Como supe lo mucho que molestó mi comentario anterior sobre la actuación de quienes se sienten inferiores, decidí inmediatamente una segunda edición. Pobres infelices los incapaces que no tienen la cualidad racional y mucho menos moral para atender un mensaje cuando lo que se busca es la reflexión. Pobrecitos los envidiosos, los incapaces y los mediocres, son todos cortados con la misma tijera y repito, por eso es que se les caen los dientes.
Dicen los sabios que el hombre odia a quien le hace sentir su propia inferioridad. Por eso soy blanco de sus ataques semana a semana. Por eso, de ser una simple y modesta columnista, pasé a ser la obsesión y el objetivo político de unos 15 partiditos opositores y de un gabinete de gobierno en pleno. Por algo será… y lo digo sin falsa modestia.
Pero como águila no caza moscas, solo quiero decirle a las moscas que mis críticas buscan el bien común y son hechas con el mayor de los respetos, claro está, el respeto que se merecen las mafias políticas de la IV, tristemente célebres por sus desafueros de la época.
En esta ciudad la declaración de inferioridad de todo un gobierno es cosa de todos los días, es un asunto público y notorio. No lo digo yo, lo dicen las encuestas, lo dicen nuestras calles llenas de huecos, lo dice la basura acumulada en cada esquina, lo dicen las barriadas desatendidas de esta ciudad que reclama un alcalde que trabaje, un alcalde que gobierne obedeciendo, pero obedeciendo a la gente, no a sus cómplices politiqueros. Ciudad Bolívar quiere un alcalde de carne y hueso, no de foto.
El que no oye consejos...
Definitivamente tampoco puede gobernar una ciudad quien tenga oído de príncipe. Con la autoridad moral que me asiste como ciudadana bolivarense le digo señor alcalde que su feria es, tal como lo dice su nuevo eslogan, un desastre. Lástima por mi ciudad, lástima por los miles de turistas que nos visitan durante esta temporada buscando encontrarse con el río y sus tradiciones. No lo dijimos a mal la primera vez y tampoco en esta ocasión. Lástima que sus asesores sean tan torpes. Recuerde el que no oye consejos no llega viejo. Hacemos la propuesta de una feria con participación de todos los sectores culturales de la ciudad. Donde la tradición de esta ciudad de río cope la escena, tal como ocurría antes, hace muuuuuuucho tiempo atrás.
Medio Paseo Orinoco a oscuras, proliferación de las ventas clandestinas de bebidas alcohólicas, falta de programación, falta de creatividad, nula presencia de tradiciones, arte y cultura, esa es la propuesta de un gobierno local que apenas organizó un templete y quiere llamarlo feria. Triste Feria, Feria triste es la referencia de turistas y visitantes… que verguenza sentimos. Un saldo negativo más para este gobierno local, pero bueno ellos dirán ¿qué es una raya más para este tigre?
Para Gustavo…
Gustavo Basanta, un amigo de siempre, un artista y un ciudadano por encima de todo, se nos fue físicamente. Partió al cielo con su cargamento de títeres. Junto a otros grandes del Mimo y del teatro seguirá seguramente ejerciendo un arte que para él fue vida y una vida que para él, fue arte. El apasionado Bolívar encarnado en Gustavo seguirá siempre entre nosotros. Sus amigos y compañeros de lucha, sus hermanos en el quehacer cultural y la ciudad entera lo despide con la tristeza de perder a uno de sus hijos, pero con la conformidad de saber que vivió como quiso, fue feliz e hizo felices a millones.
Ni una cosa ni la otra…
La tarjeta de la oposición no es única ni es unitaria. Al mejor estilo del gocho, los ideólogos de la propuesta no encuentran cómo explicar las cosas, porque el rancho está que arde, o mejor dicho, la mesa está que arde. AD y otros partidos se niegan a sacrificar su tarjeta. Los copeyanos no han logrado digerir la cosa. Primero injusticia no se distrae en esas pequeñeces, lo de ellos es macolla e Imperio. Los causarrotos sólo quieren una cosa. El filósofo no se define y los expertos comunicólogos de la oposición cayeron en su propia trampa tratando de justificar su metida de pata. La tarjeta ni es única ni es unitaria, es decir, ni una cosa ni la otra, sino todo lo contrario.
En Bolívar, los adecos no sueltan. Andan en campaña y defienden su tarjeta con sentido de pertenencia. Hay preocupación en el bullpen. Un mensaje con destino: La envidia es también una declaración de inferioridad. No me envidien, bich@s, trabajen. Una verdad ancestral y transparente como el agua.
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