Hace unas horas, apenas vi los resultados que daban el primer boletín CNE, comprendido (97%, aproximadamente) tuve la reacción, que debe tener todo revolucionario venezolano serio y comprometido con el socialismo bolivariano, al ver la derecha obtener 59 diputados, y luchando otros 3 o 4 curules; un alerta roja. Allí manifesté, y lo sigo manteniendo que esa no es su genuina fuerza de calle; y critiqué la forma en que se hizo la campaña con un alto componente nacional-global, favoreciendo la polarización que era el mejor escenario para la derecha, quien cuenta con poder mediático de alcance nacional e internacional. Manifesté también que había que reforzar una tendencia revolucionaria y hacer las criticas pertinentes, incluido al propio comandante, el cual ni es infalible, y comete muchos errores, algunos de principios, como los de la economía (Aunque allí tiene una gran culpa, el gabinete económico ); también en sentido autocritico, manifesté que muchos no hacíamos esas críticas por oportunismo, tanto por perder el empleo o alguna prebenda, y en el caso de criticar al comandante, el oportunismo, consistía, en temer quedar aislado, siendo blanco fácil de derechistas y pumalacas.
Pero en realidad, quizás por no tener los datos más completos, que aun no los tengo, no hice el análisis mucho más crítico y agudo, los resultados, al parecer fueron peores, si tomamos en cuenta el voto del Parlatino; PSUV y otros 5.222.364 (46.62%); y la derecha junta 5.054.111 (45.10%); esa debe ser la verdadera correlación de fuerzas electoral, surgida ayer. Aunque la derecha asegura que ganó en el voto popular con el 52%; este “empate técnico”, debería ser “fin de mundo”, y no andar buscando por ahí justificativos irresponsables, que después las consecuencias serán peores; y en lo inmediato habría que pedir la renuncia tanto a la cúpula del PSUV como al gabinete ejecutivo (Esto lo hacen hasta los burgueses en democracias burguesas). Este empate técnico (Y peor si la derecha gano en el voto popular), es una derrota grande para la revolución que nos obliga a revisarnos; lo otro es tapar el sol con un dedo.
Mi generación sufrió grandemente con la caída del muro de Berlín y el bloque soviético, aun los que fuimos maoístas o terceristas, puesto que jamás nos imaginamos ese derrumbe en la forma como ocurrió, sin disparar ni un tiro; y es que la literatura que nos llegaba de la URSS, era que el PCUS, ya había alcanzado el comunismo (Vaya que herejía), y la propaganda era de una perfecta aplicación del marxismo-leninismo, se tapo el sol con un dedo y el golpe fue peor.
Si algo debe dejar la experiencia rusa, entre otras, es que las cuestiones de un estado revolucionario, tanto las buenas como las malas, no deben dejársele a un cogollo o a un jefe, sino que deben ser discutidas y construidas con las masas; ese es el aporte del socialismo del siglo XXI; la democracia directa o protagónica o participativa, que implica el pueblo gobernando, legislando, en donde no se tape el sol con un dedo.