La organización y el trabajo socialista son entre otros los pilares de una nueva etapa de la Revolución Bolivariana. La Revolución dentro de la Revolución es tarea muy importante a la presente coyuntura, sobre todo, porque la nueva estructura ministerial planteada por el camarada presidente Maduro como gobierno de calle es más que adecuada. Nunca antes en la historia republicana un país desconcentrado podría estar en condiciones de articular la participación protagónica de las comunidades; los distintos niveles de gobierno (nacional, regional, local y comunal) con un plan estratégico como el legado que nos dejó Hugo Chávez y las instancias coordinadoras anunciadas por Maduro.
Sin embargo, algunas posturas adversas –considerando los recientes resultados electorales– se han dado a la tarea de exagerar una fisionomía de un presunto fracaso para ocultar las virtudes que, sin duda, producirán altos niveles de participación y el protagonismo de la sociedad venezolana actual si se adopta desde la autogestión, el control obrero o la cogestión socialista o desarrollo de las comunas.
Las argumentaciones tanto de las élites académicas pasando por los grupos reducidos de la Iglesia católica hasta representantes de los grupos financieros y la burguesía señalan poca participación en las decisiones; caída de la producción; mala capitalización de las prestaciones de los trabajadores; incomprensión del concepto de propiedad social (confundiéndola con la propiedad absoluta); la falsa creencia de que la cogestión socialista es propiedad privada y participación accionaria; o que participar en las decisiones es recibir beneficios y no satisfacer las necesidades del colectivo.
La organización social y la organización de servicios públicos que emanan del Estado, por ejemplo, deben buscar plantearse la cogestión. Ser administrada en cogestión significa que sus trabajadores encontrarán buenos resultados al seguir profundizando en su sistema estructural y funcional, de los lineamientos dictados por el cambio político-institucional postulado tanto en la nueva Constitución pasando por Plan de la Patria y las leyes aprobadas en la Asamblea Nacional así como el conjunto significativo de propuestas recogidas en las movilizaciones y permanentes asambleas locales de ciudadanos.
El camarada-presidente Nicolás Maduro ha llamado a seguir implementando un amplio proceso participativo tanto de reflexión y aprendizaje como de acción colectiva sobre diversos tópicos. El presidente Maduro nos ha demostrado su conocimiento del país como conjunto, alertándonos acerca de las trampas del poder, los espejismos de la propiedad privada, las directrices del comercio no-lucrativo de un Estado socialista que aspira a profundizar la igualdad, la justicia y la democracia socialista integradora y con contexto internacional.
La mancomunidad o el conglomerado de organizaciones sociales las mantiene Nicolás Maduro siguiendo el legado del Comandante Supremo de nuestra Revolución, entiéndase, las nuevas formas de organización popular como las mesas técnicas de agua, comités de tierras urbanas hasta las comunas. Notamos su énfasis en ampliar la preparación técnica y ética. La acción buena, producto del llamado moralizante de nuestro presidente Maduro significa una acción formante para el mantenimiento, por ejemplo, de la infraestructura, ser los protagonistas y actores junto a los destinatarios fundamentales de una acción coordinada que logre modificar la conducta colectiva de los centros en los cuales recaerá la acción de una futura transferencia de poder y capacidades para la gestión.
La acción comunitaria es otro de sus enfoques de acuerdo al Plan de la Patria que desplegada eficaz y eficientemente expandirá inevitablemente una permanente confrontación con los antivalores del capitalismo y así logrará erradicar progresivamente el lucro desmedido, individualismo egoísta y codicia personal; la subcultura de la corrupción, la adulancia, el soborno, la acumulación de bienes, la riqueza monetaria, el antiintelectualismo obsoleto, el arribismo, el rechazo al trabajo creador y productivo, recordemos que el Socialismo es trabajo social y este genera conciencia social o como dijo Walter Martínez en su excelente Programa Dossier “…el trabajo es una forma de oración” (18-2-2013)
Esa humanización de nuestras ciudades y del desarrollo urbano sostenible, como visión a largo plazo, va mas allá de ejecutar las líneas directrices de una planificación, su riqueza estaría en el trabajo realizado por funcionarios honestos, eficientes, que personifiquen valores, exhiban una conducta moral en sus condiciones de vida, en la relación con la comunidad y sobre todo, como responsables de la vida pública y del poder popular. En este sentido, la dinámica urbano-regional del territorio venezolano, que ha seguido desde mediados del siglo pasado un patrón de ocupación concentrado, desequilibrado y polarizado, cuya expresión actual muestra fuertes desigualdades interregionales, ha generando alarmantes problemas sociales, económicos y ambientales, resolver estas antinomias o contradicciones sería instaurar el buen vivir colectivo y mejorar la calidad de vida.
Debemos destacar que en el llamado del presidente Nicolás Maduro está la propuesta que tiene por finalidad cambiar el esquema perverso del “desarrollo” impuesto por el capitalismo. Caracas, por ejemplo, fue concebida de manera amorfa en una división del territorio basada en intereses económicos, pero nunca en razón del bienestar del citadino, siempre a favor del capital –relaciones de generación, concentración de riqueza material, la industria automotriz y el comercio.
Ese cambio de paradigma, iniciado por la Gran Misión Vivienda Venezuela y el Plan Maestro ejecutado ampliamente por Jacqueline Faria como jefa del Gobierno del Distrito Capital ha servido para la salvaguardar tanto la zona metropolitana como otras regiones del país.
Pero hoy esa transformación de Caracas está sustentada en la nueva geometría del poder y en consecuencia tendrá que afrontar los retos para revitalizar aún más la organización social en todo el país, y con ello a la ciudadanía en el marco del espacio; el poder popular; la dimensión ético-política; el aprovechamiento equitativo del proceso de desconcentración comunal y transferencia en manejo de bienes y servicios a las comunas.
Los complejos habitacionales fueron en días pasados blancos de las hordas fascistas porque simbolizan una sociedad socialista que lograría generar un excedente no-lucrativo, ajeno a la opulencia, a las altas rentas y ganancias especulativas, difíciles de ser absorbidas por la cartelización y el monopolio empresarial o dependencia tecnológica y los grupos económicos en concierto para delinquir con fraudes inmobiliarios y hasta depredadores del hábitat urbano y el medio ambiente.
El llamado de Nicolás Maduro como redactor y conocedor de la organización social y la novísima legislación (Lottt) del trabajo cotidiano se orienta a consolidar el modelo productivo socialista. Las metas son claras desde el autodesarrollo de las personas; las comunidades; sus organizaciones; el fomento prácticas democráticas responsables y cogestionarias por parte de todos los ciudadanos.
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