A pasar el dólar de moneda nacional a global, sin convertibilidad en oro y sin el respaldo del estado desde 1971, la Reserva Federal (FED), manejada por la gran banca corporativa privada estadounidense, inundó al mundo de una masa monetaria sin sustento en la economía real. Fue así como EEUU logró independizar su economía productiva -cada vez menos competitiva- de su sistema financiero. De allí que no tema caer en la insolvencia, a pesar de los inmensos costos que generan sus guerras imperialista y crisis financieras como la del 2008. Con la maquinita de hacer billetes verdes no necesitan pedirle auxilio al FMI a cambio de someterse a sus condicionamientos draconianos, porque el precio del dólar se mantiene, no por su valor intrínseco, sino por la alta demanda que sobre él existe.
EEUU paga en dólares sus importaciones de petróleo y materias primas, que luego recoge a través de sus exportaciones. Capta los excedentes, emitiendo deuda adquirida por sus socios comerciales para convertirlos en “reservas”. Usan el ahorro de los demás para financiar su economía deficitaria. Eso le ha permitido disfrutar de estabilidad macroeconómica a pesar de su gigantesca deuda, con la complacencia de las calificadoras de riesgo gringas. Este modelo se ha hecho insostenible para los países periféricos y emergentes, por tener que asumir los costos de continuas crisis financieras que empobrecen a sus pueblos, sometiéndolos cada vez más al centro hegemónico del norte.
Por poseer Venezuela las mayores reservas petrolíferas del mundo -300.000 millones de barriles certificados- conviene estudiar la escogencia del petróleo como patrón monetario, con una equivalencia por ejemplo de 100 bolívares por cada barril de crudo. Ello fortalecería el bolívar y estabilizaría su valor. En la medida en que se pueda comprar el petróleo en bolívares, nuestra moneda tendería a ser aceptada en el mercado internacional como medio de pago. El flujo monetario externo se invertiría, dejando progresivamente de ser exportadores netos de divisas y el ahorro nacional se incrementaría al ritmo de nuestras exportaciones. Avanzaríamos hacia la ruptura del yugo de la dependencia del dólar y ganaríamos soberanía.