Se trata de toda una guerra global, en la que nosotros indirecta (o directamente) ya estamos incluidos.
Es todo un conjunto, pues, de intereses imperiales que apuntan a un solo objetivo: el control de todos los recursos energéticos de la tierra.
Hay evidencias de que el imperio no se está quedando de brazos cruzados ante la crucial elección presidencial que se avecina este 7 de octubre, un hecho que va a definir los cien años por venir de la América Latina y el resto del planeta.
El imperio gringo se está primero jugando todas sus cartas “legales” antes de proceder a dar un golpe brutal en el hemisferio, en el caso venezolano. Pero en esas “cartas legales” el imperio tiene afina al máximo sus equipos terroristas y mercenarios, echando mano de paramilitares colombianos (con el apoyo de Uribe), de los cubanos batisteros, de todo el arsenal de la CIA y de los elementos más perturbadores que se puedan ejercer desde los medios de comunicación, incluidos todas esas factorías nazis de las ONG’s, CIDH, CIADI, OEA, etc.
Como el único programa de la oposición para atacar bestialmente al gobierno es el tema de la inseguridad, sin duda que se concentrarán en estas últimas semanas previas al 7 de octubre, para desatar la mayor invención mediática de crímenes, además de movilizar pelotones de mercenarios a las calles para que se acreciente el crimen y el temor del ciudadano en la calle. Ya hay grupos de motociclistas movilizados por la capital creando este estado de alarma y de inseguridad. Es muy probable que dentro de estos planes se organicen asesinatos de personajes notables de la oposición, una táctica que en España, en 1934-36, fue uno de los detonantes la guerra civil de ese país.
El sabotaje más criminal, que es contra la mente, se viene practicando sin descanso y con sevicia desde hace años. Esta es la parte más delicada y peligrosa a enfrentar, con casi nulos resultados de poder triunfar.
En tal sentido, una de las estrategias básicas es el de la infiltración de las organizaciones populares y de los partidos de izquierda, tal como se hizo contra Salvador Allende. Hay que vigilar muy de cerca todo lo que tiene que ver con Corpoelec y CANTV, con nuestra industria petrolera y con los propios centros de votación.
Los centros de sabotaje más perturbadores siguen siendo medios de comunicación como Globovisión, y “El Nacional” a lo interno, porque el mayor laboratorio mediático contra Venezuela se organiza en EE UU desde la SIP, en connivencia con los periódicos españoles como “El País”, “El Mundo” y “ABC”.
Septiembre será un mes crucial en esta trama golpista, cuando comiencen a funcionar los centros fascistas de las llamadas universidades autónomas con sus comandos terroristas en la ULA, UCV, LUZ y UC.
De modo pues, que debemos estar alertas y crear conexiones que no puedan llegar a ser intervenidas por los medios controlados por EE UU: Internet. Es decir, utilizar nuestro propio satélite Simón Bolívar, por ejemplo, para redes de interconexión especiales.
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