Es evidente el odio y resentimiento que dichos personajes transpiran hacia todo lo que les huele a revolución o socialismo y era tanto el desagrado que muestran por estar allí rodeado de chavistas, que no pueden ocultarlo por muchas poses que quisieran asumir.
Sin embargo, hay un hecho que es innegable y es que tan repugnantes personajes fueron electos por una parte importante de venezolanos. Esto, gracias a que los votos no pueden valorarse o pesarse: simplemente se cuentan y listo. Es decir, si quien votó fue un disociado, un resentido o un enfermo mental eso no lo podemos saber, simplemente ese voto vale y se cuenta e hizo que llegaran estos señores a la Asamblea Nacional.
El caso es que están allí cuando nosotros creíamos que no volverían jamás y eso a la vez nos indica que ha habido una falla, o quizás más de una, que ha ocasionado que regresaran a ocupar una parte del cuerpo legislativo muchos de estos personajes que verdaderamente pertenecen al período jurásico de la política venezolana. Esto es algo que hay que someter a revisión dentro del proceso revolucionario porque significa que más allá de la existencia de algunos disociados o enfermos o lo que sea, hay un porcentaje de población que por al votar por los susodichos está manifestando su descontento.
Se sabe que nunca será posible que esté la población cien por ciento contenta con lo que haga el gobierno revolucionario. No obstante, el hecho de que pueda lograrse que este porcentaje de descontento sea cada vez menor representará que, en efecto, se está cumpliendo el objetivo de alcanzar la pregonada mayor suma de felicidad posible.
Lo patético de todo esto sería que, a lo calladito, casi “sin querer queriendo” haya mucho seudorevolucionario por allí, deseando llegar a algún acuerdo con los diputados de la oposición por creer ingenuamente que es posible conciliar con quienes le han hecho tanto daño al país. Al respecto, hay que estar más vigilantes que nunca y permanecer estrictos en cuanto al cumplimiento de los lineamientos que señale nuestro comandante presidente.
No debe haber confusión posible, mucho menos medias tintas. La nueva Asamblea Nacional está obligada a responderle al pueblo que la colocó allí y quiso a una mayoría socialista en la que confía. Parafraseando a Simón Bolívar, puede afirmarse que el cuerpo legislativo está obligada a que en la medida en que las condiciones del país presenten mayor grado de conflicto político debe ser más rígida y serlo menos en la medida que la intensidad de ese conflicto cese. Eso es lo que garantizará que todos los esperpentos que realmente no quieren ni el bienestar para el país ni para el pueblo regresen jamás.