El pasado 8 de febrero el gobierno nacional anuncio el aumento del dólar que estaba a 4.30 Bs f para llevarlo a 6,50 , el cual tuvo lugar a la especulación desatada con el dólar en el llamado “mercado paralelo o negro”, donde desde hace varios meses esa moneda se transaba a más del cuádruplo de su valor oficial, lo cual era público y notorio. Igualmente la forma como los importadores sobre facturan, desviando los destinos para los cuales fueron aprobados por CADIVI, reciclan buena parte de los mismos en ese mercado ilegal, obteniendo ganancias extraordinarias. Esto último se debe al conocido “efecto arrastre”, donde se verifica lo que señaló Marx en su momento, que todo comerciante es un especulador potencial.
Esta situación ya la vive la población en los tres últimos meses y se reflejará en el índice inflacionario de enero. De no corregirse rápidamente amenaza a las metas inflacionarias que el gabinete económico fijó para este año, que deberían seguir la línea descendente lograda en 2012, ya que se espera mayor crecimiento económico.
El paso de un régimen cambiario de libre cotización a uno controlado y fijado por el Estado en 2003 fue una decisión forzada que se impuso en un momento crítico de la revolución, ante la fuga de divisas que amenazaba con vaciar al Banco Central, por los embates del sector capitalista contra un gobierno que no respondía a sus intereses sino a los de las capas más pobres del pueblo. Igualmente cada una de las sucesivas devaluaciones posteriores también fueron respuestas obligadas del Estado frente a nuevos ataques financieros especulativos de los grandes sectores capitalistas que operan en la economía nacional. La devaluación actual no escapa a esa regla y políticamente debe entenderse así.Es decir que se inscribe en el marco de la aguda lucha de clases que cruza a la sociedad venezolana desde hace más de veinte años y en particular desde que Chávez asumió el gobierno, hace catorce años.
La derecha no dejará de aprovechar los efectos negativos de la devaluación para el contraataque político y amortiguar hasta donde pueda sus recientes derrotas. La presión inflacionaria que se acentuará en los próximos días será una amenaza sobre los ingresos de amplios sectores de la población, que le servirá a la derecha para reforzar su prédica que esos efectos negativos se deben a que la única economía sana y posible es la que se sustenta en la “libertad de mercado”, que es su verdadero y único programa.
Esta situación de defensiva en que queda el proceso revolucionario en la esfera financiera y económica contrasta con el desarrollo de una línea general de ofensiva política que anuncia el alto mando político bolivariano contra las clases explotadoras, nacionales y sus aliados externos, en particular el imperialismo yanqui. Línea que es posible y necesaria en la coyuntura actual y que se revitalizó gracias a los grandes y recientes triunfos electorales de octubre y diciembre. El comandante Chávez la delineó en sus grandes trazos en su conocida intervención, posteriormente publicada con el nombre de “Golpe de Timón”
De esta contradicción las fuerzas de la revolución deben sacar conclusiones. Una de ellas es que resulta evidente que, así como los aparatos políticos de las clases explotadoras muestran enormes debilidades y dificultades para cooptar y movilizar a sectores populares, incluidos parte de la estructura militar, lo que les permitiría el intento de recuperar el control del Estado, del lado de la revolución se muestran grandes limitaciones para neutralizar primero y doblegar después definitivamente el espacio que es propio y determinante del capitalismo: el de la producción y en forma más general el de toda la economía. Sin ganar esta larga batalla no habrá socialismo.
Los efectos económicos de una devaluación monetaria son bien conocidos, pero no pueden verse por fuera del contexto concreto de la coyuntura nacional. Un rápido examen de algunas de esas variables desmiente a quienes con ligereza – más allá de sus intenciones políticas – pronostican efectos catastróficos para los próximos meses.
En primer lugar cabe señalar que el contexto general de la economía venezolana a principios de 2013 es mucho más favorable que el que existía en 2010, cuando se produjo la última devaluación del 100%. En aquel momento se venía saliendo de una fase recesiva como consecuencia de los embates de la crisis mundial, que afectaron negativamente los precios petroleros. Por el contrario, ahora se está en una fase expansiva de la economía de casi tres años, con perspectivas de prolongarse por el efecto multiplicador de las grandes inversiones del Estado, tanto en el área de vivienda social, con incidencia directa en mayor ocupación y demanda de bienes, como en inversiones a largo plazo en distintas ramas de la producción (siderurgia, cemento, mecanización del agro, petrolera, etc).
En segundo lugar no hay perspectiva a corto plazo que se derrumben los precios petroleros, determinantes para toda la economía nacional; antes bien, un agravamiento de la crisis política en Medio Oriente podría actuar en sentido opuesto, elevándolos más.
En tercer lugar, es conocido que la carga de la deuda pública venezolana es controlable con los ingresos corrientes del país, ya que el pago de la que está nominada en dólares, tanto de los intereses como la amortización de capital, representa aproximadamente un 5 % de los ingresos de las divisas petroleras y la deuda interna, que está nominada en moneda nacional, representa un bajo porcentual del PIB nacional .
En cuarto lugar, las posiciones en reservas del BCV, que incluyen los 17.000 millones de u$ de oro depositados en sus bóvedas, son sólidas y suficientes para enfrentar la actividad corriente y prevenir ataques especulativos. Esas reservas han sido reforzadas por una reciente resolución del gobierno, por la cual PDVSA va a derivar hacia las reservas del BCV una alícuota mayor de sus ingresos en divisas.
En quinto lugar, el sector bancario y financiero privado ha sido saneado tras la quiebra de varios bancos y aseguradoras en los años 2009
En sexto lugar, desde la devaluación de 2010 ha crecido en forma significativa el sector de la economía – productivo, comercial y financiero – bajo control del Estado, aunque una parte de él todavía es subsidiado y muestra serias ineficiencias. Por ello, exhortamos a nuestros oyentes a no tener miedo ante cualquier campaña negativa, más debemos seguir trabajando por la consolidación del socialismo.
Con la frente alta decir ¡¡¡Patria Socialismo Viviremos y Triunfaremos!!!
elzamorano2005@gmail.com