¿Y el cráneo de Bolívar será realmente el que aparece en el video? porque el Dr. Pepe Izquierdo revela que fue desaparecido en 1947

¿Qué tuvo que ver la Iglesia con los misteriosos restos del Libertador encontrados por el doctor José Izquierdo?

(ENSARTAOS.COM.VE) Tengo aquí en mis manos el libro del doctor José Izquierdo, “El cráneo del Libertador Simón Bolívar” (ediciones Edime, Caracas-Madrid, 1956) el cual fue largamente comentado por el señor Presidente Hugo Chávez, hace más de dos años. El Presidente recomendó entonces su re-edición a la editorial El Perro y la Rana.

Refiere el doctor José Izquierdo -profesor de anatomía de la Universidad de Venezuela y quien consideraba que las academias eran una verdadera plaga-, que el 8 enero 1947 visitó la cripta de la familia Bolívar, bajo de la capilla de la Santísima Trinidad en la Iglesia Catedral de Caracas; que esa visita le hizo en compañía del doctor Vicente Lecuna, de monseñor Nicolás Navarro, el doctor Cristóbal Mendoza, el maestro de albañilería Marcos Escobar, y el maestro de carpintería Torcuato Flores.

Describe someramente que al lado sur de la cripta había cinco nichos paralelamente orientados de norte a sur. Que los nichos primero, segundo, tercero y cuarto de este a oeste estaban al nivel del suelo, y que el quinto nicho se encontraba encima del cuarto.

Que los nichos primero, segundo, cuarto y quinto estaban abiertos; que de las lápidas que lo cerraron no aparecía fragmento alguno.

En el suelo junto al rincón noroeste de la cripta, el lamentable hacinamiento con dos radios de caballo, dos muelas de caballo, varios huesos de perro y varios huesos de gallina, aparecieron numerosos ejemplares de los tres tipos de hueso humanos, casi todos fragmentados, y una base de cráneo cuyo contorno muestra indistintamente el corte de sierra revelador para él, de una autopsia.

Dicho corte estaba interrumpido atrás y a los lados pues, por obra de ruptura o corrosión, faltaban respectivamente gran parte de la escama occipital y pedazos de las sienes; y revelaba poca pericia de su autor, pues pasaba sumamente bajo y fue precedido de algunas fracasadas tentativas denotadas por tajos que aparecen en la frente.

Con aquella base de cráneo, anotaba el doctor Izquierdo que existía:

1- todos los huesos de la cara excepto el maxilar inferior, naturalmente incorporados y en estado de notable integridad;

2- tres muelas a cada lado, absolutamente sanas y de acerada solidez;

3- los alveolos de todos los demás dientes superiores menos el del canino izquierdo, extraído durante la vida según se colinde de la cicatrización y reducción del respectivo espacio interdentario.

Tales datos odontológicos, revelaban que hasta el día del fallecimiento la persona tuvo todos sus dientes superiores menos el mencionado canino cuya falta probablemente era bien disimulada.

Ante aquel hallazgo, el doctor izquierdo sospechaba que por el corte de sierra esto indicaba una autopsia y que en la familia del Libertador únicamente él había sido autopsiado. Fue entonces cuando reveló que aquello debía ser el cráneo del libertador porque el doctor Reverend le había hecho la autopsia.

El doctor Lecuna rechazó esta suposición como también el doctor Mendoza quienes sotuvieron que eso era imposible; por su lado monseñor Navarro reveló que todo el proceso de los restos del Libertador estaban claros en la historia. Que sus restos fueron vistos por el doctor Vargas y colocados en una urna sellada que después fue trasladada al Panteón en 1876.

El doctor Lecuna aseveró que no le quedaba la menor duda de esos hechos y que tenía un libro donde podía mostrar claramente lo que sostenía.

El doctor izquierdo sostuvo que los documentos de que hablaba el doctor Lecuna no eran suficientes como para demostrar la imposibilidad de que esa urna no hubiese sido violada.

El doctor Lecuna consideraba que el cráneo con el corte de sierra que hablaba Izquierdo le faltaba el canino izquierdo mientras que el doctor Vargas sostenía que al cráneo del libertador le faltaba solamente una muela.

