenta que estamos dejando la comunicación y la educación en manos de los medios masivos, sobre todo la televisión e Internet,  desdibujándose así la cultura que se está gestando en la calle en voz de los nuevos autores y la que legamos de las pasadas generaciones como patrimonio de nuestra esencia, nuestro pensar y sentir venezolano. Si desaparece la cultura de la fuente, la cultura del libro, más aún, de “nuestros libros” ¿Cuál es el destino de la literatura venezolana?

Bajo este panorama, si tuviera que hacer una misión “literatura adentro”, digo yo, lo primero que haría es constituir y divulgar una Biblioteca de Caracas, así mismo de Coro, Maracaibo, Mérida, y demás ciudades y pueblos. Todo dentro de una gran colección nacional. Es por esto que escogí, entre la bastísima obra de Aquiles Nazoa (la cual abarca casi todos los géneros) escribir a cerca del libro Caracas Física  y Espiritual no sólo para ofrecer un  pequeño homenaje a nuestro poeta a propósito de los noventa años de su nacimiento que se cumplen este 17 de mayo, sino, sobretodo, para llamar la atención sobre la necesidad de divulgar y poner en la palestra pública esta obra que reconstruye la memoria histórica de la ciudad.

Ildemaro Torres afirma en el prólogo del mencionado libro“…solo podía ser escrito por un poeta pleno de amor por su ciudad natal, dado a recorrerla como un transeúnte sonreído, y capaz de redescubrirla cada día, sentirla y amarla”

Esta obra representa el mejor recorrido que se puede hacer por caracas, un andar signado por la belleza, llamado a encontrarla en cada rincón y en cada detalle de sus calles y sus personajes. La belleza de antaño, la belleza arrasada por la historia, aquella que aún sobrevive a pesar del afán irracional y destructivo de un modelo civilizatorio, depredador y estandarizante, pero sobretodo la belleza que debemos preservar y defender quienes aún nos sentimos arraigados a nuestro entorno.

La variedad y diversidad de temas, tonos y estilos que cambian en este libro de una página a otra unidas por el sereno y profundo amor del poeta, el cual logra articular: “...historia, crónica, poesía, retratos amados” magia, leyenda, anécdota, estética… en una sola unidad que nos muestra la dimensión física pero sobretodo espiritual de Caracas. Bien podría este libro constituir el más fiel documento del imaginario de esta ciudad. Acerca de su libro, el poeta habla de su intento por unir y entramar los fragmentos de la ciudad hecha pedazos: “…Su discontinuidad es deliberada, pues quise dar en el conjunto una imagen de su tema, quise trasladar al ánimo del lector el cuadro de esta ciudad martirizada; de mi amada Caracas interceptada en su proceso histórico normal, fracturada en su paisaje, inconexa en su topografía, heteróclita en su arquitectura, en sectores la capital más amable de los trópicos y en barrios enteros la más ingrata de la tierra”

El libro abre con el ensayo histórico “Los Primeros Tiempos de la Ciudad” el cual constituye una crónica, respaldada por una extensa y profunda investigación, de la época prehispánica, pasando por el proceso de fundación de la ciudad y su evolución histórica hasta el final del siglo XIX. Este texto aporta datos de valor inestimable, referentes a la cultura de las tribus que poblaban el valle y la resistencia que opusieron a la invasión española. Le siguen pequeñas historias que evocan la tipografía de nuestras imprentas, el daguerrotipo y la fotografía, los poetas, los tipos y estampas populares, la moda y las costumbres, así como el origen de ciertas palabras caraqueñas.

