El primero en tropezar, ha sido, es y será el “Tío Sam”, quien con todo y su disociado azufre, siempre presto a ser la podrida manzana de la discordia, que a punta de muchísimo dinero a cambio de etéreo silencio, merodea el suelo amazónico para bendecir la irracionalidad primitiva de esos incontables países, que por una probadita del pastel, son capaces de venderse.
¿Quién más podría ser? Personificando a los EE.UU., el Señor de las barras y las estrellas, se arma de valor para que los allí presentes, olviden todos los problemas de la vida diaria, gracias a ese patentado estilo norteño de ocultar sus eco-bastardas intenciones. La negación en firmar el “Fondo Climático Ecológico”, con siglas en inglés “GCF”, que vendría a impulsar proyectos Supranacionales al generar políticas ambientales sustentables, es un infame ejemplo de la perversidad que aflora cada vez que le toca interpretar el papel de “dar algo” a cambio de recibir “eso otro”
La iniciativa Pro ambientalista, fue aprobada en la XVI “Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas contra el Cambio Climático” (COP16), en el año 2010, desde la ciudad mexicana de Cancún, sede principal del evento. El instrumento “verde”, plantea un mayor resguardo de las potencialidades naturales de los países, ante la amenaza latente del proceso industrial-corporativo en apropiar, explotar y rentabilizar esas virtudes, sin considerar las nefastas consecuencias para el Medio Ambiente de tales abusos ecológicos.
Un país que podría salir beneficiado de estos acuerdos de cooperación eco social, sería la nación sureña de Bolivia, que debido a tener el 40% de toda la diversidad biológica mundial, ha sido siempre blanco fácil de la codicia de empresas trasnacionales, principalmente de EEUU y Gran Bretaña, que se aprovechan de mecanismos legales tendenciosos con validez global, para sacar el mayor provecho a esos recursos naturales, a cambio de seguir destruyendo la nobleza cultural indígena ajena, que alberga: 4 biomasas, 32 regiones ecológicas y 199 ecosistemas.
La “Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional” (Usaid), que opera en territorio boliviano desde 1.964, dice establecer “planes de cooperación sustentable en beneficio de las familias”, que lo logran manteniendo una armoniosa relación o “intromisión” con cualquier organismo público o privado del país, para generar tareas mancomunadas de usufructo socio-económico y cultural.
Según relata la leyenda, el “Tío Sam” se enfadó al ver que su cuarto de libra con queso, no surte efecto en el modo de vida de los bolivianos, por lo que descargó toda su inconfundible furia, mediante el espionaje y el intento de expropiar zonas de yacimientos naturales, que devenga en un longevo círculo ecocida.
Para enmendar el daño causado, EEUU se negó categóricamente a firmar el “Protocolo de Kyoto sobre el Cambio Climático”, que es un acuerdo internacional ubicado dentro de la “Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático” (CMNUCC), que entró en norma desde febrero del año 2005.
El instrumento “verde”, busca reducir los niveles de toxicidad que se desprenden en ciertos gases (CO2, CH4, NF3), que afectan directamente el Medio Ambiente y a los que “gringolandia” hace caso omiso, a sabiendas que es el principal emisor de gas invernadero a escala global (responsable del 25% de dióxido de carbono lanzado a la atmósfera) y el mayor receptor de la inconciencia ecológica global.
Pese a su mísera equivocación, siempre hay alguien dispuesto a dar una mano amiga cuando la situación lo requiere y EEUU no fue la excepción, al hallar a otros inicuos aliados para que el “Tío Sam” no se sienta tan solo y perdido en el mundo. Hace unos minutos atrás, revelamos la mágica fórmula que el gobierno estadounidense emplea para atrapar a sus débiles víctimas. Australia, Japón, China, India y Corea del Sur, pactaron con el Diablo en el año 2005, la llamada “Sociedad para el Desarrollo y el Clima”, que intentaba crear tecnologías “más limpias y eficaces” para reducir los gases contaminantes, debido a la falta de una seguridad energética, que sus propios procesos empresariales ocasionan en el desquebrajado entorno.
