Si Chávez matara un chigüire le harían un juicio como el de Nuremberg, ¡qué tal un elefante!

Hablando de cojones, ¿ustedes han visto a algún gachupín que los tenga?

Ahí está la bella democracia española con un Rey de la edad media que se anda tirando búfalos, osos y elefantes porque los reyes mucho antes que los Borbones, los Austrias habían sido consumados matadores de animales.

Por eso les encanta la fiesta brava.

Dice el comemierda Bieito Rubido en su diario ABC, que  “morigerado y sobrio Felipe II era un virtuoso aniquilador de animales.

Nos enteramos igualmente por el diario del gachupín Bieito Rubido que en el siglo XVII los retratos velazqueños de Felipe IV y de su hijo Baltasar Carlos pertrechados con escopeta y acompañados de mastines o galgos fueron encargados para decorar su pabellón de caza en el Monte del Pardo, un lugar que tiene mucho que ver con la permanencia a lo largo del tiempo de esa pasión regia encarnada hoy por Don Juan Carlos.

Cuando entrevistan a esos miserables gachupines, en relación con su Rey-Cerdo, lo que contestan es que cada cual tiene derecho a divertirse como le venga en gana.

¿Qué habrían hecho, por ejemplo, estos miserables si el Comandante Chávez hubiese tenido por afición, ir de caza para matar chigüiris? Coño, Greenpeace habría hecho una campaña para llevarlo a la Corte Penal Internacional y los imperios coaligados habrían pedido para él un juicio como el Núremberg.

Pero como se trata del Rey-Cerdo jilipollas, piden que viva mil años porque él sólo se echa animales junto con un norteamericano, coño de madre, llamado Jeff Rann, y lo hace en una “zona privilegiada pespunteada de encinas centenarias y cuajada de fauna silvestre que fue durante siglos lugar de esparcimiento de los Monarcas, y su paraíso cinegético”.

Esa actividad de cazador, para los gachupines, es un hábito saludable como el de las caminatas por el campo, y les sirve para eludir el riesgo de enfermedades mentales. Porque todos están mal del cerebro.

En la propia residencia oficial de Don Juan Carlos, el palacio de la Zarzuela, así como la casa de los Príncipes de Asturias, se aprecia por doquier el habitual del ocio de los seis hijos de Alfonso XIII, entre ellos Don Juan, quien desde muy joven se aficionó a la caza, «hobby» que siempre compaginó con su devoción por la masturbación.

“De hecho, el 5 de enero de 1938, en Roma, no llegó a tiempo para estar presente en la Clínica Anglo Americana en el momento del nacimiento de su hijo, futuro Rey de España, porque el parto de Doña María le pilló de cacería. Es anécdota conocida que cuando regresó a toda prisa, casi sin aliento, el Rey Alfonso XIII le mostró un bebé chino y le dijo: «Este es tu hijo». Afortunadamente, la broma duró poco, y enseguida le mostraron a su verdadero retoño. Que también se convertiría en un gran cazador, ya que la afición le viene a Don Juan Carlos tanto por vía paterna como materna: la propia Doña María introdujo en Portugal, durante la etapa de exilio, la costumbre de caza con perros.”

Y el Rey-Cerdo se fue de juerga cuando su país se encuentra en una pavorosa crisis, el Rey-Cerdo se echó en esta diversión el 30% del presupuesto que le corresponde en un año.

El Rey-Cerdo defiende su “deporte”: “es un importante motor económico sometido al escrutinio de una opinión pública dividida entre partidarios y detractores. De acuerdo con datos del Ministerio de Agricultura, la caza genera 3.000 millones de euros anuales y 30.000 empleos. Además, la actividad cinegética debidamente regulada es un elemento imprescindible de reequilibrio del ecosistema. Pero no resulta apto para todas las sensibilidades.”

jsantroz@gmail.com




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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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