Un 13 de abril glorioso

Después de la felonía y los apátridas habían barrido el suelo con la Constitución Nacional, llegó el día 13 abril del año 2002. Ya en ese momento Capriles Radonski, siendo abogado, pero sin saber de derecho internacional, que invadió la sede de la embajada de Cuba, se había retirado de ahí y no pudo lograr que el personal se comiera las alfombras. También el hoy candidato presidencial escuálido, siendo abogado, pero sin conocer las leyes, junto a su compinche Leopoldo López, habían desistido de enjuiciar al legítimo ministro del Interior Ramón Rodríguez Chacín. Igualmente los contrapatrias, luego de descolgar el cuadro de Bolívar de las paredes del palacio de Miraflores y de desconocer a través de un decreto todos los poderes constituidos y a funcionarios legítimos elegidos por el pueblo, huían como los mismos ratones cuando el dueño de casa los descubre comiéndose el queso, dejándole el paquete a Carmona Estanga, quien les sirvió de títere y al final “yo no fui”, dijeron los responsables, y Pedro el Breve, pagó los delitos que hirieron sin piedad el tierno corazón de la Patria, con ese día oscuro, que por siempre perdurará en nuestra historia escrito con palabras de terror y represión en cuestiones de horas.

Mientras tanto, afuera y mucho más allá del palacio de Miraflores, un pueblo decidido a defender sus derechos y sus logros y sobre todo a su Presidente, quien desde aquel “por ahora”, le había sembrado en el alma la semilla de la esperanza, que empezaba a germinar y no estaba dispuesto que unos traidores de la patria, impidieran su crecimiento; de ahí los gritos de alegría, cuando se supo que El Comandante ya estaba en camino y que pronto estaría para abrazarse a su pueblo, que desde ahí, entendió, que jamás debe abandonarlo, porque después de más de cien años, por primera vez estaba mandando en Miraflores alguien que los entendía, que hablaba como ellos y que era de ellos.

Por eso la emoción llenó de lágrimas de alegría a los rostros, cuando apareció el Presidente elegido y querido por el pueblo, y ahí espontáneamente cantó: Volvió, volvió, volvió… y lo demás ya es historia es conocida.

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Emigdio Malaver

Margariteño. Economista y Comunicación Social. Ha colaborado con diferentes publicaciones venezolanas.

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