Han pasado 2000 + años desde que Jesucristo vino a la tierra para salvar a la humanidad de sí misma, pero al contrario de sus buenas intenciones, nosotros, el ser humano contaminado del egoísmo, agarramos sus enseñanzas y las manipulamos para que encajen con nuestros propios deseos e intereses personales, es decir, y generalmente, nos servimos de sus enseñanzas cuando nos conviene.
Cuando Jesucristo estaba sobre la tierra, uniendo al Pueblo, educándolos, liderándolos, y liberándolos, había mucha gente en su entorno, aun gente del Pueblo, quienes lo odiaban, lo demonizaban, lo querían muerto, lo insultaban a él y a sus seguidores. Les escupían encima, les lanzaban piedras, les caían a patadas, y a sus mujeres les llamaban putas. Los perseguían, hasta que encontraron la manera de asesinar a eso gran líder histórico y eterno. Mientras que Jesucristo estaba vivo, los que lo odiaban no se dieron cuenta que Jesucristo era una figura histórica, el gran sabio e humanista, luchador por lo bien, lo bueno, y lo justo.
Aun después del asesinato de Jesucristo, los que lo odiaban, lo ciegos, siguieron persiguiendo a sus seguidores, tanto que tuvieron que eventualmente esconderse en las catacumbas para no ser asesinados. Pero, aun con toda esta persecución, la palabra y los hechos de este gran sabio Jesucristo han perdurado las tormentas del tiempo.
Lo mismo está ocurriendo hoy, pero esta vez no nos esconderemos en las catacumbas.
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