Una de las mayores tragedias que ha venido sufriendo Venezuela desde hace un siglo, es el de la impunidad. Y la impunidad es un mal del sistema capitalista, porque la ley es forzada a acoplarse a las decisiones que impongan los bufetes más fuertes (con mayor “prestigioso”, con mayor capacidad de leguleyos tracaleros, manipuladores de la verdad, etc.)
Venezuela en un siglo no ha sabido castigar como se merece a ningún gran asesino con billete, a ningún gran ladrón o estafador con billete, a ningún gran terrorista que haya actuado para favorecer el poder político de Estados Unidos en nuestra región.
Hasta el pobre Noam Chomski que tanto habla y escribe sobre la capacidad infinita de manipulación de los medios cayó confundido como un soberano pendejo en el caso de la jueza Afiuni. Nadie está a salvo de ser envenenado y embaucado por esta capacidad perversa y demoledoramente fantasiosa que sobre cada uno de nosotros se desarrolla y expande por los medios de comunicación y las redes sociales.
El bufete de Morris Sierralta se caracterizó por defender a los más grandes ladrones y asesinos en nuestro país durante más de cincuenta años. Todo esto era posible porque detrás de las decisiones de los grandes bufetes estaba la famosa Tribu de David (Morales Bello).
Ladronas descomunales como Blanca Ibáñez y Cecilia Matos nunca pagaron cárcel por sus delitos, porque las defendió Morris Sierralta. Aquel famoso ladrón que se llevó más de un millón de dólares en una maleta, llamado Vinicio Carrera, ministro de Transporte de Luis Herrera, y que fue ferozmente defendido por Asdrúbal Aguiar, no purgó ni un día de cárcel. Este pervertido jurista de Asdrúbal Aguiar, egresado de abogado de la UCV, ejerció como Juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Lo mismo pasó con aquel súper ladrón del Banco de los trabajadores llamado Eleazar Pinto, que de humilde obrero pasó a vivir en el Country Club, y todavía hoy se le puede ver jugando golf con los Cisneros, los Zuloaga, los Machado.
Nadie, nadie con mucho dinero fue realmente condenado por la justicia venezolana: ni Carlos Andrés Pèrez, ni Lusinchi, ni a Nicomedes Zuloaga, ni los ladrones de RECADI, ni los autores intelectuales del crimen a Delgado Chalbaud; ni los que asesinaron a miles de estudiantes y campesinos en los últimos años, ni los del caso del golpe del 11-A ni del paro petrolero, lo de Danilo Anderson, Carlos Ortega, Pedro Carmona Estanga, etc., etc.
Y por eso los asesinos y ladrones en este país se envalentonan porque saben que cuentan con Globovisión, con la SIP, con poderosos bufetes, con la green card y la embajada norteamericana para que cometan cuantos desquicios se les ordene.
Y la revolución bolivariana ha tenido que funcionar cargando ese horrible mono a cuestas: y la conclusión es que la justicia venezolana da pánico, horror y desconsuelo, en la manera como se administra.
Ahora viendo la gran farsa que ha montado esta impresionante delincuente llamada María Lourdes Afiuni, la madre de todos los violadores del Derecho, nos podemos imaginar la categoría de decisiones que ella tomaba cuando era juez. Si ha sido capaz de decir que la violaron, que abortó, que la torturaron y reprimieron en la cárcel, con razón, pues, ahora entendemos por qué se vendió como una miserable por el millón de dólares que le pasó el canalla Eligio Cedeño.
Y téngase en cuenta que esas fabulas se inventan con el único propósito de que sean digeridas en el exterior, para esa partida de bandidos que dependen de la CIA como la CIDH, la SIP, OEA, Human Right Watch, ONU, y multitud de ONG's.
Desde que la jueza Afiuni fue detenida se le ha tratado como a una reina, y por supuesto que es imposible que alguien le haya podido tocar un pelo; vivía cumpliendo su condena mejor que millones de venezolanos: tenía enfermeras por montón, televisor, celular, cama para ella sola, comodidades inmensas porque había que tenerla como la reina más exquisita jamás atendida en un penal. La comida que se le suministraba era muy especial para ella, “permanecía todo el día, prácticamente sola, en su habitación, leyendo, viendo televisión, leyendo la prensa y nosotras en la parte de afuera del Penal, solamente llegábamos a suministrarle los alimentos". Y como se puede imaginar recibía numerosas visitas en su habitación.
¿Pueden ustedes imaginar el pavoroso lío mundial que hubieran formado los poderosos medios del mundo si a esa señora alguien le hubiera tocado un pelo?
¿Ah no!: ¡la violaron!, ella que por todo chilla, se quedó calladita durante dos años, pero no sólo eso: y además abortó, a pesar de que según ella estaba en el trauma de las menopáusicas con horribles sofocones. Todo eso en medio de extraordinarias medidas de seguridad, como ameritaba el caso.
Pero lo insólito es que en el momento del aberrante acto se podían recoger todas las pruebas que evidenciaban aquel crimen. Pero no, ella se quedo calladita, bañada en sangre, sufriendo el maltrato bestial que le había propinado el violador, aún todavía con el semen encima de su violador; todo esto cuando ella es abogado, juez, súper conocedora de la ley.
