Cuidado con la revolución

Leyendo el excelente ensayo “Los bienes terrenales del hombre” de Leo Huberman me encontré con una carta del médico suizo Jean-Paul Marat, uno de los protagonistas de la Revolución Francesa. En ésta, el vocero de la clase trabajadora más pobre concibió lo que pasaba en la Revolución. Es de tanto interés y vigencia de sus palabras que me veo obligado a reproducirla plenamente.

“En el momento de la insurrección el pueblo se abrió paso a través de todos los obstáculos, por la fuerza del número; pero a pesar del poder que alcanzó al principio, fue derrotado al final por los conspiradores de la clase superior, llenos de habilidad y astucia. Los sutiles intrigantes, más educados, de esa clase alta, primero se opusieron a los déspotas; más sólo para volverse contra el pueblo, después que infiltrándose, consiguieron su confianza y usaron de su poderío, para situarse en la privilegiada posición de la cual habían sido expulsado los déspotas. La Revolución la hacen y llevan adelante las capas más baja de la sociedad, los obreros, los trabajadores manuales, los pequeños comerciantes, los campesinos, la plebe, los infortunados, todos aquellos a quienes los ricos desvergonzados llaman “canalla” y a quienes los romanos también desvergonzadamente llaman el proletariado. Pero lo que las clases altas ocultaron constantemente, fue el hecho de que la Revolución devino solamente para el beneficio de los terratenientes, los abogados y los tramposos”.

La carta anterior fue escrita hace más de doscientos años, pero pareciera que la historia no les enseña nada a algunos de los comprometidos con la Revolución Bolivariana quienes creen en una posible convivencia con la oligarquía. La Guerra de la Independencia se ganó, pero los ideales de Simón Bolívar fueron trastocados dado que los mantuanos en un principio y los generales, dueños de tierras y riquezas, traicionaron los ideales del Libertador. Lo mismo pasó con la Guerra Federal y de nuevo, tal como afirma Marat en su carta, aquella contienda devino en beneficio de los terratenientes y los godos. Todo lo anterior se repitió en la gesta del 23 de enero del año 58, cuando la dictadura tiránica de Pérez Jiménez se transformó en la dictadura Puntofijista respaldada por los oligarcas de pacotilla.

Como afirma Hugo, ya la Revolución Bolivariana, no le pertenece a él, ni Maduro, ni a Diosdado, ni siquiera al PSUV, esta le concierne al pueblo, a los pobres, a los campesinos, a los estudiantes, a las amas de casa, a la clase media asalariada, a más de ocho millones de venezolanos que ven en este proceso la posibilidad de vivir en una patria digna y soberana y, por tal razón, debemos defenderla.

No caigamos en las debilidades del consumismo y el egoísmo capitalista, pensando que en los planteamientos de los partidos de la derecha están la solución de los problemas del país. A los oligarcas, tal como lo han venido haciendo desde hace más de cien años, lo único que les interesa es el lucro de sus empresas explotando a los pendejos y resguardar sus dólares mal habidos en los bancos suizos y en los paraísos fiscales.

Para logar los objetivos de la Revolución Bolivariana los medios de producción, distribución y ventas deben estar en manos del poder popular, en caso contrario, en manos de la empresa privada, sólo generarán beneficios (ganancias especulativas) a los dueños del capital. Así ha sucedido desde la época de la Revolución Industrial en el siglo XVIII y no hay razón para que esto cambie, si el poder llega nuevamente a manos de los capitalistas. Por fortuna, más nunca volverán. Larga vida a mi comandante.


enocsnchezlpez@yahoo.com


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Enoc Sánchez


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