No puede haber tragedia mayor que la de una gran revolución que sucumbe al puño que tenía que defenderla de sus enemigos.
Isaac Deutscher
Una de las críticas más resaltante por
parte del Comandante Presidente Hugo Chávez versa sobre la poca
difusión que se le da a los logros de la Revolución bolivariana, a la
falta de planificación integral en la ejecución de las políticas macro
que emprende el Gobierno nacional, esto parece ser la constante del
Presidente a su gabinete ministerial.
En lo particular, apoyo en un 100% estas críticas que no se cansa
de repetir el Presidente en cualquiera de sus alocuciones. Ahora bien,
¿hacia donde, algunos compañeros ministros, direccionan estas críticas?
Lamentablemente, hacia un protagonismo irracional, que cercena la
iniciativa del resto del equipo de algunos ministerios.
La incapacidad de algunos compañeros ministros es, sin duda, una de
las mayores virtudes que los acompañan en su diario devenir, en
ocasiones no saben de lo que hablan, pero lo hacen, y es ahí donde las
mentiras florecen cual caudal de su propia deshonestidad.
Sin ánimos de cuestionar la autoridad del líder, hay mucha
responsabilidad implícita en la escogencia de esos “cuadros” que serán
parte del gabinete ministerial. Ellos, a su vez, son los responsables de
ratificar, nombrar o sustituir, presidentes de Institutos Autónomos,
directores de líneas y pare usted de contar. En ocasiones lo que se
plantea es una vulgar cacería de brujas entre “revolucionarios”,
directores operacionales eficientes son promovidos a ocupar cargos
burocráticos de mayor jerarquía para quemarlos y posteriormente,
destituirlos. Les prohíben (a los Presidentes de Institutos
Autónomos) tener contacto con los medios y con ello, algunos ministros se
tornan en censuradores de su propio entorno, las declaraciones deben
ser emitidas por él a través de su Departamento de información. Estos
ministros censores, lejos de ganarse el respeto de sus equipos
interinstitucionales, se transforman en indumentaria mesiánica
ahogados en su propio entorno burocrático y su pequeño grupo de
colegionarios adulantes.
La gestión de la cosa pública es transformada por algunos de estos
ministros, en un proceso burocrático caracterizado por su conceptualidad
lógica y doctrinaria que se manifiesta en lo absurdo de “resolver” y
“administrar” temas políticos, económicos y sociales por medio de la
división jerarquizada del trabajo, paradigma para la prevalecensia del
sistema capitalista, de nada sirven las palabras del líder, hay que
tomar decisiones.
El bajo nivel ideológico y de conciencia en algunos cuadros que son
propensos a la desidia y autoritarismo de algunos de estos ministros,
termina por sumar otro adepto a la contrarrevolución en el mejor de los
casos, contribuyendo a la desmovilización social. No hay idea del camino
a seguir.
El protagonismo irracional de algunos ministros pasa a ser una
amenaza que podría asfixiar al aparato funcional y a las estructuras
nacientes del Poder popular, ya que la jerarquización del trabajo atenta
contra la construcción de un modelo de sociedad donde la participación
protagónica es del pueblo bajo el diseño de sus estructuras organizadas,
que promueven la participación y dinamización del poder popular.
Es necesario combatir estas patologías que están naciendo al calor
de la nueva sociedad que pretendemos instaurar. Precavernos en la
revocabilidad de todos los funcionarios públicos sin excepción,
entendiendo incluso, la subordinación de la burocracia al poder popular
como garante de consolidación y continuidad de nuestro proyecto
político.
La sociedad Socialista debe entenderse como un modelo en el cual el
desenvolvimiento de las nuevas relaciones está ligado,
indisolublemente, a iniciativas político-administrativas contrarias a un
modelo burocrático decadente. La articulación con el poder popular en
las tomas de decisiones es fundamental en el proceso de integración de
la nueva sociedad, donde, entre el Estado y el pueblo las diferencias
sean de carácter semántico.
No es un secreto el lugar que tiene el Poder popular en nuestra
Constitución, su carácter y funciones como estructura de poder, es aquí
cuando la alta burocracia percibe, con temor, el control y la
participación social, y algunos ministros lo saben y cierran toda puerta
protagónica a los espacios que no son blindados por su entorno
condicionando incluso, el mandato constitucional y con ello, violentando
la propuesta del nuevo orden político, económico y social de la
sociedad en construcción. La consecuencia es lógica, se detiene el
avance y el fortalecimiento de la base de la nueva sociedad, el PODER
POPULAR.
La verticalidad de esta sociedad
burocrática e ineficiente que promueven algunos ministros aupados por
estratos conocidos de la contrarrevolución, debe atacarse en
profundidad, no puede permitirse su promoción, difusión y práctica. No
debe ser menester de un hombre que por su condición de ministro socave
las bases de una sociedad que pretendemos construir para beneficio de
las mayorías.
NO HAY NADA MAS EXCLUYENTE QUE SER POBRE
Patria, Socialismo o Muerte…
Venceremos