Dice la canción: “Te vestiste de amarillo pa’ que no te conociera” y hubo quien se la creyó.
Si una sociedad justa se construyera con colores y consignas, qué fácil sería todo; pero la construcción de una patria justa, libre y soberana requiere mucho más que eso, requiere tantísimo más que citas sobadas tan por encimita que un simple cambio de camisa puede trastocar al experto citador quien, convertido en una especie de vidente miope, busca símbolos que vaticinen un futuro, siempre aterrador, mientras ignora que la única verdad es la realidad.
¡Oh! bola de cristal muéstrame nuestra derrota… ¡Pardiez! ¡Una camisa amarilla! Típico síntoma de giro a la derecha… ¿Cómo que independencia antes que patria socialista? ¿Y dónde me dejan a la muerte? No, bola de cristal en forma de tele pantalla plana, no me digas que habló de la clase media, pequeños burgueses buenos para nada… ¿La clase media explotada? ¡Qué risa! -dice el augur pero se corrige inmediata y revolucionariamente frunciendo el ceño combativo: ¡No hay conciliación posible! No los necesitamos… Que solo el pueblo salva al pueblo… ¿Cómo que qué es el pueblo? Pues la gente que no tiene nada, los pobres, los excluidos, los explotados… Que la clase media no es pueblo, bueno, y yo tampoco pero me salvo porque soy el vidente, claro… El pueblo es, pues, ese que huele a lágrimas, a sufrimiento... ¿Cómo que el que oye regetón? Nooo, el regetón, el merengue no son revolucionarios y menos lo es bailar en la playa muertos de risa... La única muerte admisible es en la lucha, nunca de risa, porque las revoluciones son cosa seria, solemnes, rojas y negras, puño alzado, cerrado, dolorosamente cerrado… Todo lo demás es guachafita, reformismo, giro a la centro izquierda, que no es más que derecha, conciliación de clases, pacto con la burguesía, traición…
¡Traición! -grita una camisa amarilla y un llamado al diálogo, a la argumentación, a sumar fuerzas para construir la Patria, siempre que se mire a través de una bola de cristal.
Entonces no hay Canaimitas, Misión Milagros, Barrio Adentro, Cardiológico Infantil, Simoncitos, Universidades, Metros, trenes, puentes, Misión Vivienda, Mercal, Librerías del Sur, UNASUR, CELAC, alfabetización, reducción de pobreza, índices de igualdad… no hay obra ni logro suficientemente grande para tapar la evidente traición que acecha teñida de amarillo pollito.
Aferrados a sus símbolos y consignas como linterna que los guía en la noche más oscura, dedicados a la miopía, no ven el Bono Supremo por andar cazando cambios sutiles, deslices cromáticos delatores de una traición, que ni el mismísimo Fidel ha notado, pero que ellos detectan en su bola de cristal y que, en el fondo de sus almas, ruegan que llegue para poder decir: ¿Viste? Te lo dije: así no se hace una revolución.
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