Nunca
antes en la historia de los comicios en Venezuela, se había generado
tanta opinión pública en torno a los resultados obtenidos en las pasadas
elecciones parlamentarias del 26 de septiembre de 2010. Foros, conversatorios,
debates, análisis en las bases, discusiones entre familias, compañeros
de trabajo y entre amigos. Quienes impulsamos y apostamos por la Revolución
Bolivariana, aún nos seguimos preguntando: ¿Por qué no logramos (aunque
ganamos) obtener una amplia mayoría en la Asamblea Nacional? ¿Qué
está fallando en este proceso de transformación en el cual la mayoría
de nuestra población se ha beneficiado ampliamente con sus misiones
sociales y educativas; con un programa de gobierno de carácter humanista
y participativo liderizado por nuestro comandante presidente Hugo Chávez,
quien ha venido manteniendo la popularidad y la credibilidad durante
estos años de revolución?
Las
hipótesis, más que respuestas, han sido diversas e interesantes: una
de las que cobra mayor fuerza es la ineficiencia en las instituciones
públicas y, por ende, el desencanto de los usuarios frente a la incongruencia
entre “el ministerio del poder popular” o “los organismos
bolivarianos” y las prácticas institucionales propias del estado
burgués que siguen campantes.
Otra
es que, si bien Chávez sigue siendo un líder indiscutible en este
proceso, no podemos decir lo mismo de quienes lo acompañan en los diferentes
poderes. Por lo tanto, el liderazgo popular no se puede extrapolar o
transferir a otros, aunque estos sean fieles o comprometidos militantes
en la búsqueda de la transformación. El liderazgo, el respeto y la
credibilidad se ganan de manera individual y con comprobadas acciones.
Otras
hipótesis están más ligadas al aspecto político – electoral, es
decir, a la forma cómo se dio la campaña electoral. Yo fui testigo
de que, por ejemplo, no se aplicó el 1 x 10 con fundamento, no se
instalaron algunos de los puntos rojos; pocos militantes o simpatizantes
estuvieron dispuestos a trabajar como testigos de mesa aún habiendo
hecho el curso del CNE y aquellos que sí se comprometieron para trabajar
en las mesas, se quedaron esperando las credenciales el día de la instalación,
por una descoordinación del partido. En fin, hubo poca disposición
para el trabajo político así como errores organizativos y, lo peor,
se llegó al punto de culpabilizar a las bases del PSUV de la pérdida
de candidatos en algunos circuitos.
En
mi experiencia como analista de procesos grupales y comunitarios, como
militante del PSUV y del trabajo popular, también tengo algunas hipótesis
que he estado haciéndome con respecto a este tema de manera de poder
visualizar el por qué de estos resultados electorales. Y que, al cumplirse
un mes de esta contienda, es necesario continuar con su análisis.
Quizás
no conseguimos una amplia mayoría en el Parlamento porque:
1. La propuesta denominada
“el pueblo pa la asamblea” o “pueblo legislador”, a pesar de
ser muy cónsona con el nuevo proyecto de país que queremos consolidar,
pudo haber generado en los electores una gran duda porque nunca se explicó
pública y detenidamente qué significaba eso y creo que la gente, al
final, confundió la propuesta con una consigna o con una canción.
Asimismo, los electores pudieron haber rechazado esa propuesta, simplemente,
porque ya no hay el mismo interés de participar, ya que tener vinculación
con la Asamblea Nacional implicaría demasiada dedicación y compromiso.
Por lo tanto, es preferible el viejo y cómodo modelo de la representatividad.
2. Por el contrario,
los candidatos del oposicionismo centraron su campaña electoral
en la necesidad de una “paz y tranquilidad para todos los venezolanos”.
