En agosto del 2005 Nueva Orleans, sufrió la furia del huracán Katrina, y su sistema de dique que debió ser reparado tres años antes, falló y la ciudad quedó sumergida en el agua durante varias semanas.
En medio del terror, y el luto reinante en la Nueva Orleans del trompetista Louis Armstrong, The wall Street Journal, publicaba un artículo de Milton Friedman, donde señalaba que si las escuelas estaban ruinas, y las casas de los alumnos también, era el momento preciso para avanzar en una reforma y traspasar esa obligación a los colegios privados. Ese planteamiento estaba inaugurando lo que Naomi Klein, llama el capitalismo del desastre o la doctrina del Shock: “solo una crisis - real o percibida- da lugar a un cambio verdadero”.
Las tésis económicas de Friedman, se aplicaron desde finales de los setenta, pero alcanzaron popularidad en el gobierno de Augusto Pinochet. Estas ideas sostienen que el estado de bienestar debe ser desmontado, el mercado es el único capaz de generar riquezas, el gobierno debe dejar de invertir en seguridad social, debe reducir su tamaño ya que su intervención produce una distorsión en la economía.
Capriles Radonsky, no es ni de lejos uno de los sobrinos más aventajado del Tio Miltie, sus carencias intelectuales son notables. Sin embargo en su adolescencia fue influenciado por el pensamiento de la Escuela de Chicago.
Entre su equipo técnico se encuentra Miguel “paquetico” Rodríguez, uno de los discípulos de Friedman, tristemente célebre por su participación en la aplicación del plan económico de corte neoliberal que intentó aplicar Pérez.
El programa económico de Capriles, deja establecido textualmente: “El desmontaje del estado de bienestar, eliminando las misiones y reduciendo la inversión social, eliminación de los subsidios a los alimentos, incremento de las tarifas eléctricas, y de transporte, privatización de empresas estratégicas del estado, reducción del tamaño del estado, para bajar el costo de la nómina, lo cual generaría el despido de 100 mil. Sí, así como suena cien mil trabajadores públicos, cuarenta mil absorbidos por PDVSA por el proceso de tercerización, veinte mil de las 1667 empresas recuperadas por el estado, y cuarenta mil tercerizados de las empresas básicas. Tras las sombras los asesores y financistas del Flaquito, son los mismos que promovieron las medidas del Gocho Pérez, por eso su plan económico es una réplica del paquetazo neoliberal.
Parece un absurdo que la oposición haya firmado un conjunto de medidas tan impopulares, la explicación es básica y elemental, y se sustenta en dos aspectos importantes: Primero: Para ejecutar un paquetazo, es necesario un gobierno dispuesto a utilizar la represión política. Segundo: Una utilización masiva de la fuerza en un panorama de caos nos lleva al planteamiento original de Friedman: La doctrina del Shock.
No hay que ser muy inteligente para darse cuenta que la firma es el requisito solicitado internacionalmente, para proceder a elaborar la ruta de aplicación del paquetazo, es decir la oposición confirma que la única salida en la que cree es aquella que legalice por la fuerza un paquetazo.
Carajo!. Ni De Lima y mucho menos Ojeda son internacionalistas comunistas, ni tan marxistas-leninistas como Capriles, pero por sentido común un político sabe que un programa de ese tipo nos llevaría derecho a una guerra civil y a la aplicación del shock del que habla Naomi Klein.
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