Capriles no se sabe su plan de Gobierno

Se necesita ser muy iluso para creer que un candidato a la Presidencia de la República forme una alharaca mediática acerca de un evento que implica su inscripción en el Consejo Nacional Electoral, y después que camina 10 kilómetros rodeado de simpatizantes tiene tan solo 11 minutos hablando y 8 de pausas, sumando un total de 19 minutos de discurso, porque no había pensado en nada y de pronto le salió hacerlo así, “sin más ni más” como decimos coloquialmente.

A mi juicio ningún  postulante, sobre todo con las desventajas que caracterizan al aspirante de la ultraderecha con respecto de Chávez, desperdicia un momento estelar -quizás uno de los más importantes de su campaña-, por mero fallo involuntario y se marcha con la mayor naturalidad y sin el menor recato. ¡Qué va!, para mí eso es cuestión de capacidad, no se aprende su programa de gobierno y como tal no puede pronunciarlo y se hizo el desprevenido. Si se lo sabe le da corrido. El lastimoso nivel intelectual de Capriles quedó evidenciado en los deprimentes debates de las primarias. Hagan un poco de memoria, mis amigos lectores, y recordarán que les digo la verdad. No descubro nada nuevo.

Capriles no debió aportar ni una coma a ese plan capitalista disfrazado de pueblo, mucho menos ideas. Su programa, sin duda, es un relato populista caza-incautos que esconde sus verdaderas intenciones neoliberales hurgando en la gestión que el Gobierno revolucionario desarrolla en el país. Habla y desglosa cinco aspectos fundamentales: “Atención materno infantil”, “Vivienda y su entorno”, “Formación y desarrollo”, “Empleo y emprendimiento” y “Salud y seguridad social”.

Cada uno de estos aspectos conlleva a un rosario de propuestas con objetivos y lineamientos estratégicos, que nunca expresa bajo qué modelo económico se desarrollarán. No ensalsa al capitalismo que sustenta su candidatura y evita referencias delatoras de ese neoliberalismo salvaje que llevó a Venezuela  a la ruina.

El programa no se ve profundo ni complicado, sin embargo es una trampa: encierra cuidadosamente un doble discurso. Por encimita luce emotivo, cargado de bienestar, solidaridad, inclusión, justicia social, felicidad, pero en el fondo lleva implícito es pacto macabro que es como un negocio de concesión en el que ceden el país al capitalismo depredador y parasitario que, por cierto, actualmente también genera una ola creciente de agitación e indignación en el mundo.

Realmente el plan en esencia contempla lo mismo que Capriles ha venido diciendo en lo poco que habla durante sus presentaciones públicas, sólo que no tiene capacidad para pronunciarlo ni explicarlo tal cual lo escribieron sus expertos; él se lo sabe criticando a Chávez, coqueteándole a las misiones, repitiendo como loro lo que detractores del proceso revolucionario dicen en la calle. Jamás ha hecho una interpretación ni un análisis explicativo, intenso, agudo, severo de su programa.

Y ese día, durante su inscripción en el CNE no se podía permitir mover en la cuerda floja. Con la mirada del país encima era inconcebible que cayera en los penosos disparates de siempre: que los gordos no caminan, que está flaquito, que negro con verruga en la frente no debe presidir un país, que los europeos no usan desodorante, que él es un chocolatico nuevo, que el pueblo lo tiene tan ocupado que no ha tenido tiempo de una de esas hembrotas buenas que abundan en Venezuela. Que hará una subasta nacional para entregarse a la mejor postora y elegir la Primera Dama; que cuando sea Presidente le va a poner uno que otro periquito a las misiones Barrio Adentro, Vivienda Venezuela, en Amor Mayor, en fin…¡Sería el colmo! Y ante semejante situación optó por hacer silencio. Y definitivamente, creo que lo hizo mejor, calladito lo hace mejor.

Es obvio que el programa se lo redactaron como mero acto de formalidad; un candidato a la presidencia de la República debe tener una propuesta de gestión, pero aparte de que no tiene cabeza para aprendérselo, en un supuesto negado de que ganara no lo podría poner en práctica; no lo dejarían sus pactos, sus compromisos económicos. Sencillamente obedecería a las recetas impuestas por el imperio y los burgueses que le financian la campaña; así regresarían los adecos, los copeyanos y acabarían con todo lo que la revolución ha logrado hasta los momentos. Volvería nuevamente el reparto de Venezuela. Esa dictadura en la que en un período se llenaban de billete los adecos y en el otro los copeyanos. La famosa guanábana.

En cambio, el plan de Chávez es otra cosa. Uno lee ese programa y es Chávez. Por lo menos la introducción pareciera redactada por él. Y sin esconder nada de una vez dice de profundizar el Socialismo del Siglo XXI a diferencia de la gente que hizo el de Capriles, que ni de lejitos mencionan la palabra capitalismo.

Las líneas estratégicas del plan de Chávez son: Defender, expandir y consolidar la Independencia Nacional. Continuar construyendo el socialismo bolivariano del siglo XXI como alternativa al sistema destructivo y salvaje del capitalismo. Convertir a Venezuela en un país potencia en lo social, lo económico y lo político dentro de la gran potencia naciente de América Latina y el Caribe. Contribuir al desarrollo de una nueva geopolítica internacional en la cual tome cuerpo un mundo multicéntrico y pluripolar que permita lograr el equilibrio del universo y garantizar la paz planetaria. Preservar la vida en el planeta y salvar la especie humana.

Y lo que señala Chávez en su programa no sólo se lo hemos escuchado a lo largo de los años del proceso bolivariano, sino que en muchos casos ya lo ha ejecutado. Seguramente hubo un grupo de expertos participando en la elaboración de su plan bolivariano, sin embargo, a nadie le cabe duda de que allí están latentes sus ideales, sus propuestas, su proyecto.

Chávez se para frente a la multitud y lo dice casi a la letra, no tanto porque se lo sabe de memoria, sino porque lo interpreta, lo vive, le sale del alma, del corazón. Es un proyecto que trasciende el país, se erige sobre las bases del plan de la nación anterior que la población venezolana entera siente, ve, huele, toca, escucha.

¿Quienes no han consumido alguna vez un producto de Mercal?, ¿cuántos no han ido a Barrio Adentro, cobrado pensión, recibido sus viviendas? ¿Quienes no han sacado la cédula sin necesidad de hacer cola o pagarle a un gestor? ¿Cuántos, mis amigos lectores, de alguna u otra forma, no se han beneficiado de la gestión revolucionaria?

¡Señores, es mucha la diferencia!, yo diría que demasiado. Chávez, como el mismo lo ha expresado, compite con la nada a la Presidencia de la República.

albemor60@hotmail.com

@AlberMoran



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Alberto Morán


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