Quienes marchamos el jueves 4 de octubre y formamos parte de la gigantesca masa –3 millones dicen algunos analistas, 4 millones señalan otros– que plenó las más de 7 avenidas caraqueñas. Quienes fuimos bautizados por una lluvia con fuerza de tormenta durante horas y vimos a un líder hablar con agua encima, empapado pero tremendamente emocionado y seguro de su gigantesca estatura, dando amor, recibiendo raudales de amor de los millones de patriotas y revolucionarios allí presentes, amor mucho más fuerte que la tormenta que nos caía y que no nos asustó ni nos arredró y allí nos quedamos.
Quienes cerrábamos la campaña bolivariana tuvimos, empapados como estábamos, pero alegres y felices hasta el infinito, la convicción, la certeza, la seguridad ese día que se estaba sellando el triunfo del comandante Chávez el 7 de octubre.
Fue un pueblo, una nación movilizada en pos de la defensa de su presente y de su futuro, de su revolución social, bolivariana y socialista, y el reconocimiento a la figura señera del líder que con su ejemplo, su inmensa, descomunal capacidad política, su constancia para dignificar a ese pueblo allí reunido y todos los que semanas atrás se reunieron en los estados en multitudinarias concentraciones. Ese hombre había, con políticas acertadas de su Gobierno, contribuido como nadie a la refundación de la República disminuida, destrozada, colonizada que dejó la burguesía y sus partidos en 40 años de pseudo república, lo que significaba la política de la inclusión de ese pueblo, política constitucional que se tradujo en un vital concepto: democracia participativa y protagónica.
En esa gigantesca concentración, bajo la lluvia torrencial, pero con la convicción de la victoria, junto a la figura gigante del líder, estaba ocurriendo otro fenómeno político, en una batalla silenciosa, se estaba desmontando toda el aparataje conspirativo de la derecha, la gigantesca guerra psicológica, guerra de cuarta generación como se la conoce, que desde el gobierno de los Estados Unidos del Norte, de su Departamento de Estado, de todo el aparataje de inteligencia, sobre todo la CIA, del Pentágono y su Comando Sur; de la cloaca maloliente de los terroristas cubanomayameros liderizados por el archi criminal Luis Posada Carriles. Fueron derrotados los Representantes o Diputados cubano americanos que desde el Congreso norteamericano impulsaron políticas injerencistas en Venezuela, el proceso revolucionario y el Presidente Chávez.
Hay que destacar –hecho que fue oportunamente denunciado por Aporrea y otros medios revolucionarios de internet– que de las instancias de inteligencia, militares y de relaciones exteriores del gobierno norteamericano enviaron decenas de agentes, cuadros conspiradores que estaban organizando la derrota de Chávez, subvirtiendo el proceso, dándole órdenes a sus subalternos venezolanos de los partidos de la MUD, sobre todo Primero Justicia y el grupo de Leopoldo López, figura estelar de la maldad, fascista de pies a cabeza, enemigo del pueblo de Venezuela. La embajada de los EUA fue la trinchera desde donde salían millones de dólares para la contrarrevolución y la candidatura del majunche y desde donde partían los espías, sicarios, esbirros y agentes del gobierno norteamericano a tratar de evitar el triunfo chavista. Por todo el cañón fue derrotado ese antro criminal que se conoce como la CIA cuyo papel fue estelar en la injerencia en Venezuela. Sobre eso el gobierno venezolano, los organismos de inteligencia, relaciones interiores y exteriores deben pronunciarse porque lo que ocurrió y fue puesto al descubierto por la inteligencia popular fue demasiado grave.
Fue derrotado el criminal de guerra y ex presidente colombiano Álvaro Uribe, sus grupos de paracriminales y sus socios de lo más torvo y oscuro de la oligarquía colombiana, enemiga contumaz de Venezuela, su pueblo y su presidente. Este tipejo jugó un rol de abierta injerencia en los asuntos internos venezolanos jugó un papel estelar –en su alianza siniestra con el partido fascista Primero Justicia– para tratar de detener el triunfo de Chávez. Habrá que medir el daño que este petimetre le hizo a nuestro pueblo, no olvidar sus criminales e injustificadas acciones.
Pero otros también fueron los derrotados como, por ejemplo, el PP del fascistas José María Aznar y las pústulas que llaman periódicos españoles como El País y la misma televisión española, asquerosos medios de incomunicación que estuvieron mintiendo durante meses sobre la realidad venezolano, atacando de manera virulenta a nuestro Presidente al punto que ese diario publicó una noticia el mismo 7 de octubre dando como ganador a CAPriles Radonski.