El doctor Izquierdo insistió en que seguramente el doctor Vargas no se había fijado en la falta de ese canino porque el espacio correspondiente estaba muy reducido y observó que a pesar de ser el doctor Vargas un sabio y profesor de anatomía no consiguió detalle alguno de identificación acerca de los restos del Libertador; ni siquiera hizo un inventario de lo que había sino de lo que faltaba. “Si nos hubiera dejado siquiera, dijo, dos o tres observaciones anatómicas acerca de ese cráneo ya hubiéramos salido de dudas”.

Entonces el doctor Lecuna sorprendido dijo:

- ¿y cuándo cree usted que haya podido ocurrir esa violación?

A lo que respondió el doctor Izquierdo:

- Mientras estuvieron los restos en la cripta, es decir desde el año 43 hasta el 76.

El doctor Lecuna no estuvo de acuerdo y señaló que en la cripta no estarían ellos sino unos 10 años hasta que fue erigido el monumento de Tenerani en la capilla de la Trinidad; porque entonces los restos fueron colocados debajo del monumento. Entonces el doctor Izquierdo contestó que sería en ese período de 10 años cuando ocurrió la violación.

Tiempo más que suficiente para el doctor para que la cripta hubiese sido profanada.

El doctor Lecuna le preguntó que quien habría podido cometer esa violación a lo que respondió el doctor Izquierdo que eso era imposible determinarlo y que por ahora eso no interesaba mucho pero que lo natural era sospechar primeramente del clero en esa época porque más nadie tenía fácil entrada en la cripta.

“Puede decirse que aquello era su casa porque sabía que el Libertador era odiado en muchos sectores uno de los cuales debía ser el clero. Yo soy católico, pero una cosa no tiene que ver con la otra”.

El doctor Lecuna contestó que esos asuntos de religión poco le interesaban, a lo que contestó el doctor Izquierdo:

“El pobre Libertador! Fue desgraciado como enfermo y como cadáver. Reverend lo mató con seis vejigatorios. Y luego esa autopsia tan mal hecha y tan inútil!”

El doctor Lecuna sorprendido y preocupado le preguntó:

- ¿Cómo cree usted que se pueda salir de esa duda?

A lo que el doctor Izquierdo le respondió que lo único que se requería era ahora, abrir la urna allá en el Panteón.

Lecuna, sin salir de su asombro le inquirió:

- ¿Y quién va a hacer eso? yo en eso no me meto.

A lo que el doctor Izquierdo contestó:

- La Junta Revolucionaria, y yo me dirigiré a ella”.

El doctor Lecuna cada vez más, anonadado, le respondió que pensara muy bien lo que iba a hacer porque era necesario evitar escándalos: y que los restos estaban en su urna porque el doctor Vivas (no se aclara en el libro quién era este señor) los había visto.

El doctor Izquierdo le respondió:

- Usted cree posible que eso era tan fácil: darle permiso para abrir esa urna, y por motivo de simple curiosidad además no hay constancia oficial de eso.

El doctor Lecuna insistió en que el doctor Vivas los había visto.

El doctor Izquierdo respondió que como médico para él no bastaba ver; que era necesario saber ver y dejar acta del motivo de lo visto. “Creo que debemos volver a la cripta para reconocer nuevamente esos restos”, aseveró.

El doctor Lecuna quedó en avisarle.

Cuenta el doctor Izquierdo que en la mañana del día 14 enero 1947, volvió a la cripta con los mismos acompañantes excepto monseñor Navarro.

Encontró que el recinto había sido aseado y ventilado, que los nichos primero, cuarto y quinto habían sido cerrados con mampostería; y en una caja de cedro habían sido colocados todos los restos hallados en el suelo durante la primera visita: que halló que los dos radios de caballo ya habían sido botados así como otros restos de huesos de animales; que dibujó aquel cráneo y que nuevamente fue considerada su probable significación.

Sostuvo de nuevo el cráneo en sus manos, ya que para él con toda seguridad era el del Libertador; dirigiéndose a sus acompañantes les pidió que lo vieran con cuidado porque podría quedarles el pesar de no haberlo visto debidamente.

El doctor Lecuna, severamente molesto le dijo:

- ¡Pero que terquedad a suya, señor! ¡Mire qué calamidad esta! Yo que he querido hacer un acto de caridad con estos huesos y venir usted aquí con semejante cosa que está fuera de toda lógica.