Y ¿qué significaba eso de “paz y tranquilidad”? ¿Paz y
tranquilidad desde el punto de vista de la seguridad personal?
o ¿Paz y tranquilidad referidas más bien a que simplemente nos dediquemos
a nuestro trabajo asalariado y explotador, después llegar a casa a
atender a nuestras familias y luego ver televisión, irnos de rumba
el viernes en la noche o ir a los centros comerciales los fines de semana,
sin importarnos un bledo la participación ni la movilización sociopolítica
porque, de hecho, es un fastidio? Creo que esa propuesta
tuvo un poco más de aceptación en los electores.
3. De acuerdo con lo
anteriormente expuesto, emergen otras hipótesis: vamos a dar por sentado
que, efectivamente, buena parte de nuestro pueblo, en esta revolución
bolivariana, ha adquirido progresivamente una conciencia sobre la importancia
de su participación en la gestión pública y en el ejercicio de mecanismos
de presión para la obtención de reivindicaciones. Si eso es así,
entonces, los resultados obtenidos el 26 de septiembre tuvieron que
ver finalmente con que:
3.1.
¿Una minoría del pueblo se está cansando de participar porque son
los mismos de siempre los que asisten a las movilizaciones, asambleas
y reuniones, sobre todo en las noches y fines de semana, mientras que
otros, que son la inmensa mayoría del pueblo, desechan la idea de la
participación?
3.2.
¿Esa minoría del pueblo se está dando cuenta que, detrás de la participación
comunitaria y del mal llamado “trabajo voluntario”, se esconde,
a veces, la ineptitud de algunos organismos públicos al delegar en
los miembros de las comunidades el trabajo que a estos entes les corresponde?
3.3.
¿Esa buena parte del pueblo se está dando cuenta que cuando se forman
equipos o grupos de trabajo para la participación, ya sea en las patrullas,
equipos o comandos nacionales o regionales de los partidos políticos,
en los consejos comunales, en las comunas en construcción, en movimientos
sociales, etc. se van generando inevitables contradicciones internas,
conflictos, polémicas que muchas veces sus integrantes no saben cómo
manejar o solucionar trayendo como consecuencia el abandono de la organización
y de la lucha o el pase al bando contrario?
3.4.
¿Esa buena parte del pueblo se está dando cuenta que los logros socioeducativos,
económicos, políticos y culturales obtenidos durante estos 11 años,
se pueden mantener en el tiempo no tan solo con la presencia de Chávez
en el poder, sino que deben defenderse con una movilización sociopolítica,
caracterizada por un compromiso permanente y, en algunos casos, un desgaste
físico y mental que no todo el mundo está dispuesto a sacrificar?
Amigos
lectores: estos y otros obstáculos en la participación son históricamente
comunes y constantes en el movimiento popular. Y son, precisamente,
esos obstáculos los que hacen, paradójicamente, madurar y crecer a
la organización político – social.
Si el Estado, considerándose revolucionario y promotor del poder popular,
hubiese creado, hace mucho tiempo atrás, una gran escuela de participación
sociopolítica (UNA SOLA), basada en la metolodología de Educación
Popular, en donde se abrieran espacios para, entre otras teorías y
practicas, analizar, dialógicamente, los procesos grupales por
los que han tenido que pasar todos los equipos y grupos de trabajo que
han hecho vida en la política venezolana y latinoamericana, todos esos
obstáculos ocurridos en el trabajo popular, en el PSUV y en la gestión
pública actual, se hubieran podido superar y, los resultados electorales,
por ende, hubiesen apoyado aún más la opción del socialismo.
Si
queremos que la Revolución Bolivariana, en consecuencia, se consolide
y permanezca para siempre, debemos, entre otras tantas tareas, instalar
las competencias en materia de participación ciudadana y revolucionaria,
así como motivar e instar a más gente a incorporarse en estos procesos,
de manera de ir cultivando progresivamente los hombres y mujeres nuevos
con una formación y conciencia que haga frente a la desmovilización
y a los falsos atractivos del capitalismo. Estamos a tiempo.
¡A pesar de las adversidades,
no nos cansemos de participar para consolidar la Revolución!