Debe llegar la hora de la verdadera autocrítica en todos los niveles de la gestión tanto del gobierno revolucionario como en los distintos estratos del PSUV. De otro modo nos la pasaremos ensimismados en el sorprendente cuadro de lo que ocurrió el 14 de abril, sin que tomemos medidas para evitar el colapso del proceso, a la vez que proceder a los cambios que reclama el pueblo para evitar que el malandrismo pequeño burgués se haga con el poder en Venezuela.
Al joven gobernador Alexis Ramírez le ha tocado un trabajo extremadamente duro, en un territorio plagado de alimañas fascistas. Ha salido Alexis, airoso del más putrefacto pantanal de intrigas que quepa imaginar, batallando a veces contra la ponzoña de mortales, animales de sangre fría, portadores del filoso poder que anida en las cavernas; ha sobrevivido los embates de envidiosos y avellanados tránsfugas, esos ladinos de luengas garras y feraces trenzas. En combate desigual se fajó con una banda de forajidos que se dicen protegidos y mimados por la autonomía universitaria; banda conformada por mafiosos horriblemente incultos pero audaces en sus prácticas delictuales, que tienen secuestrados con sus procederes a una catajarría de petulantes y amanerados académicos que desde hace décadas cambiaron sus tristes progenituras por un frío plato de caraotas.
El gobernador Alexis ha tenido que enfrentar a mil años de envilecido catolicismo oscurantista; incrustado en el alma de obispos y curas, que arrastran una camándula de crímenes y robos que se remontan a la época de cuando el conquistador Rodríguez Suárez hizo su entrada en el caserío de Lagunillas.
Igualmente enfrenta Ramírez a la maldita canalla mediática que no se cansa de insultar, mentir, injuriar, calumniar. Unos cobardes apoyados por la embajada gringa, que amparados en supuestos títulos de periodistas (que no tienen o que rebajan con sus purulentas befas) quienes enferman todos los días de odio los periódicos y ciertos programas de radio en Mérida. Sufriendo Alexis a la vez los ataques de la guerra económica de los hambreadores de todas las horas, cuyos filosos colmillos los han clavado sin conmiseración sobre los estratos más necesitados. Sobrellevando Ramírez las acciones de esos melosos tarturfos que hoy te abrazan y mañana te tiran la zancadilla o te dan la puñalada trapera.
Qué terrible es tener que gobernar así.
Tantas cosas que no le perdonan los maulas a este joven gobernador. No le perdonan que no se deje chantajear. No le perdonan que diga la verdad. Que no se haga el loco ante las injusticias. Que no concilie ni negocie con los malditos empresarios que con ganzúa le han vivido sacando plata al Estado. Malditos empresarios que por ejemplo en Mérida causaron estragos y demenciales estafas en la construcción de vías y viviendas. Todos los gobernadores que han pasado por Mérida, a excepción sólo de Alexis, se han dejado manosear (porno y platanéricamente) por empresarios de maletín, de maleta, de pollera y faltriquera.
Y esto, lo advierto, es muy peligroso, porque por mantener una posición firme frente a estos criminales mafiosos fue por lo que mataron a Giandomenico Puliti.
Yo vivo preocupado porque se le pueda hacer un atentado a Alexis. Lo estoy diciendo de todo corazón. Alerta, camaradas.
Pese a su corta edad el camino que ha recorrido le ha permitido conocer lo que se bate en el vientre de los monstruos: pudo abrirse paso contra abotagados pero bien sembrados parásitos que pululan por todos los antros de los mentideros sociales. Y lo ha venido haciendo con tino, con tiento, con paciencia, con serenidad, con humos y con hidalguía.
Y en este escrito de eso se trata, de hacer justicia.
Y en verdad que uno lo ve entre mil borrascas, entre tantas adversidades y batallas, dándole la cara a tantos frentes, y no sabemos si apiadarse del encargo que le ha tocado o reconocer que es un privilegio el duro camino que le ha tocado: que es allí donde el hombre de valía tiene la oportunidad de aprender y dar lecciones a sus camaradas. Crecerse, elevarse y vencer donde los débiles tiran al primer encontronazo la toalla.
Yo, por Dios santo, que no veo que el PSUV le ayude. O si lo ayuda lo disimula muy bien. O será que no sabe defenderle o prestarle todo el empuje que necesita en estos momentos, o será que ya algunos dirigentes perdieron el empuje o la imaginación para marcarle el rumbo al pueblo. Uno ve a Alexis por todos lados como el hombre-orquesta, tocado, pitando y bailando.
Alexis atiende un promedio de cuatro ruedas de prensa por semana. Recorre comunidades, tiene que encargarse de responder a miserables fascistas de poca monta, pero que joden un montón por los medios de comunicación, porque sus compañeros de partido, ni los alcaldes ni legisladores aliados lo hacen. Él tiene que asumir la demanda contra algunos palangristas que se han dedicado a difundir horrores y monstruosidades contra su gestión. Ha encabezado Alexis multitud de marchas revolucionarias porque hasta eso se había perdido en Mérida. Al PSUV se le había desmovilizado ante la mirada indiferente de muchos dirigentes, y esto se patentizó de manera catastrófica durante los cuatro años del mandato de Marcos Díaz Orellana. Nosotros entonces nos habíamos olvidado de los barrios, de las comunidades y la Plaza Bolívar, el alma, centro y nervio de la revolución, permaneció desolada durante muchos años.
Todo eso ha tenido Alexis que revivirlo y sacarlo a flote, y cuánto esfuerzo ha costado, porque además lo ha tenido que hacer contra viento y marea, porque todos los tiros van en su contra.
Claro, Ramírez surgió de un trabajo político que cuya fuente ha surgido de la base. Tuvo que enfrentarse a la traición de Florencio Porras quien le hizo un mal tremendo a la revolución en nuestro Estado. Este individuo produjo un caos debilitante en un grueso de la organización del PSUV, y desfiguró la función de una organización política en la región como lo es el Partido Comunista de Venezuela. Es caos debilitante se ha traducido en sabotaje político, porque desfiguró a un grupo que se transformó en chantajista y ha incursionado en amenazas francamente de corte mafiosa. Por otro lado, Ramírez ha tenido que cargar sobre sus hombros el muerto espantoso de una gris gestión, la que dejó el ex gobernador Marcos Díaz Orellana, quien ha sido uno de los más nefastos personajes que haya tenido administración alguna en nuestra región. Este señor, en lugar de trabajar en el ministerio del Sistema Penitenciario, debería estar purgando cárcel y luciendo el traje de los internos, por todos los desquicios insólitos que cometió en la Gobernación del Estado Mérida. No hay Dirección del Estado, que se medio investigue, donde no se encuentre un caos y un rutilante súper queso putrefacto. Esa es la purísima verdad, y el que la niegue no tiene un carajo de socialista ni mucho menos de chavista. Y eso por amor a la patria y por amor a los valores del pensamiento bolivariano no debe quedar impune.