La Iglesia Católica fue pilar de la conquista y colonización de nuestro continente aportando el elemento ideológico de dominación a través de la implantación violenta de un dogma religioso: o se aceptaba a cristo como "salvador" y a las autoridades españolas a se pagaba con la vida.
Ante la aparición de los libertadores de América, el principal oponente fue precisamente la Iglesia Católica que, sostenía con su manipulación político-religiosa la existencia de unas fuerzas realistas que recibieron muy poco apoyo desde España y que estaban conformadas mayoritariamente por soldados nacidos en este continente, que gracias a la influencia católica luchaban para mantener a una monarquía, que creían elegida por "Dios" mediante el "derecho divino".
Una vez desarrollado el Capitalismo, y la miseria y pobreza provocadas por este, surgió también la izquierda. Los grandes pensadores del socialismo con sus planteamientos, lograron captar la atención mayoritaria las clases trabajadoras. Gracias a este despertar, fueron surgiendo sindicatos por doquier, sindicatos sin medias tintas que planteaban de lleno su oposición directa e irreconciliable contra el miserable sistema capitalista. De haber continuado todo por esta senda talvez el Capitalismo ya no existiera... Pero algo ocurrió que estaba fuera de los cálculos de mas de uno: La Iglesia Católica, a través de "su santidad" León XIII promulgó se encíclica "Rerun Novarum" en la que atacó al socialismo, y desvirtuó por completo la lucha de los trabajadores contra la elite explotadora convirtiendo todo en un pequeño asunto conciliación entre clases.
A raíz de esta encíclica y con toda la influencia ideológico-religiosa de la Iglesia, aparecieron los sindicatos "social-cristianos" que ya no planteaban una critica directa contra el capitalismo, sino que luchaban solo por algunas mínimas reivindicaciones: el daño estaba hecho.
Durante el siglo XX la Iglesia católica fue la principal aliada de las mas sanguinarias dictaduras de ultraderecha como Mussolini, Hitler o Franco, en América Latina hicieron lo propio apoyando las regímenes como el de la Junta Militar Argentina o el de Pinochet en Chile. Y por su puesto lo hicieron en Venezuela con los gobiernos de Gómez y Pérez Jiménez. Cuando el Imperialismo decidió promover gobiernos títeres disfrazados de "democracias" fue nuevamente la Iglesia uno de sus grandes baluartes.
Este año, en plenas fiestas decembrinas la Conferencia Episcopal se dedicó a hablar todos los días de "presos políticos", utilizando -como siempre- su Asamblea anual para apuntalar todas las matrices de opinión del gran capital en contra del gobierno revolucionario, atacando la sentencia del TSJ y diciendo que la actuación de los poderes públicos en nuestro país es "moralmente inaceptable". No es casualidad que todos los intentos de guarimbas con estudiantes de derecha salen de las universidades Católicas en cada estado.
Lo que si es "moralmente inaceptable" es que una organización como la Iglesia Católica, hable pistoladas ahorita sobre "libertad" y democracia" cuando durante décadas -en tiempos en los que aquí si se mataba gente por su pensamiento político y se reprimía de verdad al pueblo- ellos se hacían de la vista gorda, negaban la violencia de estado, legitimaban el sistema establecido y criminalizaban las legitimas luchas del pueblo.
Parte de esa manipulación milenaria está su afirmación de que todos "somos Iglesia". Pero la realidad es que no, todos no somos Iglesia. La Iglesia Católica -la única que existe- tiene una cabeza reconocida: el Papa, este ejerce la máxima jerarquía dentro de la escala católica. La Iglesia tiene además sus instancias de poder, junto con el Papa existe un Secretario de Estado en el Vaticano, y además un Secretario de Prensa, los cuales pueden ejercer la vocería de la Iglesia. Pero además la Iglesia cuenta en cada país con un embajador personal del Papa denominado “Nuncio Apostólico” y una Conferencia Episcopal, estas instancias ejercen la vocería autorizada de la Iglesia Católica en cada uno de los países donde el catolicismo existe. De manera que si un sacerdote expresa un punto de vista y este discrepa del punto vista de la Conferencia Episcopal de ese país, la Conferencia Episcopal dirá que “ese sacerdote puede decir lo que quiera pero esa es su opinión, la nuestra en cambio es la posición de la Iglesia”. Este método es el que se emplea comúnmente en lo concerniente al debate político ya que ¡toda la alta jerarquía eclesiástica católica está vinculada a las oligarquías locales y trasnacionales, y al pensamiento político de derecha y ultraderecha!. La designación de quienes serán cardenales emana siempre de una elite clerical conocida como la Curia Romana y debe ser aprobada por el Papa que a su vez viene de ser Cardenal, es decir: no existe posibilidad de que algún pensador revolucionario o con algún vestigio de pensamiento de izquierda llegue al rango de Cardenal, mucho menos al de Sumo Pontífice.
Por si fuera poco todo lo anterior, la cúpula de la Iglesia tiene el control de todas las propiedades de la Iglesia Católica, y lo que es peor: tiene el control absoluto del dogma y la doctrina. La Iglesia Católica es pues la organización más antidemocrática de todas: millones de personas se denominan como católicas pero todas las decisiones económicas, políticas y doctrínales son tomadas por un grupo de personas que viven rodeados de lujos en suntuosos palacios dentro de la ciudad de Roma y que tienen una clara direccionalidad política.
Demás queda recordar que el Vaticano gana miles de millones de dólares al año invirtiendo en las principales bolsas de valores del mundo sin que hasta ahora hayan tomado ese dinero para repartirlo en una misa. Bastaría con vender las obras de arte que se encuentran en el Museo del Vaticano para realizar grandes acciones en pro de la humanidad. Por el contrario, las obras de acción social que la Iglesia ejecuta en casi todos los piases son subsidiadas por los gobiernos de esos países, no por la millonarias ganancias del Vaticano y de paso, tienen siempre como finalidad encubierta en control ideológico sobre la población.
Y mientras la Iglesia Católica tiene como política atacar al proceso revolucionario nosotros hacemos misas.
No pedimos que se niegue la espiritualidad inherente en el ser humano, por el contrario, planteamos que se promuevan por igual todos los cultos: pero no puede ser el Estado el promotor directo y principal de una sola religión. Si se van a realizar ceremonias religiosas por la salud del comandante o por la razón que sea, que no esté solamente un sacerdote católico, sino representantes de todas las religiones y cultos existentes en nuestra nación, incluyendo con especial importancia los representantes de la tradiciones indígenas pre-hispánicas contenedoras de un nivel de sabiduría espiritual muy superior al que puede demostrar la mayoría de las doctrinas llegadas aquí desde Europa como efecto de la conquista y la colonización, que plantean una visión terrorífica de un dios que es juez y verdugo y que, mediante un juicio decide quienes son los "elegidos" que van al cielo y los muchos que irán a un fuego eterno.
Revolución no es solo ganar elecciones, es preciso avanzar en términos de la construcción de una nueva cosmovisión colectiva del mundo, que implique una forma de espiritualidad acorde con el modelo de sociedad justa que deseamos erigir.
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