Cuando se censuran la palabra, la crítica y el pensamiento rebelde, puede morir la revolución

Dispersos

Por qué no unirnos

y luchamos como hermanos

por la Patria que está herida,

nuestra Patria, la que amamos 

pregunto, pregunto:

¿por qué nos dividimos?

si solo alegramos

a nuestros enemigos

¿por qué nos empeñamos

en aislar nuestras luchas? 

las luchas que nos deben llevar

a la victoria final

las luchas que nos deben llevar

a la victoria final

(Alí  Primera R.) 
 

Hoy, tanto como siempre, tiene vigencia esta poesía hecha canción, escrita por el cantor del pueblo venezolano, Alí Primera, quien desde la dimensión en la que se encuentre, probablemente siga entonándola con amarga certeza. 

Basta revisar los acontecimientos dentro de nuestro proceso. Si a alguien se le ocurre opinar, con argumentos y con base en análisis sinceros, frescos y sin dobleces, en contra de cualquier decisión que tomen el Presidente o el gobierno revolucionario; entonces, le caen encima, desde las propias trincheras revolucionarias, las granadas del descrédito, las bombas de la descalificación. Ay! pero, cuando el gobierno o el presidente rectifican, admitiendo que se han equivocado, esas mismas gentes quedan descolocadas momentáneamente, pues pasado el estupor, fabrican argumentos y razones para valorar la mencionada rectificación. Eso sí: nada que reconocen a quienes opinaron o exigieron tal cambio de rumbo. 

Pareciera entonces que, quienes predican la igualdad dentro de las propias filas revolucionarias, se creen más iguales que otros y otras. Entonces, se arrogan la certeza de las opiniones y de los hechos. Se autoerigen más chavistas que Chávez. Se atreven a citar frases de personajes revolucionarios, para justificar sus acciones y defenestrar a aquellas personas que no se acoplen a sus prácticas burguesas, autoritarias, complacientes y/o sectarias. Pareciera que la humildad montó tienda aparte hace rato… 

Ante cualquier evento, las personas podemos y ¡tenemos el derecho!, de opinar de acuerdo a nuestros respectivos marcos de referencia. Eso permite que un mismo asunto tenga tantas aristas como personas lo analicen. Eso es parte de la riqueza o diversidad que deberíamos buscar y alentar. Sin embargo, la realidad parece apuntar en sentido contrario. Hay que esperar que se dicten o bajen las “líneas” para, en función de eso, actuar, pensar, obrar, decidir…es decir, repetir. Las más de las veces sin que medie la posibilidad de argumentar en contra o de complementar la línea con propuestas. Una se pregunta entonces: ¿no es este un proceso incluyente en el cual las masas, el pueblo, tiene el poder, la palabra (voz de Dios, decían algunos), la soberanía?, ¿cómo es que pasamos de “mandadores” a “obedientes borregos”? 

La rebeldía de los espíritus libertarios, la osadía del pensamiento crítico, la magia de un sueño posible, el afán de destruir estructuras anquilosadas, la voluntad de hacer triunfar la honestidad y la ternura, el amor como bandera y como escudo, la solidaridad militante y otras características de tantos “comeflores” que procuramos hacer revolución, son aspectos irrelevantes, innecesarios, contraproducentes, incomprensibles y claramente ridiculizables, a los ojos de otras u otros miembros del proceso, con mayor o menor peso específico dentro del mismo, pero con visiones y actitudes más parecidas al fascismo que debemos combatir. 

Así vamos recorriendo este tortuoso y lento camino hacia la transición socialista: dispersos. Cada quien caminando sus propias veredas. Algunas gentes, prevalidas o no del poder que ostentan, colocando barricadas en los caminos de otras. Tratando de acallar sus voces. Procurando disimular la crítica. Evitando que al Rey se le diga que está desnudo. Abonando el terreno para que florezcan las semillas del desencanto y la desilusión. Trabajando, consciente o inconscientemente, para la derecha. Abriendo brechas (no como Alí, lamentablemente) para separar los rumbos. Propiciando el culto a la personalidad y no a la idea. En fin: dispersos corazones que latimos (los más) por una América unida, libre, soberana, que soñamos y obramos para construir la nueva ética revolucionaria, que bombeamos sangre a las venas maravillosas del poder popular. 

El sistema trabajó  muy bien, afianzando los antivalores que hoy sufrimos. El individualismo, el egocentrismo, el orgullo, la competencia (no importa si desleal), el “póngame donde haiga”, entre otras características, nos fueron sembradas profundamente en el subconsciente y afloran, claro que afloran, en el momento menos esperado. Nuestra principal batalla, entonces, es contra nuestros propios monstruos. Vencerlos y cambiarlos por otros más cónsonos con nuestro proceso, pudiera permitir que la dispersión vaya disminuyendo y, al fin, nos encontremos, aceptemos, respetemos y dialoguemos…como iguales. 

PD: Nuestro proceso no puede ser sinónimo de censura, silencio informativo, cierre de programas. La libertad de expresión ha de ser nuestra principal fortaleza. Vaya nuestra palabra de solidaridad con los “Rojos e Irreverentes” 

Los pueblos sabemos pa’ donde vamos… 
 

(*) Frente de Izquierda Revolucionaria Alberto Müller Rojas

      Movimiento Continental Bolivariano-Capítulo Aragua 

nymphamar2@yahoo.com.mx



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Ninfa Monasterios Guevara (*)


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