Hoy he leído detenidamente un artículo aparecido en el diario español “El País”, de la señora Cristina Marcano. En él destaca la gran fuerza opositora que existe contra el gobierno bolivariano (como si fuera Venezuela el único país del mundo en el que existe oposición). Sostiene que aunque millones lloraron la muerte del presidente Chávez otro tanto, “otra multitud, casi invisible, ausente” prácticamente la celebraba. Como ocurrió, pues, en Miami. También se alegró Uribe. Seguramente Bush, Rajoy, Aznar, Alejandro Toledo, Vicente Fox,...
¿Qué le vamos a hacer?
La muerte de Bolívar también fue ruidosamente celebrada en (la Gran) Colombia, particularmente en Venezuela. Páez durante todo su mandato jamás quiso conmemorar dos fechas trágicas para América Latina: el 4 de junio de 1830 (cuando asesinan a Sucre) y el 17 de diciembre de 1830.
El itinerario amargo de Bolívar desde Bogotá hasta Santa Marta aquel año de 1830, es conocido por todos. Un acuerdo colectivo de maldad horrible se apoderó de los cuatro costados de la moribunda de la Gran Colombia. ¡Qué se lo lleve al diablo! era el diario sonsonete que flagelaba la caravana que huía del maremagno desatado en Bogotá y en Caracas, y que llevaba el cuerpo destrozado del Libertador.
Aquella muerte traería muchas alegrías secretas, todas miserables, que no pudiendo contenerse estallarían en las grotescas revelaciones de un tipo de americano pérfido, infernal, común denominador de los grupos partidistas a quienes les aterra tener ideas propias, ser ellos mismos, encarar la terrible realidad en que gimen. Recordemos que el 2l de enero de 1831 cuando llega a Maracaibo la noticia de la muerte del Libertador, el gobernador de esta provincia, de apellido Gómez, no pudiendo contener su contento, corre a dar la “buena nueva” a su gobierno: Todos los informes y todas las noticias están acordes; me apresuro a participar al gobierno la nueva de este gran acontecimiento, que seguro ha de producir innumerables bienes a la causa de la libertad y felicidad del país: Bolívar , el genio del mal, la torcida de la discordia o, por mejor decir, el opresor de su patria, ha dejado de existir y de promover males, que sin cesar llovían sobre sus compatriotas... Su muerte que en otras circunstancias, hubiera sido un día de duelo para los colombianos y les hubiera impresionado dolorosamente, hoy es motivo poderoso de regocijo, porque viene a constituir la paz y la tranquilidad de todos... Me congratulo con Usía por tan plausible noticia. . .
Si hiciéramos un cálculo, tal como lo plantea la señora María Marcano en su escrito, seguramente nos asombraríamos al constatar que la mayoría de los “colombianos” de entonces deseaban la muerte del Libertador.
Esa mayoría que deseó su muerte no salió en multitudes a expresar su dolor, como sí se expresó en toda Venezuela en el caso del presidente Chávez. Hoy la cosa es diferente, porque hay ahora un pueblo consciente de su destino. Existe una mayoría capaz de sostener una idea, una bandera propias. Que tiene el valor de verle la cara a la adversidad terrible que nos amenaza desde del exterior, y que ha sido la causa de nuestra tragedia social, económica, humana.
La razón por la cual aquí mucha gente habla de que estamos “divididos” y que eso antes no pasaba, es que mucha gente le tiene pánico a pensar y a decidir por sí misma. Y entonces corre a los faldones de viejo y extinguido imperio español (el cual todavía añoran) o a los del Tío Sam que siempre ha decidido en todo por nosotros, para así tratar de evitar el dolor que implica tomar decisiones propias y no ser ellos los que asuman ninguna responsabilidad en sus actos.
Claro: porque un grupo de venezolanos nos hemos atrevido a pensar por nosotros mismos y a descubrir la gran estafa en la que nos mantenían los medios poderosos de comunicación del mundo (con el único fin de esquilmarnos), es lo que hoy nos define en América Latina como algo diferente, auténtico y soberano.
Los intelectuales burgueses son esencialmente hipócritas, interesados y cobardes. De aquella camada de “brillantes” escritores que tuvimos en el siglo veinte, muy pocos lucharon contra las dictaduras. Más bien las justificaron. Hoy vamos a elecciones prácticamente cada año y el pueblo decide franca y directamente, y eso hay que respetarlo. Hoy en España hay multitudes (millones) de desesperados ciudadanos que no encuentra un líder al cual seguir, y en el cual creer. Eso sí es digno de estudiarse, pero María Marcano no se atrevería abordarlo. Lo de ella es el escualidismo redundante de primer orden, que la destroza interiormente.
Finalmente debo decirle señora María Marcano, que ese amor y estremecedor dolor que usted ha visto en Venezuela con motivo de la muerte del Comandante Chávez es auténtico, mientras que el odio de ustedes está fundado sobre la cobardía (el miedo a verle la cara al horror de sus miserias), el interés personal y los valores del capital inoculados por más de cien años a mucha gente de este pueblo.
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