Qué impresionantes misterios de la ciencia, coño.
Pero esta cínica señora era reiterativa en esta clase de inventos y si a eso se añade la locura que suele acompañar a los escuálidos es fácil imaginar por qué han creado toda esa fábula. Miren esto que confiesa una de las que le atendían: "Hubo un día en que ella comentó con la familia de que la estábamos apuñalando. (Nosotras) estábamos tomando el café con leche. Nos sacaron al pasillo en posición de número. Llegó la subdirectora en ese momento, Ginger Rodríguez, y todo normal. La revisaron (a Afiuni), entraron en su cuarto, vieron que no había nada. Y, al día siguiente, fue que nos enteramos que ella había dicho que la habíamos apuñalado. Nos hicieron firmar un acta donde constaba que no le habíamos hecho nada, porque cada quien estaba en su cuarto, leyendo, acostada, descansando".
Pero la fiesta de los aberrados ha tomado cuerpo: Cecilia Sosa Gómez, expresidente de la extinta Corte Suprema de Justicia, dice que “la violación de la mujer en cautiverio es un crimen de lesa humanidad“.
La Iglesia Católica, a través de su Cardenal Jorge Urosa Savino, exige una investigación contra las agresiones físicas a las cuales fue objeto la jueza María Lourdes Afiuni y pide se castigue a los culpables.
Diversos representantes de la sociedad venezolana han alzado su voz de protesta ante la violación a la que fuera objeto la magistrada Afiuni cuando estaba recluida en el Inof en el año 2009, cuyo episodio es narrado en el libro “Afiuni, la presa del Comandante”, escrito por el periodista Francisco Olivares, que fue bautizado el pasado viernes.
El hermano mayor de la jueza María Lourdes Afiuni se refirió este viernes a la confesión que hiciera la magistrada en el libro "Afiuni, la presa del comandante", en el que aseguró haber sido víctima de abuso sexual mientras estuvo recluida en el INOF. La información fue difundida a través del canal de noticias Globovisión.
"Estamos consternados. No sé qué decir. En la familia no sabíamos que hubiera pasado algo así, adicional a todo lo ya monstruoso que le sucede", dijo Nelson Afiuni este viernes a la agencia de noticias Efe.
La jueza Afiuni contó lo que le había sucedido al periodista Francisco Olivares, autor del citado libro, que se presenta este viernes en Caracas, si bien algunos fragmentos fueron ya difundidos a través de los medios.
"A mí me sacaron el útero, pero me encontraron seis miomas. Yo tuve una pérdida en el penal", relató la magistrada después de reiterar que fue víctima de abuso sexual por miembros del Inof que tiene "totalmente identificados". También aseguró que fue torturada por otras presas que la golpearon y atacaron con armas blancas.
José Amalio Graterol, abogado defensor de la jueza, responsabilizó de lo ocurrido al presidente Chávez, quien al parecer ya estaba al tanto de todo lo ocurrido a Afiuni, y que por todo ello "él es el culpable".
Salta Bobobolongo y exclama: “Lo denunciado por Afiuni nos indigna y estremece porque indica que nadie está a salvo de tales salvajadas, incluso en el caso de la ex jueza, de la cual era público y notorio que estaba presa por orden del Presidente de la República, quien pasando por encima de todo el aparato judicial la condenó a la "pena máxima", es decir, treinta años de prisión. Si hubiera vivido en Cuba la hubieran condenado a muerte por fusilamiento, pues el régimen comunista de los hermanos Castro se resiste a eliminar la pena capital.”
La presidente de la Federación Venezolana de Abogadas, Sonia Sgambatti, dijo que si el Gobierno no actuó frente a la presunta violación física contra la ex jueza María Lourdes Afiuni es cómplice en un delito de acción pública que habría sido cometido durante su detención y bajo la tutela del Estado.
La directora de la Fundación para el Debido Proceso, Jackeline Sandoval de Guevara, señaló que la violación a Afiuni puede considerarse un delito de tortura porque la abogada estaba bajo custodia del Estado. El martes solicitarán ante el Ministerio Público y la Defensoría del Pueblo la apertura de una investigación por notitia críminis.
El coordinador del Frente de Entendimiento Nacional, Jesús Cabeza, dijo que en el caso de Afiuni hay violencia política, física y del Estado. Anunció que el 23 de enero de 2013 protestarán en plazas de todo el país contra la negligencia del Gobierno para proteger a sus ciudadanos.
Lo más asqueroso y repugnante lo coloca el abogado de Afiuni, José Amalio Graterol, quien dice que no presentará ninguna denuncia por la presunta violación de la ex jueza en el INOF.
La diputada María Corina Machado visitó a la ex jueza en su residencia. Exigió que se inicie de oficio la investigación por la violación; que se establezcan responsabilidades de la directora de prisiones y de quien era ministro de Interior y Justicia en 2010, cuando ocurrieron los hechos; que se restituya el juicio y se interpele en la Asamblea Nacional a la ministra de Servicio Penitenciario, Iris Varela. Reclamó a Chávez los atropellos contra Afiuni, a quien visitó junto con las periodistas Mari Montes y Gloria Cuenca.
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