Todo esto, finalizado con un espléndido ensayo de permanente vigencia, que nos muestra la historia contemporánea de Caracas a través de su arquitectura, llamado La Caracas del Petróleo. En este último, Nazoa afirma con preocupación: “…la nueva Caracas va surgiendo como una ciudad improvisada, hecha para satisfacer pequeños caprichos y ambiciones, no verdaderas necesidades; desprovista de aquellos estímulos espirituales que necesita el hombre para hacer de la existencia un oficio agradable y creador” Y sigue diciendo: “…La constancia en la propensión feísta, la adopción y desarrollo por cada generación de lo malo que hizo al anterior, son acaso los únicos signos a que pudiera acudir un estudioso de la arquitectura caraqueña para encontrarle algún sentido a la continuidad histórica”. Pero no todo es crítica puesto que concluye su ensayo con las siguientes palabras esperanzadoras: “…mientras queden nuevas flores que cultivar y nuevas raíces que hincar en la tierra, nuestra aspiración de serenidad y nuestras reservas de fe en la gracia de vivir –contando con la brillante generación de arquitectos jóvenes que ahora se pone en marcha-, está lista para un nuevo comienzo”     

También era manifiesta su preocupación por la evolución del habla venezolana y los efectos nefastos que en ella produjo la TV y demás elementos del llamado desarrollo industrial como lo expresa en su ensayo “Acerca del Pueblo en la Literatura Venezolana” presente en sus obras completas, tomo III de Prosa que le publicara la UCV en 1981: “…En los últimos tiempos se nota una gran decadencia en la más vieja y noble de las artes venezolanas del pueblo en lo profundo y sustancial de su espiritualidad, por la repetida concurrencia de elementos de comunicación mal manejados, entre ellos la televisión; la constancia y multiplicidad con que el feismo industrializado y la vulgaridad nos golpean la sensibilidad y la inteligencia, han terminado por tener efectos siniestros sobre el habla venezolana, sobre nuestro mayor tesoro intelectual y cultural, tal vez el último que nos quede como elemento de identificación nacional”

Como agregaría el profesor Ildemaro Torres Nazoa “se planteó una revalorización histórica en función de reconocerle al pueblo su condición de protagonista”. Por todo lo expuesto me atrevería a decir que no ha conocido la historia venezolana ningún otro artista que con tanta ternura haya resumido, cultivado y amado lo más profundo y sustancial del ser venezolano. Es por esto que el estudio de la literatura venezolana, más que eso, del arte y la cultura venezolana, tendría que estar signado y guiado por la obra del ruiseñor de catuche. No sólo por la diversidad de temas en los que profundizó con una precisa corrección lingüística y una objetiva conciencia investigativa, sino por el secreto hilo de amor con el que unió los rasgos más característicos de la cultura venezolana y global, sobretodo hoy necesitados como estamos de una nueva cercanía entre los venezolanos logrando que el arte haga “…de todos nosotros una sola familia que se ama en lo que mejor posee”

Caracas Física y Espiritual es un libro que nos permite encontrarle sentido y cohesión a la continuidad histórica a través de las cosas más sencillas, los recuerdos y las palabras que pueblan nuestra imaginación. Como diría el poeta en una de sus aclamadas conferencias: “…De la realidad a la irrealidad, del mundo objetivo al mundo subjetivo, hay una continuidad que es la que se establece por medio de la obra de arte, y en ese plano el artista puede hacer literalmente lo que quiera. La realidad no se ha desfigurado, simplemente se ha transformado y ha seguido su destino natural. El artista es un liberador de la realidad.”

Por eso quise resaltar en estas líneas la pertinencia de este libro en el estudio de nuestra literatura, y más aún, la enorme aportación que este hace a la cultura venezolana al constituir, a mi parecer, el documento más completo e importante sobre la ciudad de Caracas, de la mano del más amante de sus hijos: “…De esas pequeñas cosas está hecha la vida secreta de la las ciudades. Para traerlas a mi libro pasé mucho tiempo recogiéndolas en los basureros de la Historia. De las ciudades como de su historia no me atraen los monumentos ni los palacios. Desde niño me consta que es  en los basureros donde uno se encuentra las cosas más bonitas; y si no las más bonitas, las más humanas.”  



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Andrea Victoria Serna Espinal


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