El método científico de la dialéctica señala que la evolución de la sociedad está sujeta a leyes objetivas que actúan independientemente a la conciencia y voluntad de los hombres. Son estas leyes las que inexorablemente impulsan el transito en la historia, de fases inferiores a superiores, de lo cuantitativo a lo cualitativo, hasta lograr alcanzar el salto dialectico. De manera más esquemática puede definirse la dialéctica como el discurso en el que se contrapone una determinada concepción o tradición, entendida como tesis, y la muestra de los problemas y contradicciones, entendida como antítesis. De esta confrontación surge, en un tercer momento llamado síntesis, una resolución o una nueva comprensión del problema. De lo expuesto inferimos que resulta utópico concebir las sociedades como entes colectivos inmutables, congelados en el tiempo, sin sujeción a permanentes conflictos entre viejas relaciones de producción existentes con las nuevas fuerzas productivas, esta última actuando como locomotora de los cambios históricos.
A la luz de materialismo histórico y apoyados en el método dialéctico, el chavismo sin Chávez deberá aceptar que el tiempo no pasa en vano, que la realidad cambiante plantean nuevos retos, y que debemos ser inconformistas igual que el poeta Mármol quien siempre estuvo : “contento de no estar contento nunca”. De modo que anulamos a Chávez, si cometiéramos el error de concebirlo como dogma o símbolo de fe, y no como lo que siempre deberá ser: una guía para la acción revolucionaria, vale decir, la más preciada de las herramientas para descifrar el momento y adentrarnos con éxito al porvenir.
También mediante la adecuada utilización de la ciencia de la dialéctica , es posible interpretar y comprender la significación del fenómeno Chávez-liderazgo, de cómo este individuo de la historia se hizo eterno, y por qué se dice que Chávez fue un verdadero estadista que leyó el futuro y nos legó líneas gruesas para que pudiéramos procesar el desafío del porvenir, precisamente en un siglo que se desenvuelve cada vez más veloz que una centella.
Con la lamentable desaparición física del Comandante Chávez, corresponde a sus partidarios aceptar sin tabú alguno que a partir de 1998 nació la nueva era política en Venezuela, y que la misma vino acompañada de sus lógicas contradicciones que son siempre implícitas en todo modo de producción sujeto a leyes dialécticas. Y no se equivoca la historia de la humanidad cuando con hechos nos enseña que en aquellas sociedades antagónicas basadas en la explotación del hombre por el hombre, estos conflictos se manifiestan mediante conmociones sociales y se resuelven con procesos revolucionarios que sustituyen las viejas estructuras por un nuevo orden de cosas. En cambio, en el caso venezolano las lógicas contradicciones que nos mantienen en permanente confrontación, esta vez, podrán resolverse por la vía de la crítica y autocritica del Estado que está progresivamente avanzando en la construcción del inédito socialismo del siglo XXI.