La colonización española nos costó un genocidio calculado hoy en setenta millones de indígenas a lo largo de trecientos años de acción exterminadora, obligando a las etnias a desplazarse hacia las selvas, sierras y montañas llenas de recursos naturales y minerales, aislándose y alejándose así de la invasión e imposiciones de la Corona española para salvar sus vidas, reproducirse y evitar desaparecer.
Y hace doscientos años comenzó el alzamiento de criollos y mantuanos con las luchas emancipadoras para defender sus intereses económicos y en respuesta a las atrocidades cometidas por las autoridades españolas y los representantes de la Iglesia Católica quienes impusieron su religión a sangre y fuego. Se trató de una lucha que produjo importantes batallas, muchos muertos, hambre y enfermedades hasta conseguir la Independencia de cinco naciones y formar la Gran Colombia bolivariana.
Hoy reconozco que en Venezuela vivimos un proceso revolucionario de recuperación de la memoria histórica, de búsqueda de nuestros orígenes e identidad, con lo cual sembramos valores nacionalistas e independentistas, orgullo patrio y soberano. Sin embargo, también reconozco que Venezuela se encuentra sumergida, como todos los países nuestroamericanos, en un colonialismo neoliberal acompañado de un capitalismo depredador y extractivista que perjudica directa e irreversiblemente a la Madre Tierra y también daña y aniquila la vida social y cultural de los originarios que en el presente habitan esos territorios en los que las corporaciones de capital extranjero y las empresas nacionales hacen miserable su existencia, eso sí, sin quitarle importancia a las bases militares y a los ganaderos terracogientes. Esta compleja situación nos convoca, a quienes acompañamos la lucha del cacique yukpa Sabino Romero Izarra, a rechazar la explotación de cualquier tipo de mineral y a proponer una discusión nacional sobre el respeto y la autonomía de las etnias indígenas a través de una demarcación de territorios ancestrales justa y libre de interferencias gubernamentales, corporativas y religiosas.
El MPPPI ha acusado repetidas veces al cacique Sabino Romero Izarra de cuatrero, narcotraficante, violador, agente de la CIA, etc. Con talas acusaciones una ala del Gobierno, con rostro indígena en la persona de la Ministra, ya lo señala como el tirofijo de la Sierra de Perijá, para presentarlo como un falso positivo siguiendo el mejor estilo colombiano e ir exterminando a la familia yukpa en resistencia, que ya lleva muchos asesinados.
Marino Alvarado en su claro artículo ¨Resistencia indígena¨ (aporrea, 22 de mayo 2012), escribe:
A pesar del discurso oficial que presenta una realidad distinta a la que viven día a día los 48 pueblos indígenas y aún cuando normas constitucionales, legales y convenios internacionales favorecen sus derechos, permanecen en el olvido y continúa desatándose contra ellos diversas formas de violencia. Un claro ejemplo del contraste entre discurso, normas y realidad lo tenemos en la demarcación de tierras que debería garantizar el derecho a la propiedad colectiva de sus tierras. (...) Se suma a ello la permanente afectación de su hábitat por proyectos desarrollistas y la minería ilegal. Como consecuencia de esta última han perdido la vida numerosos indígenas ya sea por la acción violenta de mineros o por las enfermedades producidas por la explotación irracional de recursos en sus territorios. A mediados de 1993, en un sector del estado Amazonas conocido como Haximú, un grupo de 16 personas de la comunidad Yanomami fueron asesinadas por mineros brasileños que ingresaron ilegalmente. Con frecuencia se conocen casos de indígenas afectados por la acción del mercurio y otras sustancias usadas en la actividad minera.
Así se castiga desde las instituciones bolivarianas el derecho de los pueblos indígenas a resistir y defender sus derechos constitucionales. Aparte de la agenda política electoral, convoco a las organizaciones sociales a rechazar la represión contra los líderes y las comunidades indígenas, a exigir genuino respeto por la letra de la Constitución y a reivindicar el derecho a la resistencia indígena del siglo XXI contra la actividad extractivista, que agobia a todas las poblaciones indígenas nuestroamericanas como lo prueban las luchas de resistencia indígena en Ecuador, Bolivia, Perú, Chile, Brasil, Colombia, Paraguay, Argentina, entre otros países con poblaciones autóctonas en rebelión por causas similares.
Ya lo cantaba Alí Primera en El derecho al derechito:
Y el hermano guajiro, perseguido y marginado, se unió al maquiritare, al kariña y al warao, y a todo aquel aborigen que haga más GRANDE SU GRITO, pero un grito bien ARRECHO, porque en vez de sus derechos, solo tiene derechitos, porque en vez de sus derechos, solo tienen derechitos...
!Basta de tanta impunidad!
!Sabino marca el camino!
ponto3@gmail.com