Hay un sector de la población, minoritario gracias al cielo, que tiene vocación de moscas. Personas que no solo insisten en estrellarse una y otra vez contra el cristal de su propia arrogancia sino que también, mosquílmente, tienden a exaltar la mierda, a enfocarse en ella de modo que nada los distraiga, que nada les quite una razón que no tienen.
Que no les vengan con millones de alfabetizados y menos leyendo a Gallegos en libros de cinco bolos, ni Simoncitos con bebés en buenas y gratuitas manos mientras sus mamás trabajan, ni ciegos que ahora pueden ver, ni pobres que cada vez son menos, que van a la universidad, que cuando se enferman tienen médicos a la mano... y mucho menos les vayan a salir con un Hospital Cardiológico Infantil que salva niñitos… no pretenda nadie que una mosca se deje quitar la amarga ilusión de estar rodeada de mierda.
Las moscas frente a mil maravillas escarban buscando una cagarruta en la cual cebarse. Moscas que jamás se molestaron por al hambre del pueblo y que hoy recorren el país, orgullosas, con un contenedor vacío como sus ideas, al que llaman Expopudreval. Resulta que jamás promocionaron exposición alguna, pero hoy sacan en gira a una cagarruta que intenta decirnos que tenemos un hambre que no tenemos, que saciamos cada día a punta de pollos gordotes, de la carne de primera que antes era sólo de las moscas... El solomo para todos nos iguala y la igualdad las aterra.
Así, en su obsesión por la caca, olfatean las cifras del CEPAL ignorando todos los indicadores socioeconómicos que delatan los logros de la Revolución Bolivariana en cuanto salud, educación, trabajo, reducción de la pobreza pero -¡Ahhh la mierda!- pescan uno, uno solito que dice que el PIB este año no crecerá como antes, cuando bien cuidaban callar que el PIB crecía. Qué importa que los niños crezcan sanos, lo que importa a las moscas el que crezca el PIB.
Con arrogancia académica sentencian que nuestros logros son insostenibles, que nuestra alegría es hueca porque los factores económicos bla, bla, bla… y pronto, un pronto que nunca llega, “todo se vendrá abajo como un castillo de naipes”. -Es que a las moscas les encantan las frases hechas-.
Y uno escucha desde hace once años el zumbido errático que ha pronosticado deseoso las peores catástrofes “culpechavez”, cuando todos sabemos que las peores catástrofes las conjuraron las moscas pensantes de este país, cuando apoyaron y formaron parte del golpe de estado y del paro petrolero. Entonces les importó un pito el desplome de PIB, culpechavez, of course, por no renunciar como las moscas exigían.
Hoy, con el torpe cinismo que las caracteriza, las moscas tratan de tapar el sol con una cagarruta y nos invitan a olvidar el pasado y votar... por el pasado.