Para los burgueses no hay “situación sin salida”. Su historia está hecha de victorias y están acostumbrados a tener el sartén por el mango aunque esto signifique saltar al fuego. Los burgueses no conocen la solidaridad porque, en su mundo de codicia y egoísmo, los iguales son rivales y los pobres son enemigos: sólo se unen para defenderse, pero en esa unión cada uno piensa en sus intereses. Una cosa piensa Shapiro, otra piensa Carmona; una cosa piensa Fedecámaras y otra la mafia sindical; una cosa piensa la “gente de del petróleo y otra los oficiales felones, una los que marchan a Miraflores y otra el francotirador que los espera en el Centro. No sería extraño que una fracción opositora provoque una masacre para romper el juego electoral que los burgueses no pueden ganar ni con 6 millones de votos.
Los dos candidatos a la superestratégica gobernación de Miranda, el ex vicepresidente bolivariano Elías Jaua y el derechista ex candidato presidencial Henrique Capriles, cierran hoy jueves su campaña en Los Teques. para los bolivarianos la convbocatoria de última hora de Capriles es una provocación porque Jaua había convocado desde el 30 de noviembre; y nos recuerdan la iniciativa opositora crear una matriz sobre “agresiones de grupos armados oficialistas”, “guardianes de Chávez”, etc. que fueron profusamente reproducidas por las transnacionales mediáticas.
Esta vez podría tratarse de una provocación monstruosa, de terrorismo que cause horror y conmoción en el colectivo, como lo fueron los sospechosísimos atentados de las Torres Gemelas de Nueva York, la estación de Atocha en Madrid, los autobuses de Londres, etc. El candidato Capriles podría estar o no al tanto de una tal provocación y, considerando sus menguadas capacidades y posibilidades políticas, ser sacrificado y hecho útil –utilizado- por sus pares para romper la paz democrática y envenenar a Venezuela con violencia política.
El Estado y las fuerzas populares debemos estar en guardia, no sólo en Miranda sino en toda Venezuela y muy especialmente en los Estados fronterizos. No olvidar que, llegado el momento, los burgueses prefieren un fin horroroso a un horror sin fin.
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