La pasada semana el presidente Chávez solicitó permiso al Poder Legislativo de la República para viajar a Cuba por motivos de salud.
Inmediatamente la oposición perdió una de las oportunidades más grandes que jamás tuvo de quedarse callada. Ciertos no han entendido que hasta la administración del silencio es una regla de oro en la política, y abusan de las palabras. Fue así como de la nada, y a partir del anuncio de Chávez de su viaje, surgió en Venezuela una nueva disciplina científica: los oncólogos-constitucionalistas.
Se trata de una rara especialidad en la cual el médico-abogado en cuestión puede, en la misma frase, matar de cáncer a un Presidente y garantizar, hasta en sus mínimos detalles, los procesos jurídicos de su sucesión al poder.
Muchos de estos oncólogos-constitucionalistas salieron a dar declaraciones en programas de radio y televisión, medios impresos y hasta digitales. Todos coincidían en dar detalles médicos de un paciente que no han visto y consideraciones jurídicas sobre una Constitución que nunca han leído.
En un errado cálculo político muchos de estos opositores prefirieron disertar sobre la muerte del Presidente y su remplazo, que sobre el tema que realmente les debería preocupar: la inminente paliza electoral que tendrá la oposición el próximo 16-D.
Los oncólogos-constitucionalistas, al parecer, saben mucho de cáncer y Constitución, pero muy poco de elecciones, pues frente a sus narices la mismísima semana del viaje de Chávez, electores opositores en Miranda, Yaracuy, Lara, Táchira y Zulia decidieron apoyar al chavismo en desmedro de los candidatos de la MUD.
Si antes del 7-O no funcionó la campaña necrofílica, el asesinato mediático de Chávez, la burla por su enfermedad, no veo por qué los oncólogos-constitucionalistas pudieron haber pensado que funcionaría a pocos días de las elecciones del 16-D.
Si antes del viaje de Chávez a Cuba los encuestadores serios planteaban la crónica de una paliza anunciada, después de la aparición de los oncólogos-constitucionalistas, sólo nos queda agarrar palco para ver cómo quienes hablan de muerte terminarán muertos políticamente...