Los mil nudos gordianos que aún se cruzan sobre el cuello de la patria, provienen del siglo XIX. Son los que nos asfixian y los que todavía causan estragos en el venezolano.
Ciertamente no tenemos seis millones y medios de oligarcas, pero tampoco y mucho menos, ocho millones y medio de revolucionarios.
Yo creo que ni siquiera contamos con unos ochenta revolucionarios.
Quizás ni siquiera con ocho.
Revolucionarios han sido y son Bolívar, José Martí, el Che Guevara, San Martín, Sandino, Fidel Castro, Hugo Chávez, Freud, Einstein, el médico José Francisco Torrealba, el creador popular Juan Félix Sánchez…
Como lo dijo el Che: el revolucionario se encuentra en la escala última de la evolución del ser humano.
Hoy se percibe en la Nación una leve película de dignidad y de orgullo que reviste la piel soberana de nuestra venezolanidad, pero es muy débil, que al primer templón acabaría con su tejido y entonces seguramente retrogradaríamos a los infiernos del pasado.
Sólo la formidable conciencia del Comandante Chávez sostiene todo este endeble andamiaje, pero el día que no contemos con su presencia, ante un fuerte envión de la derecha todo eso podría venirse abajo, de manera catastrófica e irremediable.
Desgraciadamente, los gringos construyeron este sistema llamado “democrático” que aún sufrimos, con toda una amalgama de partidos políticos manipuladores, clientelares, sectarios, manejados por gente inescrupulosa, inculta y sumamente intrigante.
Allí reside el mayor peligro de la revolución.
En todos los partidos gobierna y se impone la estructura mental y organizativa de lo que aquí sembraron Acción Democrática y COPEI.
En apariencia, el país pareciera que ha cambiado bastante, suficiente como para no que no podamos jamás, pero esto es muy falso.
Para eso hace falta una sólida conciencia patria que todavía está muy lejos de fortificarse. Los verdaderos cambios o se dan en la mente o no se producen en ninguna otra parte.
Uno puede preguntarse crudamente: ¿Cuántos batallones de sólidos soldados están entregados a la dura lucha del pensamiento, del estudio, de la brega diaria en la investigación, en la creación más humana, en el conocimiento más arduo y disciplinado, sin pausa, profundo y constante?
Yo no veo nada de eso.
¿Quién realmente anda en busca de ese conocimiento serio, sensitivo y humano?
Mucha gente que se dedica a la política de partidos, en este sistema todavía muy materialista (capitalista), falso, artificioso e inmoral, lo que anda es en la búsqueda de figurar, de aparecer en los medios, de aparentar ser importante.
Esto es realmente horroroso porque todo ese esfuerzo inútil y degenerado, le hace un daño mortal al país. Porque buscar el poder sin estar preparado es una catástrofe, es dotar a alguien de una arma peligrosa, es el CAMINO HACIA LA SUPREMA IMPOTENCIA. Nadie es más impotente en este mundo que el que llega a ocupar una alta posición sin saber nada de nada, si poder remediar nada y sin poderle abrir paso a los que realmente tienen condiciones para avanzar, para crear, para luchar.
Por eso el país vive en medio de un gran atolladero, chapoteando en el barro en muchas áreas sociales.
Por eso no hay verdaderos críticos, y la autocrítica es casi nula.
Un pregunta sencilla nos deja helados: ¿Dónde están todos esos seres que realmente desean formarse y andan en la búsqueda de un maestro, de un sabio, de una escuela, de un destino noble y grande?
¿Dónde?
¿A quién le interesa aprender ciencia, historia, moral y luces?
Nada de eso veo yo por ninguna parte.
Los que tienen ese conocimiento grandioso en este país, viven en el mayor abandono y en la más terrible desolación.
Mucha gente en verdad, está atenta y preocupa por cultivar los males inoculados por el capitalismo, por el consumismo desde hace más de un siglo.
Mucha, pero muchísima gente, que habla de revolución y que se dice chavista, lo que anda es en la búsqueda del poder; de un buen cargo, de una elevada posición político-partidista; en la búsqueda de amigos con poder. Se desvive por los negocios, por el pervertido y maldito materialismo.
Todo eso es adeco.
Todo eso era lo que aquí se cultivaba en el pasado de la IV república.
Al que está preparado y no aspira a nada más que enseñar algo y aprender algo, a ése nadie se le busca en esta revolución. Ahora bien, si usted es un político de partido ignorante que ha alcanzado un buen cargo, todo el mundo lo halaga y lo busca y lo pone por las nubes.
Así están las cosas todavía entre nosotros, y por eso yo digo que esencialmente este país es adeco todavía.
En cada venezolano todavía reverdece y busca reproducirse un pequeño Rómulo Betancourt. Parodiando a Gallegos tenemos que decir: Hay que matar el adeco que llevamos dentro (no al centauro que llevamos dentro). Eso sería la solución, pero parece imposible.
jsantroz@gmail.com
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