Yo también
recibí la orden pública que los carcamales de la “Real”
academia española dieron para todas las personas a quienes nos impusieron
su lengua hace siglos. Ese pronunciamiento es la expresión de los sectores
más reaccionarios de España, quienes aún se creen que pueden decirle
a todo el planeta lo que tiene que hacer, porque en sus dominios "no
se pone el sol". Que se bajen de esa nube.
Los realistas
ultra reaccionarios de España -en el poder desde hace mucho- han lanzado
sus dardos de control colonial a través del idioma. “Español”,
su idioma. Pero desde que nos lo impusieron hace quinientos años también
es nuestro, y lo hablamos y escribimos como queramos, así les duela
a los realistas que, bajo el mando de Simón Bolívar, nuestros ancestros
derrotaron hace doscientos años.
El problema
del masculino y el femenino no es un asunto de gramática, porque ésta
está a nuestro favor. Utilizar el masculino para englobar a toda
la humanidad es un precepto machista y retrógrado. Ocurre que los machos
se enojarían si se utilizara el femenino para referirse a ellos. Pero
nosotras, sí tenemos que calárnosla sumisamente. Ojo, No se trata
de ir contra los hombres, sino con la justicia. De estar a su lado en
análogas condiciones. El idioma es una expresión de la evolución
de las sociedades que les dan origen, y por lo tanto tiene que evolucionar
junto con la sociedad.
En muchos idiomas
hay palabras para distinguir el femenino y el masculino, y en otros
-como el inglés, que nos sirven hasta en la sopa- no existe una diferenciación
que signifuque imposición de uno u otro género. Pero los españoles
que están en la academia no son ni siquiera medianamente cultos.
El lugar
del mundo donde están ocurriendo hechos trascendentales en este momento
es Latino américa, y Venezuela es el ojo del huracán revolucionario
cuyo ejemplo, pese a todas nuestras imperfecciones, está
transformando sociedades en todo el continente, y en otras partes
del mundo es un ejemplo que no está ausente, por ejemplo, en el Octubre
francés.
Así que
es aquí, en el Sur, donde el idioma español, que es el que hablamos,
con las características dialécticas locales, es aquí, donde se
introducen los neologismos que van surgiendo del cambio social.
La introducción de la equidad de género en nuestra constitución,
y en la de otros países progresistas y revolucionarios, está
produciendo un movimiento en el idioma.
Si a los viejos carcamales de esa “real” academia no les gusta,
bueno.
Si la inclusión
del femenino en los plurales genéricos, llegara a ser incómodo en
la práctica, ciertamente que se inventará otra palabra. Es un hecho
social que afecta a todo el idioma español, gústele o no a los dinosaurios
franquistas. En cuanto a la diferencia entre sexo y género, la
opinión de esos tipejos es también una antigualla que contradice incluso
la lingüística. El género incluye personas, animales y cosas, y el
sexo es específico de personas y animales. Las personas y los animales
tienen género y sexo, en tanto que las cosas sólo tienen género.
Y la diferenciación entre estas ideas lingüísticas tiene raíces
filosóficas más profundas de lo que pueden entender esos decrépitos
ancianos reaccionarios y los inconscientes que aún se sienten orgullosos
de obedecer sus estupideces. La expresión “violencia de género”
es, redundantemente, más genérica. Dentro de la violencia de género
se incluye la violencia sexual, que es más específicamente referida
a los abusos sexuales de diferente índole. La discriminación de la
mujer en las áreas académicas, en el trabajo, por ejemplo, es violencia
de género, pero no sexual, a menos que incluya operación colchón.
Esos tiranosaurios tendrían que leerse nuestras leyes, para entender
el sentido de la frase, antes de repetir los estribillos reaccionarios
de los que se creen mejores que el resto del mundo.
Y la grosera
prepotencia conque el lacayo idiomático que motivó esta réplica,
pretende tildar de “ignorantes” a quienes no obedezcamos a
los realistas de la academia española, abandonando nuestras conquistas
históricas, podría definirse, hilando muy fino, como violencia de
género.
Nosotros no
fuimos a España a robarles su idioma. Ellos vinieron a robarnos todo
cuanto teníamos y nos obligaron a aprender su idioma, para que les
pudiéramos obedecer mejor, pero eso ha cambiado.
La evolución
de los idiomas es asunto de los usos y costumbres de los pueblos, que
los crean y hacen evolucionar. Viejitos como esos académicos anquilosados,
sólo tienen que ocuparse de anotar, en los libros de la Academia, las
palabras nuevas que nosotros, los pueblos, creamos. Claro que, inicialmente,
se van a oponer, como se oponen todos los reaccionarios a los cambios
trascendentales.
Por mi parte,
estoy con la equidad de género y con la inclusión de neologismos.
Aquí, hace más de doscientos años hicimos una guerra, y la ganamos,
para no tener que obedecer a los realistas españoles. Ahora que se
la calen. Tendrán que aceptar las nuevas ideas, las nuevas realidades
y las nuevas palabras, frases y giros idiomáticos, que rodarán por
el mundo, evolucionarán y finalmente ellos tendrán que inclinarse
para, con sus temblorosas manos de ancianos decrépitos e impotentes,
anotarlas en los libros académicos de los cuales están tan orgullosos.
Tendrán que obedecer a los pueblos del mundo.
Y sería bueno
que estos presuntos profesores buscaran la manera de ampliar sus horizontes,
de ir más allá de la obediencia al poder establecido por los
tipos más reaccionarios de Europa, y del mundo. Que investiguen, que
oigan a los pueblos, que aprendan a sentir el pulso de la historia y
sus grandes transformaciones, que se manifiestan en palabras. Palabras
creadoras, y no sepultureras de las conquistas de los pueblos.
Que se traguen
sus “uves” y su machismo idiomático, que se lo tomen con soda,
pero los pueblos seguiremos evolucionando, creando realidades y modificando
idiomas.
Y LAS CONQUISTAS DE LA MUJER LATINOAMERICANA EN CUANTO A LA EQUIDAD DE GÉNERO, NO SÓLO LLEGÓ PARA QUEDARSE, SINO QUE ES UNA LUZ DE BENGALA QUE SEÑALA EL CAMINO A LAS MUJERES QUE, EN EL MUNDO, SIGUEN LA LUCHA MILENARIA POR NUESTROS DERECHOS.
andrea.coa@gmail.com