EL MERCURIO DE CARACAS
La hoy infame familia Otero y su diario fueron, en tiempos del escritor Miguel Otero Silva (1908-1985), una referencia política y cultural progresista de Venezuela. En la actualidad, abandonado por sus lectores, el diario recibe publicidad que contada centímetro a centímetro es insuficiente para su funcionamiento y menos para explicar la adquisición de su nueva sede. Los adversarios de su política editorial lo llaman “El Mercurio de Caracas” convencidos que, al igual que el diario chileno durante la conspiración contra Allende, se mantiene con subsidios millonarios de Washington y sus agencias.La bonanza producida por las actividades encubiertas de “El Nazional” alcanza para comprar nueva sede y mantener intacto el nivel de vida de la familia Otero, sus comensales y bufones, pero nada le toca a los obreros que hoy se ven, finalmente, beneficiados por la sentencia de la Sala de Casación Social del Tribunal Supremo de Justicia, después de años de litigio en los Juzgados del Trabajo.
BOBOLONGO 2D
Propietario y director de “El Nazional” es Miguel Enrique Otero, típico “fin de raza” a quien el también opositor Teodoro Petkoff encajó el apodo indeleble de “Bobolongo” por su manifiesta cortedad ética e intelectual. Miguel Enrique “Bobolongo” Otero forma parte del grupúsculo opositor “Movimiento 2D”, filtro colector de los fenómenos de feria conspirativa de la Venezuela anti-Chávez.
¿Qué clase de gente es capaz de mantener una vida culta y cosmopolita mientras disputa, centavo a centavo y durante años, los derechos de alimentación de “sus” trabajadores y los hijos de sus trabajadores? Pues la peor, justamente la clase de gente que perdió el poder político y está perdiendo el poder económico en la Revolución Bolivariana, la clase de gente que no volverá al poder en Venezuela, incluso con el apoyo de una alianza de todos los imperialistas del planeta, sin antes verla destruida en la más larga y sangrienta de las guerras civiles.
Cimientos corroídos por la mezquindad, ventanas cegadas por la estupidez, vigas carcomidas de maldad, la Casa Otero se cimbra por las victorias de sus trabajadores y la revolución. Cuando la Casa finalmente caiga, Miguel Otero volverá a ser director de El Nacional.
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