El doctor izquierdo le respondió severamente:

- ¿Qué caridad? Caridad es dar de comer al hambriento.

A lo que el doctor Lecuna respondió:

- Caridad es sepultar estos restos. Y yo pago los gastos. Usted no sabe de eso yo sé historia.

El doctor Izquierdo le respondió:

- Ni me interesa. Lo único que sé es un poquito de anatomía y por eso me trajo usted aquí; pero hágame el favor de no hablarme de ese modo porque usted es un anciano y yo estoy obligado a respetarlo.

El doctor Lecuna enfurecido le contestó:

- Pues sí le hablo, porque éste es una desgracia haberlo traído a usted aquí.

El doctor Izquierdo, con carácter severo le respondió:

- Sí, usted sabe que puede hablarme así porque sabe que yo no puedo replicarle de igual modo. Por tanto yo me retiro y publicaré todo este asunto.

Entonces el doctor Lecuna le contestó que él lo que quería era vengarse y que entonces lo perdonara si lo había ofendido.

El doctor Izquierdo le contestó que no se trataba de venganza que se trataba simplemente de que él no debió ocultar un hecho que puede ser de trascendental interés para la patria.

El doctor Lecuna vacilando se dirigió al doctor Mendoza y le preguntó:

- ¿Cree usted que ese puede ser el cráneo del Libertador?

A lo que el doctor Mendoza contestó que no le parecía probable.

Entonces dirigiéndose al maestro Escobar le hizo la misma pregunta a lo que éste le respondió que tampoco lo creía.

La discusión continuó por otro rato sin llegar a ningún acuerdo; finalmente por decisión del doctor Lecuna aquel cráneo fue colocado en una caja de cedro más pequeña, ya mencionada; colocó también allí como presuntas piezas compañeras del esqueleto, dos fragmentos de fémures, dos fragmentos de humeros, la extremidad superior de una tibia, un axis, y el cuerpo de una vértebra dorsal.

Según el doctor Izquierdo los restos, seguramente estuvieron en la cripta por lo menos casi 10 años mientras llegaba el monumento de Tenerani.

El 18 enero 1947 el doctor Izquierdo pasó un informe al doctor Andrés Eloy blanco, presidente de la Asamblea Nacional constituyente.

Andrés Eloy quedó profundamente asombrado y planteó que había que averiguar lo que había pasado ahí.

Insistió el doctor Izquierdo que no quedaba otro camino que abrir la urna en el Panteón y que mientras tanto era necesario hacer sellar la entrada a la cripta.

Andrés Eloy planteó:

- Y si ahí en el Panteón no se encuentra el cráneo del Libertador, el escándalo sería mayúsculo; pero cueste lo que cueste hay que averiguar la verdad. Eso sería motivo de un gran desagravio. Ese cráneo de la cripta sería llevado en una procesión colosal, de 100.000 almas, hasta el Panteón. Por supuesto para esta averiguación es necesario que tengamos mucha prudencia para evitar que el público se entere anticipadamente.

A lo que el doctor Izquierdo le contestó que él consideraba que ese asunto debía denunciarse oficialmente y que le pedía consejos: si hacerlo ante la Asamblea Nacional Constituyente o si ante la Junta Revolucionaria.

Andrés Eloy quedó en hablar con Rómulo Betancourt y avisarle.

A las pocas horas de esta conversación Andrés Eloy Blanco llamó al doctor Izquierdo y le dijo que había hablado con Rómulo Betancourt y que éste se había quedado sorprendido; que eso tenía que ser averiguado de cualquier manera y que se pondría de acuerdo con el doctor Izquierdo; que le avisaría por telégrafo y que ya se había dado la orden de sellar la entrada de la cripta.

El día 25 enero 1947 el doctor Izquierdo se encontró con Andrés Eloy Blanco en el Hotel Avila y le dijo que aún no había recibido el telegrama del señor Betancurt y que la cripta todavía estaba a merced de todo el mundo.

Sorprendido Andrés Eloy blanco le contestó

-¿Y no la han sellado todavía?

El doctor izquierdo insistió en que cualquiera podía meterse allí y robarse el cráneo.

Andrés Eloy Blanco quedó en ocuparse del asunto.

