Pongamos por caso que tantas mentiras esa oposición enferma, lacaya y vil, consiga calar en millones de seres, y que entonces ese ser enjuto, con jeta de plástico, con befa de bobo, con ojos brotados por la droga, necio y petulante, se haga con la presidencia de la república.
Imaginemos por instante esta trama de ciencia ficción.
Que de tanto mentir y mentir, a fin de cuentas se salga con las suyas, y consega entronizarse en Miraflores, a fuerza de ingentes y poderosos mojones, al estilo de los que aquí solía meternos Carlos Andrés Pérez, Rafael Caldera, Lusinchi o Betancourt.
Imaginemos por instante que a las once de la noche del día 7 nos encontremos de sopetón con tan escabrosa y delirante realidad: el Majunche a fin de cuentas a fuerza de mojonear, mojonear y mojonear, ha logrado derrotar la opción bolivariana.
Porque él ofrecía viviendas bellas y cómodas totalmente equipadas y gratis y que nadie se quedara sin su casa.
Porque él ofrecía trabajo para todo el mundo, y pagar de inmediato billete sobre billete y no con bonos todas las prestaciones.
Porque él ofrecía educación y salud de altísima calidad y gratuita para todo el pueblo.
Porque ofrecía mejorar las Misiones. Mejorar en lo que espabila un loro loco todas las vías, puentes, aeropuertos y aduanas.
Y fuerza de tantos mojones, insisto, aquel enjuto y guiñapo ser conseguía hacerse con el poder, al tiempo, que por otra parte la realidad comenzaría mostrar sus pelos y sus uñas.
Lo suyo era cogerse el poder porque era la orden que le habían dado. Ante aquel negocio turbio plagado de engaños, su triunfo entonces estallaba por doquier en todas las rockolas de la oligarquía de América Latina, al tiempo que la escualidez redundante del planeta con sus poderosos medios provocaban grandes vítores en Miami, Madrid, Bogotá, Santiago de Chile, Nueva York.
Habría, pues, vencido el Gran Guiñapo a fuerza de utilizar a diestra y siniestra el tema de la inseguridad, y diciendo que él sí la iba a desaparecer de un solo trancazo.
A la mismísima hora en que Capriles comenzara su mandato todos los medios del mundo dirían que “la inseguridad en Venezuela está reducida a cero”. No importa que se esté matando más que en Colombia, Perú y México juntos, no obstante todos los medios del planeta, empezando por los gringos, gritarán al unísono, con enormes titulares, que con el nuevo presidente no se ha matado ni se matará a nadie en las calles ni en los barrios de Venezuela.
Ya no imaginamos el siguiente titular de “El Nacional” repetido con harta y despiadada locura todos los días: PAZ Y TRANQUILIDAD REINA EN TODA VENEZUELA.
Al tiempo, digo, que otra realidad correría por toda la tierra venezolana provocada por el terror de las bandas armadas de la ultra-derecha. Cacería de brujas a lo ancho y largo del país.
Todos aquellos reconocidos dirigentes chavistas comenzarían a ser hostigados, perseguidos y eliminados.
La sed de venganza estallaría por doquier, y el Majunche comenzaría a lavarse sus delicadillas manos. Entonces, aquello que él habría prometido, de que reconciliaría a Venezuela mostraría a través del fuego y de la sangre su más tenebrosas formas destructivas. Y podríamos ver con toda crudeza que el llamado “flaquito”, el cara pálida, el cacaseno, el trotamundo canijo, sería el ser más endeble del mundo sin carácter ni fuerza ni moral ni material para poder contener a sus desaforados locos.
El Gran Impotente, por fuerza de sus voceros llamaría inmediatamente a un referendo para modificar la Constitución, “porque por el gran triunfo obtenido se hace evidente que el pueblo venezolano rechaza el comunismo”.
Estallaría por lo tanto una guerra de resistencia por todo el país.
Y comenzaríamos a darnos cuenta de todo cuanto se ocultaba tras bastidores: EL PAÍS ENTRARÍA EN LA MAYOR DIVISIÓN JAMÁS CONOCIDA EN TODA SU HISTORIA.
El Majunche empezaría a pegar el grito en el cielo repitiendo la cartilla que le daría a leer el Departamento de Estado, HABLANDO DE TERRORISMO FIDELISTA y diciendo que Cuba estaría interviniendo en nuestros asuntos internos, por lo que sería necesario solicitar ayuda de la ONU y de la OEA.
A la velocidad del rayo miles de camisas de fuerza se desatarían sobre el pueblo. Al tiempo que estallaría la más espantosa saltadera de talanqueras, unos arrollando a otros y diciendo que nunca habían estado comprometidos con el proceso.
Pronto se caería en la cuenta de que no habría plata para encarar los grandes programas del pasado; el precio del petróleo se iría a pique, y los sueldos caerían como en España, y el Majunche hablando tras bastidores, sin dar la cara, diría que el gobierno comunista “nos ha dejado endeudados hasta más allá del siglo XXII”.
La Clase Media lloraría como una Magdalena ultrajada, vilipendiada, vilmente estafada.
A los pocos meses, más del ochenta por ciento de los que entonces habían votado al Majunche comenzarían a pedir cacao, arrepintiéndose horriblemente y queriendo recoger firmas para llamar a un referendo, pero todo ya sin la seguridad ni la transparencia del pasado porque el CNE se encontraría ferozmente infiltrado por nuevas mafias controladas por los gringos.
Sin medios, sin VTV, sin VIVE TV, sin AN TV, enloqueceríamos todos dentro de un aparatoso apagón comunicacional, tan grande o mil veces peor que el del 11 y 12 de abril del 2002.
Y los que amamos a Chávez procurando protegerlo con nuestras vidas.
Toda una locura de padre y Señor nuestro…
PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS, …
jsantroz@gmail.com