Igualmente fueron derrotados las cadenas de televisión, radios y periódicos impresos del imperio yaqui: CNN, New York Times, Washington Post y otros pasquines que jugaron un rol estelar en la campaña injerencista de mentiras por meses, siguiendo la órdenes del gobierno yanqui y dándole abierta entrada a la contrarrevolución venezolana, sobre todo a los neo terroristas y fascistas de Primero Justicia.
Fueron derrotados connotados agentes de la CIA, traidores a la patria y vendidos a una potencia extranjera como J. J. Rendón y Rafael Poleo. El primero, cínico, en su lenguaje venenoso fue el que diseñó buena parte de la propaganda sucia que la derecha utilizó en su campaña para derrotar a Chávez. Él no aparece en público salvo en contadas circunstancias, siempre entrevistado por la CNN u otra televisora trasnacional derechista. Evidentemente las políticas de publicidad conspirativa de este siniestro personaje, fracasaron de manera estruendosa, pero hicieron un enorme daño sobre todo en el sector opositor, disociado y enfermo de odio.
Fue derrotado el crápula de Rafael Poleo con su asqueroso medio, mal bautizado como El Nuevo País. Conspirador a tiempo completo –junto a su hija Patricia, autora intelectual del asesinato del fiscal Danilo Anderson– antes de la campaña y durante la campaña electoral donde destilaba veneno puro, maldad, mentiras a granel, conspiración abierta, llamados a desconocer las instituciones como el CNE. Un ser demoníaco que se cebó con la enfermedad del presidente con un sadismo asqueante, política diseñada en los laboratorios de guerra sucia de la CIA. Ese anciano maledicente, envenenado hay que acallarlo, cerrar definitivamente ese periodicucho, nacionalizarlo, expropiarlo y ponerlo en manos de los trabajadores para que de allí salga algo más positivo. No merece existir un medio que hace tanto daño a la paz de la nación y viola de la Constitución Bolivariana y todas las leyes.
Fue derrotada la más ponzoñosa y vil de las estaciones de televisión, Globovisión. Todo lo que se diga sobre ese antro de la mentira y la maldad es poco. Instrumento abierto de la conspiración y la subversión, violadora abierta de la normativa legal como la Ley Resorte, de la Ley Electoral. No había concluido la campaña y ese canal siguió presentando cuñas electorales del majunche. Conocidos los resultados electorales del 7-O, se dieron de inmediato a la tarea de producir una programación abiertamente golpista en abierto desafío del gobierno. Un clamor nacional lo constituye la petición al gobierno nacional del cierre del canal terrorista y golpista de Globovisión. Es un problema de salud pública porque está más que demostrado el inmenso daño que ese medio de la oligarquía, de otro autor intelectual de la muerte de Danilo Anderson, y vulgar ladrón del dinero de los ahorristas del Banco Federal, el turco Mezerhane, le hace al país. El gobierno está obligado a cumplir la ley y hacerla cumplir. La conducta disociada, de odio de muchos sectores opositores se debe a la venenosa programación de Globosión. Ese canal debe ser cerrado por no merecer tener una concesión del Estado venezolano.
Fueron derrotados los periódicos fascistas El Nazional y El Universal, que en su maldad infinita mintieron a diestra y siniestra, conspiraron, publicaron llamados a la insurrección y a incendiar el país desconociendo los resultados electorales, como el artículo que le escribió a Yon Goicochea, J. J. Rendón y él lo firmó, publicado por El Universal.
En suma, no termina aquí el listado de los derrotados el 7-O, pero el eje transversal fue el imperialismo yanqui, el gobierno norteamericano, la deteriorada y descompuesta burguesía venezolana y sus siniestros aliados en España, Colombia, México... Del plato a la boca se les cayó la sopa.
Felicito a ese pueblo –yo uno de ellos– que escribió una página de oro en la historia política latinoamericana y caribeña. Ahora a construir el poder popular, a desbaratar el Estado colonial y burgués que aún pervive y es responsable de la pérdida de muchos votos chavistas por la ineficacia, el tremendo burocratismo, la corrupción.
¡Viva Hugo Chávez y su perfecto triunfo electoral! ¡Vivan los ocho millones de compatriotas y camaradas que con su voto frenaron el fascismo, el paquete neoliberal y salvaron la Patria, la Independencia y la Revolución!
(humbertocaracola@gmail.com) (De nuevo con Chávez y la revolución, todo)