Cuando se escarba en las sementeras de los recuerdos es factible encontrar granos de la historia que nos obligan a reflexionar. Ciertos protagonistas de algunas de aquellas no quisieran que se revelaran para no tener que vivir amargas reminiscencias. Durante estos ejercicios me vinieron en mente los izquierdosos de la Cuarta Republica quienes medían los logros revolucionarios por las horas nalgas acumuladas en las reuniones de la “República del Este” y las botellas de whisky escanciadas durante estos convites. Muchos camareros de los bares de Sabana Grande fueron testigos de las discusiones de los ñángaras, que allí se reunían, sobre Marx, Lenín, Fidel, Mao, El Che, el materialismo dialéctico, la dictadura del proletariado, la lucha contra el capitalismo y sobre los asesinatos de los jóvenes guerrilleros que dirigentes como Teodoro enviaron a la montañas de Venezuela. No podía faltar en aquellas conversas los logros de la Revolución Cubana y la toma del poder por parte de los izquierdistas de café, quienes nunca pararon de hablar pendejeras, ni de beber whisky y que jamás ganaron una elección.
Para sorpresa mía y de muchos de los venezolanos aquellos revolucionarios de botiquín y de botellas de whisky vacías, una vez que mi comandante Chávez gana la presidencia, aquellos agitadores de cantinas se convierten en furibundos contrarrevolucionarios de papel y micrófono. Comienza las alianzas de aquellos ñángaras con la oligarquía y con los dueños de comunicación privado para derramar en las columnas de prensa y en la televisión todas sus envidias, frustraciones y rencores. Advirtieron que en trece años el gobierno de mi comandante logró lo que a los “connotados izquierdosos” les fue imposible en cuarenta. La infamia de estos “sesudos dirigentes” puso al descubierto el verdadero talante de nuestros izquierdistas de café y de efluvios etílicos placenteros. Con el triunfo de la Revolución Bolivariana sus antiguas banderas se volaron al carajo y un nuevo viento mercenario les desgreñó el cabello. El poder popular, la creación de las comunas, la nacionalización de las empresas básicas, la autodeterminación de los pueblos, la lucha contra el imperialismo, el fin del gobierno de las oligarquías, la alianza funesta con el gobierno de los EEUU, la creación de cooperativas, el control de los precios de los empresarios especuladores, la vivienda, salud, alimentación y educación digna que ofrecían los ñángaras a los pobres en sus ofertas electorales se convirtieron, por arte de birlibirloque, en los planes de gobierno de un dictador militar con ambiciones de perpetuarse en el poder. Como se ve, aquellos “rojos ambiciosos” se pasaron de guerrilleros de botiquín a contrarrevolucionarios de papel y micrófono.
Pero la tecnología nos trajo una nueva versión de contrarrevolucionarios, los de facebook y los de tuiter, quienes a raíz de la enfermedad del camarada Hugo pretenden desestabilizar al país escribiendo todo tipo de estupideces. Lo más resaltante de tales imbéciles es el culto por la necrofilia. Pareciera que entre ellos conformaron una cofradía de ignorantes cuyo único tema que tienen en mente es solazarse con la enfermedad de mi comandante Chávez y del padecimiento de su familia y de millones de venezolanos que le profesamos al camarada Hugo, más que una afición por una actuación política, un amor insondable. Si pensara que aquellos impíos tuvieran alguna lectura preferida sería el “Libro de los Muertos” de los egipcios o el “Libro Tibetano de los Muertos”, pero no creo que su crasa ignorancia les permita tener conocimiento de tal bibliografía. Da la impresión que abandonaron la religión piadosa y dedicaron al conde Drácula toda su efusión espiritual. Parece que la sangre es lo único interés que mueve el sentimiento de aquellos bellacos.
Juzgo que los contrarrevolucionarios del facebook y de los tuiters aspiran que ministro Villegas muestre en la pantalla de los medios de televisión privado las gasas empapadas de sangre, las heridas abiertas del enfermo, las jeringas con las agujas impregnadas del líquido escarlata, las pinzas sanguinolentas y los instrumentales recién utilizados en la intervención quirúrgica para que estos inclementes sacien, como el viejo Onán, sus bajos instintos. Estos son los cófrades de la muerte, quienes piensan que la tecnología sirve para todo tipo de majaderías, especulando que su uso pone en riesgo los alcances de la Revolución Bolivariana.
Llegó el 7 de octubre, el 16 de diciembre y el 10 de enero y todavía esta oposición no aprende, ni siquiera ante la vista de una inmensa y reiterada marea roja que inundó el centro de Caracas para demostrar que Chávez es más que el líder de la Revolución Bolivariana: Chávez es un proyecto, Chávez es una sola voz, Chávez es un sentimiento, Chávez es la pasión patria, Chávez es un pueblo, Chávez es la Revolución Bolivariana expandida más allá de la frontera de Venezuela y más allá del tiempo. Tengan la seguridad que los contrarrevolucionarios de papel y micrófono, los cófrades de la muerte y mucho menos los oligarcas nunca volverán. Larga vida al camarada Hugo.
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