¿La triste realidad? La “Asociación Asia Pacífico sobre Desarrollo Limpio y Clima”, no fue más que una estrategia comercial disfrazada en una iniciativa medio ambientalista, que hasta la fecha, no ha generado ningún cambio significativo en la reducción de gases tóxicos en la Tierra. Por el contrario, el efecto invernadero ha venido acrecentándose y eso que el pacto fijaba que los países debían de “forma voluntaria” y sin obligatoriedad, crear estrategias ambientales públicas evidenciables.
Todos los países que forman parte de esa ecocida invención, siguen haciendo de la naturaleza un hegemónico negocio que rentabilizar; no les importa: engañar a la gente, manipular a los medios de comunicación social, vender el destino de sus familias ni absolutamente nada. Un fuerte apretón de manos y un flash incandescente es prueba suficiente para seguir tentando la paz universal.
Tergiversar la realidad ambiental tiene su precio, y eso quedó demostrado públicamente el 2 de mayo de 2012, cuando EEUU y el país centroamericano de Panamá, firmaron el “Acuerdo de Cooperación Ambiental” (ACA) que busca generar una relación bilateral en materia ecológica, mediante la ejecución de una eficiencia energética, basada en las políticas comerciales mutuas. Así se pretende, crear un estado protector mancomunado de los manglares, especies de fauna silvestre y facilitar la participación de la sociedad civil panameña.
¿Y a cambio? La “Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional” (Usaid), tiene libre potestad de irrumpir en suelo esquivo, para buscar y seguir buscando acuerdos comerciales en los que el “Tío Sam” se sienta alentado a crear políticas en el ancestral chantaje norteño. La firma del “Tratado de Promoción Comercial” (TPC), que entra en vigencia en octubre de 2012, es otra caprichosa petición de EEUU para tener control comercial en ese país de Centroamérica. Aprovecharse de los recursos naturales ajenos, siempre ha sido una estrategia estadounidense para sofocar la diplomacia internacional y luego rentabilizar esa intervención en la realidad socio-cultural que afronta cada país
Huir nunca es la solución, por lo que EEUU insiste en presionar a la naturaleza a colaborar en sus infructuosos intentos de dominar el mundo. ¿La nueva víctima? El país asiático de Jordania, que se halla en la región de Oriente Medio, firmó en marzo del año 2009, un programa ambiental que delineó un mapa de ruta para la cooperación mutua en pro de mejorar las corresponsabilidades con el Medio.
El proyecto estadounidense buscaba por un lado, evaluar los yacimientos acuíferos, para generar una mayor infraestructura sustentable y por el otro, la creación de legislaciones públicas en la forma de interactuar con el Ambiente, que no por casualidad, permitía al gobierno de EEUU: conocer, “espiar” y delimitar las áreas potencialmente a refrendar.
¿Y a cambio? El llamado “Eager Lion 2012” fue el más grande ejercicio militar en el Medio Oriente de los últimos 10 años y esta vez, el cielo de Jordania sirvió de marco visual para la astuta práctica del vuelo bélico. Según fuentes de EEUU, la misión principal de la práctica aeronáutica, era ensayar tácticas de guerra en escenarios irregulares y demostrar que los socios comerciales de la bíblica región, están dispuestos a participar en los retos que enfrentará la nación estadounidense. Más de 12000 soldados participaron en esos absurdos simulacros de la muerte y representan a países “invitados” como: Egipto, Pakistán, Líbano, Francia, Australia y Bahrein.
¿Todo por el deseo de mejorar la calidad del vital líquido? Sí, por desgracia así fue y lo peor es que ya no hay vuelta atrás, si te alistas en la perversa permuta del juego estadounidense, ya no habrán caminos “verdes” que recorrer ni salida de emergencia en que ocultarse. En enero de 2012, ocurrió una situación similar, primero México firmó con EEUU un “Memorándum de Entendimiento para la Cooperación bilateral en materia de Desarrollo, bajo en Emisiones, Cambio Climático y Bosques”, luego llegó la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) y ahora hay un gran “Cartel” con un inicuo signo de interrogación por revelar.
