Rodrigo Cabezas, como viejo guerrillero, tiene el corazón a la izquierda, pero lo usa poco. En su discurso (ver en Google) cita a las mujeres que lucharon por la libertad y por la justicia, desde Juana de Arco (traicionada por Dios y el Rey) hasta Manuelita Sáenz, de Rosa Luxemburgo a la zamura Teresa de Calcuta, de la corrupta Indira Gandhi a Miriam Makeba, de la Negra Matea a Teresa de la Parra, de Argelia Laya a Yolanda Moreno, de Doris Wells a la Madre de San José…
TERESA DE LA PAJA
Teresa de la Parra, hija de latifundistas nació en Paris, murió en Madrid y pasaba temporadas en Venezuela, y es la autora de dos obritas (Ifigenia y Memorias Mamá Blanca) que hoy nadie lee porque a nadie interesan, retratos costumbristas de una Venezuela idílica para entretener a parisinas aburridas. Aunque Teresa de la Paja alardeaba de liberada entre las escuálidas de su época, era profundamente reaccionaria:
“…una vez que asistí en París a una conferencia feminista no atendí a nada de lo que dijeron. Si fuera hoy no perdería ni una sílaba… pero bueno, es que también: ¡con aquellos pies y aquellos zapatos! Mira, tío Pancho, figúrate que a la vieja que daba la conferencia se le veían los dos pies cruzados, en el suelo, claro, bajo la mesa, y eran ¡de lo que no te puedes imaginar! ¡Qué ordinariez!... (de la Parra 1982: 73).
Teresa de la Parra escribió cartas adulantes al sanguinolento tirano de Cuba Gerardo Machado, en las cuales lo alababa por parecerse a su amado Juan Vicente Gómez en el mantenimiento del orden y la persecución de comunistas; y a su paso por Caracas en 1928 felicitó al Benemérito por reprimir y encarcelar a los estudiantes. No por ignorante, sino por sus convicciones de clase, esta perra escribía:
“…la igualdad de los sexos, lo mismo que cualquier otra igualdad, es absurda, porque es contraria a las leyes de la naturaleza que detesta la democracia y abomina la justicia. Fíjate. Mira a nuestro alrededor. Todo está hecho de jerarquías y de aristocracias; los seres más fuertes viven a expensas de los más débiles, y en toda la naturaleza impera una gran armonía basada en la opresión, el crimen y el robo…”
LA PAJA DE CABEZAS
Teresa de la Parra está muerta y enterrada. No puede votar por María Corina. Pero el Parlatino aún vive y Rodrigo Cabezas parece dispuesto a revivir la Cuarta República entre cuatro paredes, mediante infames pactos parlamentarios. Si no ¿cómo se explica que haya terminado su discurso alabando, entre las mujeres que han luchado, a “Doña Menca de Leoni y a Doña Alicia Pietri de Caldera”? Que yo sepa, el único mérito de estas damas fue lavar amorosamente las manos ensangrentadas de sus maridos, lacayos asesinos, y brindarles dado el apoyo moral necesario para seguir adelante con la infame misión de la antipatria.
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