Que un grupo de universitarios expresen sus insatisfacciones contra los Gobiernos de turno, no es negativo en si mismo. Lo frustrante es la influencia manifiesta de la disociación discordante del sentir natural y accionar de un pueblo politizado y solidario con las causas justas como el venezolano.

De la juventud que incursiona en la política activa se espera inconformidad, pero no la insensatez manifiesta del grupo llamado “Operación Soberanía”. Las voces que les guía desafinan con los instrumentos. Porque además la inmensa mayoría de la juventud y estudiantes tienen buen juicio y prudencia; tienen conciencia de que la solución de los problemas colectivos, incluidos los políticos, requiere del sentir humano para alcanzar la convivencia, solidaridad y bienestar con dignidad y moral.

El pueblo en su inmensa mayoría reconoce el alto precio que ha tenido que pagar el Gobierno del presidente Chávez, por la intolerancia de los centros imperiales del capital internacional, al cumplirle al pueblo venezolano su compromiso de liberación económica e independencia política verdadera.

El ataque al bolívar, la cero inversión de los privados en el aparato industrial, provocando escasez y especulación; la dependencia tecnológica, la fuga de capitales, el golpe de estado y el saboteo a la industria petrolera en 2002; son ataques a esa liberación e independencia del país.

El pueblo en general y en particular los jóvenes y estudiantes tienen sus percepciones en base a los hechos: incendios en petroquímicas, en depósito de CAVIN, en Sidor, apagones eléctricos en regiones del país, accidentes en líneas férreas nunca antes vistos, derrames petroleros (oleoductos); que son en realidad saboteos que responden al plan desestabilizador desde el exterior para ir implosionando la economía al interior del país.

Se observa como a meses de los hechos, a contra pelo del posible delito, el daño económico producido a la nación y menos aun reconocer el gran esfuerzo del Gobierno en reparar los daños y en prevención; aparecen “voceros” sin identificar que “denuncian” con sutileza que tal o cual equipo no está operativo, dejando colar que es por culpa del Gobierno. Es la continuación del plan desestabilizador.

Por todo ello, causa pesar que alguien a quienes se tiene en alta estima y esperanzadora grandeza, para la continuación de la construcción de la Venezuela grande, liderizando la integración junto a los hombres y mujeres de Sur América, permitan que se les utilicen para fomentar el desorden, para mediatizar la opinión pública; con el objetivo de crear la sensación de falta de Gobierno. Creo que la “Operación Soberanía” es parte de “algo” que ellos desconocen. Solo conocen a Ledezma, Leopoldo, Adres y a Aveledo.

Esperan provocar la acción de las autoridades para que las voces del pasado argumenten la violación de sus derechos humanos. Así, el “Nuevo Herald” de Miami, “El País” de España o “El Tiempo” de Bogotá, destacaran los hechos no como el cumplimiento del deber, por parte de la autoridad, en impedir la anarquía, sino para seguir mintiendo sobre el Gobierno de Venezuela.

Si de verdad existiera coherencia entre el pensamiento y sus expresiones, el grupo de universitarios convocaría a ruedas de prensa y podrían expresar libremente sus críticas y opiniones, pero ese no es su propósito. Además, protestando, creando el caos, no dan oportunidad de que periodistas hagan preguntas que pongan en evidencia la ausencia de solidaridad, de sensibilidad propia de los seres humanos ante el dolor, así como su indolencia y deshumanización por los riesgos a que exponen a millones de seres por su insensatez.

No podrán marchitar el júbilo esperanzador de un pueblo consciente de que nada es gratis ni casual. Que la lucha tendrá que ser permanente, que la mentira no se impondrá. Que tenemos la obligación de capacitarnos más y mejor en todos los órdenes de la vida, porque Chávez y el despertar de las y los venezolanos es inmarcesible.

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