El día 28 enero, teniendo el doctor Izquierdo sus dudas de que no se le prestasen la debida atención a algo tan grave, dirigió dos dibujos del cráneo a la Asamblea Nacional Constituyente y a la Junta Revolucionaria de Gobierno, acompañados de sendos oficios en los cuales, además de informar acerca de las condiciones de la cripta y del sospechoso hallazgo decía: “si aquel cráneo fuese efectivamente el de Libertador y allí prosiguiere, en tan pésimas condiciones de conservación, la Patria no tardaría en perderlo; pero yo habría salvado mi responsabilidad ante ella mediante oportuna denuncia fundada en las consideraciones siguientes:

1- ese cráneo ofrece los indicios de haber pertenecido a individuo no adolescente ni anciano; y su consistencia es mucho mayor que la de las otras piezas esqueléticas halladas en el suelo de la cripta, lo cual se aviene con el testimonio del doctor Vargas respecto de una manipulación preservador a de los huesos del libertador.

2- Alejandro Próspero Reverend ejecutó la autopsia del cadáver del libertador y le aserró el cráneo según consta de su propio testimonio ratificado por el doctor Vargas.

3- De la familia Bolívar, era era el libertador el único personaje respecto del cual pudiera interesar la autopsia.

4- Los parientes del libertador sepultados en aquella cripta murieron todos en Caracas; por lo tanto queda descartada la hipótesis del embalsamiento de alguno de ellos para la repatriación, tanto más cuanto tales embalsamientos no requieren indispensablemente la extracción del cerebro y no eran usuales en aquella época.

5- Ninguno de los dichos parientes murió por causa que pudiera judicialmente requerir la autopsia.

6- En 1842, tras breve permanencia en el templo de San Francisco, los restos del libertador fueron trasladados a la catedral. Ahí, en un cuarto de la capilla de San Nicolás y bajo la inspección del doctor Vargas, fueron lavados, barnizados y acomodados en una urna de hoja de plomo muy delgada la cual fue colocada en contra, de madera, donada por el gobierno de la nueva Granada un perseguido concluir ese proceso, la urna fue vuelta al PAN-en que estaba es decir a la cripta de la familia Bolívar. En 1852 esa urna fue colocada bajo del célebre monumento de Tenerani erigido en la catedral. En 1876, es decir 22 años después de la muerte del doctor Vargas, urna y monumento fueron trasladados al panteón nacional sin que el contenido de aquella fuera nuevamente revisado. Consiguientemente esa urna permaneció en la catedral durante un lapso de 34 años de los cuales 10 en la cripta mientras llegaba el monumento.

7- En 1930 en el propio sitio donde se hallaba la entrada a la cripta por el lado de la catedral, fue erigido el monumento a los padres y a la esposa del libertador; y hasta entonces, dicha entrada no era oportuna la sino por una simple tabla levadiza.

8- Dos vías de acceso a la cripta, la una por un templo y la otra por una simple casa, diametralmente opuestas y mal reservadas, permiten desconfiar de la paz en que debían yacer allí aquellos restos.

9- La abertura de los nichos y la confusión de osamentas en el suelo, denotan una furtiva profanación motivada por curiosidad, por codicia, o aún por odio político.

En virtud de lo expuesto paréceme urgente que sea sellada la entrada a la cripta por el lado de la religión” y que un grupo de comisionados, suficientemente numeroso y competente inspeccione interiormente la urna guardada en el mausoleo del Libertador en el Panteón Nacional. Si en esa urna aparecía un cráneo aserrado, masculino y no de adolescente ni de anciano, ni terrible sospecha quedaría desvirtuada para regocijo general doblemente grande porque no la sustenta impertinencia ni capricho sino lógica cavilación circunstancial. Si tal cráneo no aparecía allí, el del Libertador sería evidentemente el aserrado descubierto por mí en la cripta de la familia Bolívar en la iglesia Catedral y del cual hice el adjunto dibujo”.

El 31 enero 1947 los diario el nacional y últimas noticias publicaron muchos de los datos importantes consignados en la denuncia oficial de arriba. Y el 1 febrero se publicó en todos los diario capitalinos el texto íntegro de aquella denuncia.

ESTA HISTORIA CONTINUARÁ…

jsantroz@gmail.com

 



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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