María Gabriela Chávez Colmenares

¿Será que con María Gabriela Chávez Colmenares se cumple ese adagio que dice: “Lo que es para ti, aunque te quites”? No lo sabemos o, por lo menos, yo no lo se; de todos modos lo que quiero expresar es que con la hija de nuestro Comandante Eterno sucede algo muy particular: nunca pasa sin que se note su presencia ni produzca comentarios.

Si María Gabriela está es porque está, si no está es porque no está. Si está triste es porque está triste, si está alegre es porque está alegre. Si habla es porque habla, si está callada es porque está callada. Lo mismo ocurre si está contenta o enojada. María Gabriela, María Gabriela, María Gabriela.

Y no lo digo por decirlo, ¡no señor! es que solamente la presencia de María Gabriela es noticia nacional e internacional. Ya se que muchos van a decir que es la hija de ese gigante de la historia que es Hugo Chávez, pero ¿por qué sus otros hijos no desatan ese mismo interés que ella produce? Ni siquiera familiares como los padres del mismo Chávez: Hugo de Los Reyes y la señora Elena. Incluso, yo me atrevo a decir que ni hermanos del comandante como Adán, Argenis, que cumplen funciones de gobierno. La presencia de estos camaradas engloba la importancia de los puestos que ocupan dentro de la revolución. Pero la presencia de María Gabriela va más allá aunque no represente algún cargo público. Pareciera que nació con un nimbo político.

Hasta cuando Chávez estaba vivo, María Gabriela se hacía sentir. Recuerdo que el comandante en el Aló, Presidente 313 leyó una carta titulada: “Para mi amor” fechada en Barinas el 9 de diciembre de 1995 que él dijo ella le envió después que salió de la cárcel, y a la mitad tuvo que detenerse; el dolor como un puñal clavado en la garganta lo enmudeció de golpe. Chávez apretó y apretó los párpados hasta lograr contener sus lágrimas y sobrepuesto continuó con una voz pausada y serena. Fue la primera vez que vi tragarse el llanto al máximo jefe de la revolución bolivariana siendo Presidente de la República.

Todos esos detalles con respecto de María Gabriela se acentuaron cuando se agudizó la salud de nuestro Líder de la Dignidad; muchos periodistas llegaron al colmo de hacerle fotos al rostro de ella para, según su tristeza, determinar el avance de la enfermedad de Chávez.

Después que su amado amor eterno murió fue peor. Que si lloró, que si no lloró. Que si saludó a Nicolás, que si no le dio la mano, que si estaba sentada muy lejos, que si no estuvo en el acto, en fin… Lo más curioso del caso es que María Gabriela no se ve que actúa a propósito para desatar las emociones que desata; pero las desata, las produce, llama la atención. Eso no se puede ocultar. Siempre alguien se ocupa de ella.

No conozco a María Gabriela Chávez Colmenares y no tengo propiedad para decir que es igual o no a su papá; pero es hija y no se descarta que herede esas grandes virtudes del bien llamado Cristo de los pobres.

En cualquier caso, nació mujer y yo creo en las mujeres, por lo tanto considero que en ella habita una política excepcional con un futuro promisorio que desde ya se debe comenzar a labrar de cara a esa Patria nueva que estamos construyendo, y que continuaremos con el próximo presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, tal cual fue el último deseo de Chávez.

¡Dios te bendiga muchacha!, como diría tu padre con esa voz familiar, amiga, vigorosa, firme, emotiva, entusiasta y sobre todo sincera que lo caracterizó toda la vida.



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Alberto Morán


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