Exactamente ¿que es
lo que se evalúa cuando periodistas, filósofos e historiadores, afirman
que existe una “crisis de ideas” en la sociedad? Al dejarme tentar
por tal afirmación, con asombro concluyo que sí. Coincido con la existencia
de una crisis general en las ideas. Me convenzo, al enterarme que los
problemas, necesidades, deficiencias, conflictos, riesgos, violencia
y engaños, se repiten en casi todos los pueblos del mundo sin importar
la cultura, el grado de desarrollo o el “valor” relativo de la moneda
que utilicen para relacionarse; y es inevitable pensar en la búsqueda
que origina dicha crisis.
La crisis esta presente.
No se vislumbra solución al cúmulo de factores.
En nuestra latitud, pareciera
que fue hace muchos años, lo que mediáticamente se nos vendió
como el “Milagro Cavallo”, quien fue un ministro de economía del
presidente Menen de Argentina. A continuación también se le atribuyó,
sin la misma profusión mediática, el mismo atributo al asesino de
Pinochet y su equipo económico. Los cambios de gobierno son los que
siempre han desmontado los falsos “milagros” porque realmente nunca
disminuyeron las necesidades ni los conflictos. Lo que si se había
incrementado fueron los engaños y las mentiras. Esta ultima hacia el
exterior con el sempiterno aparato propagandístico.
Los pueblos hermanos
conocen la triste verdad: se incrementaron los pobres y las diferencias
sociales continúan profundizándose, y con ello, los riesgos, la inseguridad
y la violencia. Esto quiere decir, que la crisis de las ideas no es
nueva. Nos agota desde hace tiempo.
Es inevitable que piense
que la desadaptación del sistema educativo a las nuevas demandas organizativas
de la sociedad, es la mayor responsable de esta crisis. Porque es común
y reiterativo en el tiempo, que los pueblos reclamen mayor o igualdad
de oportunidades para estudiar en todos los niveles. Lo que pasa, es
que la necesidad de ampliar o construir una escuela o un liceo no es
noticia mediática. Tampoco lo es, la ya urgente revisión de los pensum
de estudios para los docentes de todos los niveles; así como de la
calidad, pertinencia y técnica de los conocimientos que se impartan.
Existe un total divorcio entre los conocimientos que se imparten y los
que realmente necesitamos que se den para construir sociedades inmersas
en una realidad mundial cambiante, sociedades democráticas, participativas
y protagónicas.
Lamentablemente no se
nos educa, ni capacita para comprender y transformar la realidad, donde
cada día, son mayores las necesidades y deficiencias, y por lo tanto
aumentan los riesgos y la violencia, la competencia desleal.
Esta crisis de ideas
persiste porque no estamos en capacidad de asumir que el Estado tiene
que promover, con el poyo de todas las instituciones, que tenemos que
capacitar realmente a los niños y jóvenes a comprender la realidad
para que se interesen en transformarla. Porque se trata de su futuro,
de su vida, de la nación, incluso del mundo.
Sigo buscando los orígenes
de esta crisis en las ideas y observo que la comunicación sencilla
y personal que enlaza compromisos personificados, de afectos cotidianos
y emociones humanas, se ha extraviado por la velocidad del tiempo comunicacional.
La comunicación se ha
despersonificado, se reduce a mensajes múltiples, resultando cada vez
mas difícil asumir compromisos colectivos, responsabilidades sociales,
de lucha. Las luchas para que sean posibles, todo estaremos de acuerdo,
se requiere que exista un interés común, es decir, una idea común.
Esta comunicación muy diversa y general, nada personalizada, porque
no genera compromiso que se pueda materializar en el espacio, lo que
genera es un escapismo. No hay tiempo para observar la realidad que
los y las rodea.
Es necesario puntualizar
que, seguramente existen excepciones, me estoy refiriendo a los jóvenes,
adolescentes y estudiantes universitarios de ambos sexos de hasta 30
años. Y si observaran la realidad que los rodea, creerán que no es
su responsabilidad o que no están en capacidad de asumir esa responsabilidad.
Esta manera impersonal
de comunicación, genera falta de compromiso. A las personas hoy día,
es muy común, que no les guste participar, porque de esa manera evaden
responsabilizarse de “algo” sobre todo si ese algo implica luchar
en colectivo.
La crisis en las ideas,
creo que aquí esta manifestada. Porque la práctica se ha hecho tan
común en toda la sociedad, que ya no se generan ni construyen ideas
nuevas. La falta de compromiso no genera participación, menos protagonismo
en nuestros jóvenes. Se aprecia una “flojera” mental.
Los que sí no han
dejado de pensar, son los que controlan los medios de comunicación,
y los mas profundos en las ideas son los que tienen el dominio de los
medios por Internet (ya que al ofrecer la respuesta a “todo”, mediante
el fácil acceso a la Web, coartan el discernimiento y con ello la generación
de nuevos conocimiento) y que se retroalimentan a través del control
de este nuevo método de comunicación cibernético llamado redes sociales.
Pareciera muy difícil,
plantarse regresar a esquemas de enseñanza-aprendizaje donde se valoraba
la excelencia, la limpieza y donde la coherencia era guiada por valores
y principios democráticos, de libertad y justicia por casi todos aceptados.
Creo que el reto de superar
la crisis en las ideas, nos plantea vislumbrar otros paradigmas, sin
perder la razón del bien. Lo otro es tenebroso. Donde parece que el
hombre, cada vez más, va perdiendo la necesidad de pensar.
merlemesino@gmail.com (Este correo electronico es de Merle Mesino hijo del autor del articulo)