Esa derecha traicionera que cuando siente el agua al cuello comienza a coquetear , hay que medirla con cautela de hombre prevenido, porque conociendo su propensión a la deslealtad, nunca sabemos cuando sorprenderá asentando puñaladas traperas por la espalda. De tal manera que no debemos confiarnos mucho de sus picaresca zalamerías cuando llama al dialogo, pues archisabido es que esa oligarquía siempre juega con cartas marcadas.
Que el dialogo con el Vaticano, la conversaciones con empresarios como Lorenzo Mendoza, la Conferencia Episcopal de Venezuela y pronto el sorprendente encuentro entre Maduro y Obama, ciertamente representan una tregua necesaria para avanzar hacía la paz nacional, tan deseada y necesaria en estos tiempos de prolongado embrollo. ¿acaso no son estos temas donde habrá mucha tela que cortar? ¿O quizás sean razones para que en los más radicales se asomen las dudas sobre el cumplimiento del legado de Chávez?
Esta demás decir que en la derecha pitiyanqui no hay que confiarse mucho, así ese acercamiento signifique dar un “paso atrás y dos adelante”, como aconsejó el genio del bolchevismo en su debida oportunidad. Y aunque no sea una tozudez dogmatica que accedamos al dialogo, también la suspicacia debe ser aliado insustituible, pues por descuidarnos con el dialogo que puede resultar resbaladizo, a la postre podamos perder el chivo y el mecate. Al buen entendedor pocas palabras bastan. ¿O no?