El “destino” nos jugó una mala pasada al llevarse a nuestro máximo líder, aliándose con los apátridas oligarcas, quienes buscaron por todos los medios acabar con su vida y de esa manera descalabrar y destruir el proceso revolucionario. Sin embargo, Chávez, como buen estratega que era, se adelantó a este vil ataque planteando una serie de acciones que neutralizaran el desmoronamiento de la causa bolivariana a partir de su muerte física; es así que trazó los lineamientos a seguir en caso de no estar físicamente entre nosotros. Por un lado, desplazó el poder desde su propio liderazgo hacia todos mediante el “Todos somos Chávez”, con todo lo que esto implica (el empoderamiento de todos nosotros de sus ideas, del amor patrio y colectivo, del hacer revolucionario, socialista y bolivariano, entre otras cosas) y por otra parte, al proponernos el que elijamos a Nicolás Maduro como el próximo presidente y líder de la revolución, revela claramente el mensaje de que el pueblo puede tomar el poder y dirigir este proceso. Maduro viene de los sectores más humildes y alejados de la oligarquía.
Chávez, a lo largo de estos 14 años, soportó ataques furibundos, viles, obligándolo a mantenerse constantemente a la defensiva para poder mantener la estabilidad de nuestra república bolivariana, el avance del proceso socialista se vio frenado y enlentecido, hubo de justificar cada paso ante los medios de comunicación, ante muchos de nuestros compatriotas, ante la OEA, la ONU y los diversos organismos internacionales. No hubo ningún instante en el que los medios apátridas bajaran la guardia, al contrario, en todo momento criticaban, juzgaban, atacaban cada paso dado por nuestro comandante presidente. Todo era colocado de manera negativa; la siembra del odio se hacía de manera solapada y muchas veces directamente. Hasta la propia muerte de nuestro líder supremo ha sido vilmente embestida, llegando incluso a querer imponer la tesis de que su familia son seres macabros que ocultaron su partida con la finalidad de obtener oscuros intereses. Esta oligarquía no descansa en su afán de destruir el proceso revolucionario con todo lo que esto represente.
Con este panorama a cuestas, nos enfrentamos en la actualidad, con una nueva escalada de agresiones potenciadas con la creencia de que nuestro proceso revolucionario está debilitado por la partida física de nuestro comandante. Olvidan que Chávez se multiplicó en cada uno de nosotros y que ahora somos un ejército de Chávez dispuestos a defender esta revolución y en esta nueva etapa no podemos quedarnos en la sola defensa, esperando que la oligarquía ataque para reaccionar, no, es obligado que pasemos a la ofensiva, y no es una ofensiva en donde agredamos y maltratemos como ellos lo hacen, se trata de una ofensiva amorosa en la cual intensifiquemos las escuelas de ideología bolivariana, los estudios de los discursos de nuestro líder, la neutralización de los medios apátridas y la masificación de mensajes y cantos revolucionarios a todo lo largo de nuestro país. Es necesario que neutralicemos también los actos de corrupción, las especulaciones y las injusticias hacia el pueblo.
Un aspecto de importancia es el de ir trabajando intensamente en la sustitución del pensamiento individual por el pensamiento colectivo. La base del capitalismo es el individuo, el ser individual, la explotación del hombre por el hombre; en el socialismo bolivariano debe prevalecer el pensar colectivo, el amor por el prójimo, es el ama a tu prójimo como a ti mismo. No habrá comuna sino hay trabajo colectivo y el trabajo colectivo parte por tener una mentalidad colectiva. Cuando el indio sale a cazar no piensa que el jabalí que consiguió le pertenece a él, el indio sabe que ese jabalí que cazó le pertenece a la tribu, es el alimento para todos y en ningún momento se pelea con los otros por tomar la mayor pieza o la mejor sino que se muestra equitativo y hay una repetición por igual para todos. Ese accionar y pensar es la base de nuestro socialismo bolivariano.
¡VIVA CHAVEZ, LA LUCHA SIGUE!
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