Chávez es prócer de la generación bicentenaria, poseído de la fuerza Bolivariana, aprendió a dar sus primeros pasos guiado por el lucero de las ideas eternas del Libertador Bolívar, su impronta es tan grande como la de sus antepasados gloriosos, un destino marco el devenir de su existencia, Chávez es luz en las mañanas de los irredentos, pueblos desesperanzados doblan sus rodillas ante la providencia con su santo nombre impregnado en el mentón.
Chávez es pacificador, su espada nos abrió el camino a un mundo mejor, cual discípulo aventajado del Cristo, nos enseño sus grandes lecciones de amor, humildad y entrega con acciones valientes y hechos heroicos. Su compromiso marco las edades para siempre, su nombre ha de lucir en las galerías de héroes de la humanidad.
Al Presidente Nicolás que lo evalúe, un billete de 200 con el rostro de Chávez, para impregnar de su poderosa mística las finanzas bolivarianas. Doscientos simboliza el principio del fin de un sistema moribundo, el principio del nacimiento de un sistema centro humano que se irradia desde su memoria inmortal.
Doscientos años para verlo continuar su obra, en doscientos años desde las sabanas surgió, como el hombre valiente que siempre ha sido, como el guerrero incansable de las miles de batallas, como el hombre nuevo para nueva humanidad. Chávez reivindico al ser humano, quería ser recordado como un ser humano verdadero, no como los impostores infiltrados al redil, vestidos de ovejas para ocultar sus garras de lobos rapaces.
Doscientos años, su obra inmortal.
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