Pero no todo se perdió, el “Tío Sam” está dispuesto a perdonar a todas las naciones que han intentado ignorar su tóxica presencia a escala global. Para lograrlo, debe establecer con anterioridad una “Independencia Energética”, esa que tanto a buscado EEUU y que con la complicidad del Congreso estadounidense y la Organización de las Naciones Unidas (ONU), parece que se acerca cada vez más y más.
¿Aprobar una ley que prorrogue los créditos fiscales del ramo corporativo para mantener activos proyectos de biocombustibles, energía solar y eólica? ¿Colaborar en el recupero económico mundial sin olvidar “salvar” el planeta Tierra? ¿No olvidar los errores de la pasada gestión pública para no poner en peligro el auspicioso GNL? Ojala y el “Gas Natural Licuado” no sea lo suficientemente dócil para caer en la eco-bastarda trampa del “todo tiene una razón” de ser.
. La ONU propone el “Proyecto de Pacto Internacional sobre Medio Ambiente y el Desarrollo”, que es un derecho internacional provisto en controlar las potencialidades naturales de cada país, basado en: el uso, preservación y resarcimiento de los daños medio ambientales que se generen en la Tierra. No es irracional creer que al “Tío Sam”, le agrade entrecomillar todo lo que aquí se relata, pero son tantos los antecedentes y la propia realidad “real” que afronta la política de EEUU, como para no evitar juntarlos en la creación de mecanismos legales que siguen el ancestral esquema norteño de ultrajar lo ajeno y rentabilizar lo expropiado.
Rectificar es de sabios y el “Tío Sam” no será la excepción. Primero habrá que tentarlo desde las alturas con la mágica fórmula. No se preocupe, que la avaricia será la infalible trampa perfecta. Luego atarlo de manos y forzar a mirarnos fijamente a los ojos. Allí le hablamos, en su lengua natal de términos como: “Bastard by Nature”, “Smell of Sulfur”, “Grenn Goods”, “Hell Awaits you”, “Homeland or Deatch”, “Blood Capitalist Fate” y “That´s All Folks”. En ese instante, tendremos que dejarlo caer al abismo, citando la épica frase de la “Verdad cae por su propio peso” y que se pierda en la gran nada a la que pertenece.
Quizás por eso, las “Cumbres de la Tierra”, nunca han generado los cambios tangibles en materia ambiental, pese a la gran expectación que advierten sus celebraciones. La cita en la ciudad de Estocolmo (Suecia) en 1972, la realizada en Río de Janeiro (Brasil) en 1992 y en Johannesburgo (Sudáfrica) en el año 2002, no han surtido el efecto ecológico masificador que se necesita de todas las partes para que esos planteamientos en teoría se edifiquen en la práctica. Los factores políticos, económicos, sociales, culturales, académicos y afines, deben priorizar la salud Pro-Naturalista, antes de superponer la liturgia personalista imperante.
Hay una gran cantidad de anti valores sin resolver en el seno de la Sociedad Moderna, para creer que en “72” horas de oralidad “bien intencionada” se podrían generar cambios drásticos en la manera de internalizar la valía del Medio Ambiente, como eje principal de absolutamente todas las actividades que realizan las personas a escala global.
La Tierra, es el único hábitat de vida que albergamos. Es absurdo tener que expresar consideraciones tan simples que deberían ser el “ABC” en nuestras vidas. Pero parece que muchos se han perdido en librar batallas perdidas, llenándose de odios, la codicia y las desventuras típicas de saber que transitamos por ese camino erróneo, que nos sigue cegando la razón y vaciando el alma
¿Qué debe pasar para que la gente cambie de actitud? Probablemente la respuesta no se halle sino hasta que nos preguntemos el porqué de la pregunta. Así de confusa se ha vuelto la problemática ambiental. Si han de equivocarse quienes luchan diariamente en generar propuestas ecológicas positivas en nuestra sana interacción Hombre-Medio, pues sigan equivocándose…