No
se sabe si fue porque en 1993, Rafael Caldera después de una jugada
maquiavélica en el concierto del partido que engendró, se alzó en el
poder, no sin antes también, colocar a Oswaldo Álvarez Paz, en una
lastimosa situación política de la cual está todavía a mil años luz de
su reposición. Es probable que tampoco sea, porque en 1998, los partidos llamados hoy cuarto republicanos, sufrirían el más espantoso trauma político que jamás se viera
y ya a ultima hora y pocos días de las elecciones presidenciales
abandonaran sus candidatos naturales para volcarse en torno a una
candidatura de ultraderecha que distribuyó casi a la perfección una votación de vieja guardia signada por el desaliento, la desmoralización y el abatimiento. Váyase a saber si seria entonces porque en el año 2000, el pueblo votante ratificaría impecablemente al presidente Chávez, después de iniciarse ya un proceso desestabilizador en donde al parecer la oposición, comienza
a deslindarse de los caminos democráticos para desembocar en el fallido
golpe de estado de 2002 e inmediato golpe petrolero de ese mismo año y
comienzos de 2003. Mucho menos podría ser porque en el año 2004,
después de un fatigado proceso de conteo y reconteo de firmas, la
oposición logró conformar el escenario para un Referéndum Revocatorio que el pueblo masivamente convirtió en ratificatorio, para iniciarse de nuevo por parte del sector recalcitrantemente opositor, un proceso desestabilizador con denuncias falaces y argorismos matemáticos imaginarios, queriendo poner en duda los limpios resultados del acto refrendatorio. Seria si, a lo mejor porque en el año 2006, la oposición se juega su primer resto, con un candidato muy desgastado, y que venido de los desconsuelos seccionistas de AD, montó un tinglado en Maracaibo, para perder aparatosamente esa elección popular, que a sus colmos dio pie a una investigación de sus andanzas por la gobernación de Maracaibo que le hizo morder polvos rumbo al Perú. O a lo mejor seria, esto si puede ser, que a raíz de la atomización de la oposición, surgieron un conjunto de partidos de
variadas tonalidades conservadoras y en donde Primero justicia le trepó
el lomo a los veteranos desalentados y se alzó con la candidatura
presidencial con
un AD y COPEI descuartizados en el argot político nacional. Y entonces
ya no hay más jugada que ésta ultima. La carta bajo la manga que venían
jugando, se transformó en su peor carta. Ya después de 7-O, sólo algún sustrato opositor que racionalice sus actuaciones revivirá desde los vestigios donde habrá sucumbido la intemperancia de no entender que al pueblo también le llega su hora de redención.