Ya mucho se ha dicho sobre el tema del sentimiento amoroso, por un lado, o el indeseable, por el otro, que genera el Comandante Presidente, Hugo Chávez Frías. A mi juicio este es un asunto sobre el cual hay todavía mucha tela que cortar.
La popularidad de Chávez está signada desde su origen por la emotividad y el apasionamiento positivo. El signo contrario de la oposición, afortunadamente minoritario, está inmerso en una endemia patológica dominante sólo en los segmentos A y B de la sociedad venezolana. Los otros segmentos sociales son cada vez más inmunes a la contaminación del odio antichavista burgués y pequeño burgués.
En los antichavistas se han exacerbado, sin razón, sentimientos de aborrecimiento, antipatía, enemistad, resentimiento, tirria, encono, rencor , ojeriza , repulsión y hasta los peores deseos anticristianos contra la humanidad del Comandante Chávez. Es lo que acertadamente llama Erick Rodríguez, disociación psicótica y que el pueblo con su ingenio sigue remachando cuando vocea: “Chávez los tiene locos”.
Estas desviaciones desquiciadas y antidemocráticas que marcaron a la oposición para siempre con el golpe de Estado escuálido el 11 de abril, agravadas con las aberraciones antinacionales del terrorismo petrolero y la guarimba fascista, se encuentran en la identidad oculta de los vampiros de la ultra derecha que están saliendo de su escondite estratégico, diez años después, encubiertos con el cinismo de llamarse progresistas y las falsas poses conciliadoras como las adoptadas por el candidato golpista de la MUD, promotor de aquellos hechos deleznables contra la República. El pueblo venezolano los reconoce y los sepultará el 7 de 0ctubre en el sitio que les, corresponde que es el basurero de la historia.
Los sentimientos de odio personal contra el Presidente están asociados a complejos sociales contra los afro descendientes, los excluidos, los indígenas y los pobres en general, a quienes Chávez encarna y defiende. Son sentimientos clasistas, racistas y de superioridad ancestrales que la oligarquía siempre sintió contra el pueblo. El chavismo y el antichavismo tienen un trasfondo cultural, histórico, ideológico y político que se ha concretado en expresivos sentimientos positivos o negativos, de amor o de odio, del bien o del mal simbolizados en la creación literaria y en la sabiduría popular por la leyenda de Florentino y el Diablo.
La oligarquía se ha encargado de contaminar, en alguna medida, con sus sentimientos de odio racista y clasista a sectores humildes de la población que por su inconciencia defienden el bando de sus explotadores y de sus enemigos históricos. Por eso Fidel advierte, con toda razón que en Venezuela no hay tantos oligarcas como votos saca la oposición. Esa perversión es propia de la democracia burguesa donde el capitalismo es dueño de los medios de comunicación privados y goza de mucho poder para embaucar, engañar, engatusar y confundir a su favor a la clase media y a sectores populares seducidos por los vicios del capitalismo. La proporción 22% a 55% que refleja la intención del voto a favor de Chávez confirma esta aseveración.
El amor de la mayoría del pueblo venezolano por Chávez no es una abstracción se sustenta en hechos cumplidos por primera vez por un Presidente en la historia de Venezuela que ha democratizado la industria petrolera para hacer que la salud, la educación, el deporte, la cultura, el salario mínimo digno, la cesta básica, la vivienda, la electricidad, el agua potable y la telefonía sean accesibles para todos los venezolanos en un ambiente de libertad, de respeto a los derechos humanos, de independencia y soberanía.
El odio político es lo único que se ventila en la oposición a falta de un proyecto de país imposible de revelar porque si lo hicieran, por la calle del medio, pondrían en evidencia sus propósitos inconfesables por antidemocráticos, impopulares , antipatriotas, fascistas y neoliberales que ocultan desvergonzadamente debajo de la piel de corderos indefensos.
El verdadero Capriles es el golpista del 11 de abril, el de las primarias fraudulentas de la MUD y el sionista al servicio de la ultraderecha internacional. El pueblo venezolano no se come ese cuento de la oligarquía y el imperialismo queriendo hacer pasar a su candidato por un angelito. Lamentablemente para las aspiraciones del imperio y de la burguesía nacional apátrida, su pupilo es muy mal actor y se le sale la clase con frecuencia inusitada. Véanle la cara al angelito Capriles en el video donde el diputado escuálido a la Asamblea Nacional atropella a la periodista de “Zurda Conducta” cuando ésta hace lo imposible por entrevistar al candidato de la oposición. Pongan atención después a sus hipócritas declaraciones en defensa del diputado que cometió la agresión.
Ese es el mismo Capriles invasor de la Embajada de Cuba y del frustrado linchamiento a un Ministro del Gobierno Constitucional en el 2002, por eso el pueblo no les cree. El odio de la oposición a Chávez inculcado por Globoterror, El Nazional y demás órganos de la manipulación mediática privada no tiene suficiente combustible para levantar la candidatura de un candidato incapaz de asumir su responsabilidad y de defender la ideología que profesa porque siente vergüenza de confesar su origen fascista, difundir sus convicciones neoliberales y hacer del conocimiento público su propia naturaleza íntima.
Su coqueteo con el chavismo crea repulsión en los seguidores del Presidente y a la vez desconfianza en las filas opositoras resquebrajadas por el resultado fraudulento de las primarias. Están huérfanas las masas escuálidas de un candidato capaz de despertar en sus seguidores los más elementales sentimientos de amor.
A despecho de la oposición se levanta invencible la figura gigante del Comandante amado por su pueblo, delirante de felicidad por la recuperación de la salud del Presidente. La confrontación del 7 de octubre tiene escrito su resultado en el alma y en el corazón de un pueblo noble y pacífico que hará ganar una vez más el amor sobre el odio y la violencia.
*Profesor
sergiobriceñog@yahoo.com