Dudo que exista alguien en este país que más acremente haya criticado y critique como yo, al hoy ya muy viejo Domingo Alberto Rangel.
Recuerdo que siendo muchacho, en los años sesenta, mi mayor placer era leerle a mi padre los discursos de Domingo Alberto Rangel en el Congreso Nacional.
En ocasiones, me iba hasta el Congreso para escucharlo directamente, porque colocaban unos parlantes para el público que se apostaba en las afueras del parlamento.
Otras veces lo vi dictando clase en la Facultad de Economía de la UCV.
Cuánto talento perdido. Cuánto talento desperdiciado.
Ya hoy sabemos que Domingo Alberto Rangel giró hacia la derecha y terminó más escuálido que cualquier vieja delirante de la Plaza Altamira. Lástima.
Yo ahora me la paso visitando venta de libros usados y comprando sus libros. Me los he leído casi todos: cuántas enseñanzas, cuánta sabiduría. Lástima.
De un tirón me leí “La revolución de las fantasías”, ediciones Ofidi, editado en 1966; también estudié de nuevo su libro “La oligarquía del Dinero” que debería leer todo revolucionario en este país. Y hoy reviso su trabajo “El gran negocio” que trata de un análisis sobre las elecciones de 1973 en las que resultó victorioso CAP.
En “La revolución de las fantasías”, hay algunos datos que debemos tener presente, como por ejemplo, que las empresas de seguro surgieron en Venezuela en la década de los cincuenta, y nos revela que el grupo Mendoza-Vollmer se aprovechó de la dictadura de Pérez Jiménez para aumentar su poderosa riqueza.
Domingo Alberto conocía muchos secretos nefastos de Rómulo Betancourt, pero no se atrevió a hacerlos público en su momento, por ejemplo, Domingo sabía que Eugenia Mendoza era tremendo ladrón y farsante y fue Betancourt el prácticamente lo impelió a que se cogiera un puesto en la Junta de Gobierno de 1958. Pues, por Domingo nos enteramos en “La revolución de las fantasías”, que Eugenio Mendoza fue embajador ad-hoc de Pérez Jiménez en 1950.
Cuenta domingo Alberto que todavía para de esa fecha él creía un poco en Estados Unidos. A la conferencia interamericana realizada en Panamá donde Pérez Jiménez y sola propuesta del 1%, asistió Hernán Siles Suazo presidente electo de Bolivia. Hernán Siles telefoneó a domingo Alberto Rangel y le dijo: "a Eisenhower no le gustó la actitud de tu presidente. No sé qué vas a ser un querer es tan imperialista cuando estados unidos a corral de a Venezuela".
Dice domingo Alberto que él creyó que aquello en una broma. En aquellos tiempos estados unidos se molestaba por todo lo que tuviese que ver con la creación de fondos multilaterales de ayuda, y agrega Rangel: "porque ello chocaba con el carácter colonizador que han impartido los norteamericanos a sus donaciones y créditos. El mismo Siles hubo de comprobarlo en las Naciones Unidas. Y hacia 1955 pronunció el dirigente boliviano un vibrante discurso, en cuya elaboración participamos el autor y yo, encerrados en su casa de la paz durante dos días en. Cuando terminó la lectura de esa pieza-en la que planteaba la necesidad de acabar con las ayudas nacionales para instituir una bolsa común que manejaran las Naciones Unidas-el señor Foster Dulles le dirigió una fría mirada mientras el impenetrable molotov convertía sus manos en matraca. Un Pérez Jiménez a quien no miraban ya muy bien lengua sin ton dejaba de ser atractivo para una burguesía tan mimética a los dictados norteamericanos como es la nuestra".
Así escribía aquel Domingo Alberto Rangel joven que pudo haber hecho un gran papel en la revolución bolivariana que hoy lidera Chávez, pero no quiso, no pudo o no tenía real voluntad ni carácter para meterle el hombro, para ponerle el pecho. Lástima.
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