Cuando el Presidente Chávez husmeaba, con ese excelente olfato político que suele exhibir, acerca de algún tema espinoso que pudiera trasvasar el límite de las consideraciones públicas, enseguida meditaba, mesuraba el caso y con tino expresaba la debida manifestación en torno al tema o las debidas aclaratorias con una pertinencia tal, que sellaba con sus palabras el fin de la diatriba pública. Eso es el cometido de un estadista. Así lo hizo sin ambages, en el caso de su divorcio con María Isabel y en el caso más sonado todavía con connotaciones políticas nacionales e internacionales, como lo fueron la entrega del “sueco” Joaquín Pérez Becerra y de Nilson Terán, ex guerrilleros elenistas, a las autoridades colombianas. No evade para nada, los temas de alta sensibilidad, el presidente.
En el caso Abreu-Juanes-Bosé, ahora extendido con los atropellados pronunciamientos de Pérez Pirela, no ha habido autoridad ejecutiva que intervenga en lo que ya se ha convertido en una diatriba pública de declaraciones y contradeclaraciones, opiniones y contra opiniones. La verdad que es enojoso el caso por los elementos que se han hecho públicos y que hieren la sensibilidad de todos los venezolanos y sobre todo quienes más cerca están del sector cultura nacional.
El vicepresidente, entonces exornado como está de la confianza ulterior del presidente y ejecutante de las políticas públicas por orden expresa y razón del legítimo presidente Chávez debería, como es su deber emitir un pronunciamiento del caso. Que unos rufianes hayan despotricado con inaudita insolencia, del presidente Chávez y del pueblo venezolano y que después un ejecutivo del gobierno revolucionario intente darles cabida en los espacios de la cultura venezolana es un acontecimiento harto comprometido con las más falaces de las políticas contrarrevolucionarias.
Y en tal consideración Nicolás Maduro debe intervenir. Y si no lo hiciere, con toda seguridad, el presidente Chávez, desde su lecho de convaleciente, estará ansioso por darle un parao a quienes en este caso quiere dejar burlada la conciencia revolucionaria de este pueblo.
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