180 años han transcurrido de aquella triste tarde, de San Pedro Alejandrino donde ocurre la fatal partida de aquel genial hombre, iluminado por el faro de la libertad: El Libertador Simón Bolívar, quien en su traviesa y aguda visión política y social, enfatiza su profundo pensamiento humanístico y expresa su más acervo sueño en el que plasma el ideal de la esencia vital que dimana del sentir libertario de su espíritu inquieto y rebosante de fervor y sagrada dedicación por erradicar los destellos del oprobio imperialista, que en su tiempo como en el nuestro, producen los mismos males, que mancillan el perfil humano con el dolor que propinan los efectos de la opresión, la exclusión y la explotación del hombre por el hombre.
Bolívar acrisola su místico ser entre las fibras del cristal visionario que alberga en su atormentado delirio, en la lucha contra el avatar del tiempo que lo hace infalible a las veleidades del combate por la causa de la libertad. Aunque en los momentos más críticos se sintió extenuado, supo ahorrar fuerzas para zurcir su deshilarte anhelo, como urdiendo con sus propias manos el tejido del manto del iris de la libertad, en el telar de su imaginario sueño que le sirvió de estandarte de triunfo para dar soltura a los seres humanos, sumidos en el más infernal sistema esclavista, que clamorosos invocaban el bendito nombre de la libertad.
Era América con su grito desesperado por la injusticia, que reclama con la intensidad del embate oprobioso que nubla con despotismo el destino de un pueblo azotado por la rudeza ruin del colonizador, que con su fuerza absurda arremetió con saña.
Es allí donde Bolívar alimenta con su acción los mandamientos de su ideal, colmando de esperanzas a aquellos que gimen en el desdichado valle del dolor, donde reinan los lamentos y las lágrimas producto del martirio que imponen con desmanes de infamia, los que se hicieron dueños del poder y las riquezas del pueblo, a expensas del sacrificio humano.
Para Bolívar era aquel sueño, la América que se proponía despertar ¡La América estaba despertando! Y se estremecía desde su corazón el fuerte oleaje de los impulsos que con su transparente espiritualidad hace remembrar los escollos que echan al vuelo su ideal hasta las cumbres donde el cóndor sacude violento sus fuertes alas para doblegar el recio vendaval que siempre ha sido obstáculo obligado para la marcha hacia ·el norte de la liberación y desde allí; desde las cumbres del Monte Sacro, da inicio irreversible al fatídico batallar de su periplo emancipador, sin dar pie atrás, en su asonada marcha.
Y desde ese olímpico umbral, da su palabra al tiempo, en el momento en que el tiempo es su maestro; ¡El grito es América! Y sus oídos se abren al llamado redentor, hasta terminar con su cansancio a cuestas y aturdido por la semblanza que el tiempo adverso destina, y con su tormenta nostálgica, sucumbe su presencia física en San Pedro Alejandrino, sobre aquel triste lecho de pasión, inmutador de sacrificios, que como la levadura va fermentando el pan de la libertad en su profundo delirio, donde germina la simiente que dará el exquisito fruto de la redención, cuya semilla han de plantar infinitas generaciones que se dirigen hacia el luminoso faro de la liberación social, como legado imprescriptible de la humanidad.
El hombre de las dificultades, ¡No vacila! Pues, "es perder". Su voz se oye retumbar por toda la América. Desde el Orinoco abraza al mundo y desde Potosí lo observa cauteloso. Su espada fulgura entre la temeraria opresión esclavista. Su nombre crece como la sombra bajo el sol vespertino que se confunde entré el brillo crepuscular y, como el majestuoso ejemplo humanista se agiganta sobre la tierra como el portentoso Himalaya.
¡Bolívar
despierta! Despierta América y se hace el héroe
como se hare la luz que ilumina la invidencia de quienes
están vedados
del sagrado derecho a ser libres, y valientes se levantan para dar el salto redentor que
les conduce hacia
la libertad y desde allí
construir "el 'sistema de gobierno más perfecto que es aquel que produce
mayor
suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad
política".
Bolívar inmortaliza su cristalina acción, que con su pluma y con su espada, escribe y doblega obstáculos; filosofa y combate. Y aún continúa su combate hecho pueblo, salido de su pluma y su espada, mientras su voz desde su espiritual aposento se hace oír con su clamor impaciente por más de doscientos años, se ha calmado, cuando nuestro pueblo ha oído el llamado al encuentro de nuestras voluntades decididas, impregnadas por el pensamiento y el ideal que señala el norte hacia la conquista de la justicia social, la y la independencia completa de nuestra nación y por sobre todo; la libertad que hoy más que nunca añoramos con urgida ansiedad, pero con la esperanza hecha realidad, cuando estamos justo en el momento cuando el clarín llama para la defensa de la revolución rumbo a la construcción de la Patria Socialista.
Estamos en el tiempo preciso en que Bolívar su pluma y su espada aún reclaman su autentica vigencia histórica. La triste tarde de San Pedro Alejandrino, quedará en las páginas de nuestra historia para la reflexión y el permanente recuerdo, porque nuestra voz es la voz de la libertad, la voz de la revolución; es Bolívar hecho pueblo y el pueblo hecho patria.
Ya Bolívar no duerme en el
Panteón, Ahora descansa. Y mientras descansa se fermenta y se multiplica
el ideal de la libertad, y su espada camina por América Latina y en
este glorioso momento podemos decir con Asturias:
"No
nos juzgues, Bolívar, antes del
día último porque creemos en la
comunión de los hombres que comulgan
con el pueblo, sólo el pueblo hace libre a los hombres…
Creemos
en la resurrección de los
héroe y en la vida perdurable de los que
como tú, Libertador, no mueren, cierran
los ojos y se quedan velando”.
Santa Inés, diciembre de 2010
(*) Activador de la Misión Cultura en Santa Inés, Municipio Urdaneta del Estado Lara