Cuando he estado en las marchas y caminatas del presidente, he visto funcionarios de gobierno estacionados en las aceras de las calles, bien cómodos, guarnecidos, disfrazados de rojo, bien refrigerados esperando el paso del camión donde viene el presidente, su aspecto denota bienestar, satisfacción. También he notado la ausencia de contratistas, proveedores, y cualquier bicho de uña quienes son conspicuos depredadores de la propiedad del pueblo.
Pero también he visto a ese pueblo a quien llaman peyorativamente “de a pié”, conformado por obreros, empleados estudiantes, amas de casa, patrulleros, militantes entregados a la causa. Correr al lado del camión de Chávez detrás, al frente, pegados a las paredes apretados unos contra otros, con sus hijos a cuestas, gritando con fervor consignas al presidente, a la revolución, al socialismo. Sus expresiones son un poema, es una escena maravillosa, el encuentro de un pueblo con su líder natural, es un sublime baño de amor que reciben ambos, líder y pueblo, pueblo y líder.
Luego cuando el evento termina, ese pueblo se va alegre esperanzado ilusionado y avizorando la llegada al fin, de ese socialismo que le dará justicia, a encontrarse con la casa humilde, todavía humilde; con los muebles humildes todavía humildes; con las lluvias; con los deslaves; con la carencia de servicios. Pero no obstante se preguntan unos a otros ¿cuando será la otra marcha? Para ver a mi presidente otra vez, deseando fervientemente que llegue el día de las elecciones para ir a votar bien de madrugada cuando suene la diana, y echarse la cola, y soportar las burlas y el desprecio de los escuálidos, sí les toca votar en un centro electoral de esos que casi siempre esta en los lado este de la ciudad, pero todo sea por la patria y mi presidente –dicen llenos de esperanza-.
Pero cuando llegan los resultados de las elecciones, viene la decepción: Una cuerda de irresponsables no fueron a votar, por razones nunca valederas; otra ves nos volvimos a derrotar. A esto no hay que buscarle cuatro patas, en este país no hay tantos oligarcas, para derrotar al pueblo, sí los hubiere, nosotros no habríamos pasado de 1999.
El mensaje entonces,
para Pueblo, PSUV y Gobierno, es: Tenemos una falla, es imperativo corregirla,
la acción correctiva debe ser rápida, no hay tiempo. Creemos
que se hace necesario realizar una purga en las filas de los funcionarios
elegidos y designados en todos los niveles, y no crean, que son sólo
los niveles altos los que esta infiltrados, los medios y los bajos también
y son ellos los que hacen el daño más directo al pueblo.
¡APLIQUEMOS EN PROFUNDIDAD LAS TRES ERRES!
¡PATRIA SOCIALISTA O MUERTE! ¡VENCEREMOS!